viernes, 18 de febrero de 2011

Gran Canaria 2 (2010) A vela en mar abierto

Saliendo al mar. Foto: César María Aguilar Gómez
La otra parte marina de los días que estuvimos en Las Palmas fue la de salir al mar pero ya en superficie. El día que fuimos con el velero de Guillermo a dar una vuelta hacía poco viento así que avanzábamos un tanto lentos. Aun así, fue la primera vez que navegaba a vela y es una sensación bien curiosa. Saliendo desde el puerto deportivo pudimos ver unos cuantos cargueros de grandes dimensiones parados en el mar a cierta distancia. Entre ellos había algunos rusos de aspecto soviético con la estrella roja pintada en lo alto del barco. Parece que vienen aquí a repostar, pero para ello no necesitan entrar en el puerto pues son los propios barcos-gasolinera los que se acercan a ellos con el combustible. Navegar a vela es diferente a cualquier otra forma de hacerlo, cuando montas en barcos a motor, ferrys o lanchas siempre tienes el martilleante ruido de los motores junto a ti, pero con el velero es diferente. Sorprende ver como es cierto que con solo un poco de viento puedes llegar a mover un trasto tan grande.


En la casa-barco de Guillermo. Foto: J.Calzada
Sin ruido de motores en un velero hay un gran silencio a tu alrededor solo acompañado por el sonido del oleaje golpeando de forma acompasada el casco y el de los tirones del aire en las velas. La verdad es que es la banda sonora ideal para un horizonte con solo agua 360º a tu alrededor, un paisaje que causa un cierto “vértigo” al vacío marino a los poco acostumbrados como yo. El paseo no fue muy largo pero tuvo su recompensa cuando pasaron varios calderones grises (Grampus griseus) cerca del barco. Esta primera vez los vimos poco rato ya que con un velero no se puede maniobrar mucho como para ir siguiéndolos. En el recorrido, ya cerca del puerto, nos cruzamos también con algún que otro crucero gigante tipo “Vacaciones en el Mar” con montones de lucecitas en cubierta, vamos que uno ya se imaginaba ese ambientillo fiestero en alta mar de la serie aquella… “¿un backgamon caballero?”. 
 

"Elcano" y fragata de la armada. C.M. Aguilar Góme.
Pero del repertorio de embarcaciones la más sorprendente fue un gran velero que dejaba Las Palmas y desplegaba nada menos que cuatro grandes velas. Con ese tamaño no podía ser otro que el buque-escuela Juan Sebastián Elcano, como nos enteramos más tarde y que iba acompañado de una fragata de la armada. El buque es una réplica de los grandes barcos veleros que surcaban los mares en la época “romántica” de la navegación, cuando todo era hecho a favor del viento, sin la ayuda de motores. Pero aún hoy hay mucha gente en ese plan, aunque las embarcaciones son mucho menores, nada que ver con el impresionante Elcano donde es necesaria una nutrida tripulación para hacerlo navegar. El puerto deportivo de Las Palmas es uno de los “puntos calientes” de la navegación a vela, al menos en las fechas en las que estuvimos. Y ello porque desde aquí parten muchos de los veleros que van hasta Sudamérica cruzando el Atlántico. La época buena para emprender la travesía parece ser que acaba en enero, así que algunos de los veleros que ahora hay en el puerto son de ese tipo de viajeros que están avituallando para la gran travesía.



Bonito listado para cenar. César María Aguilar Gómez.
Días antes en Logroño escuchando el programa de viajes de Roge Blasco “Levando Anclas” de Radio Euskadi oí hablar a una pareja que estaban preparando esa travesía. Comentaban que estaban haciéndolo en el puerto de Las Palmas, la chica la verdad es que tenía un voz bien peculiar y reconocible. Paseando por el pantalán del puerto enseguida reconocí aquella voz, así que aún andaban llenando el velero a unos pocos metros del barco donde dormíamos. Pero en estos veleros también de vez en cuando se puede comer pescado fresco si tienes algo de suerte. Nosotros de regreso al puerto, la caña que llevábamos echada en popa dio un tirón y nos hicimos con un bonito listado que nos cenamos esa noche con unos amigos de Guillermo junto con unas barracudas que les habían regalado. La verdad es que Isaac, Gorka y el resto de gente de Buceo Canarias con los que estuvimos esos días, se portaron con auténticos anfitriones y así se disfrutan mucho más los sitios que se visitan.

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