martes, 26 de abril de 2011

Perú 20 (2011) Highway to birding

Ctra. Marginal en el Alto Mayo. Foto: C. Aguilar
Otra de las actividades con l0s guardasparques en el Alto Mayo ha sido identificar aves y dejar una lista de lo que puede verse por los alrededores. Esta zona es muy interesante para birwatchers y de hecho tiene fama un área de conservación privada en la zona de amortiguación del bosque llamada Abra Patricia. Ahora con la creación del centro de visitante piensan también financiar el espacio natural alojando a este tipo de observadores en él y llevándolos a ver aves. Están pensando acondicionar algunos senderos por el bosque para este fin ya que ahora si no se va a alguna chacra no hay caminos. Es más, rara vez los guardaparques salen con machete al campo por no abrir nuevos senderos que puedan ser utilizados luego para sacar madera ilegal o para cazar de manera furtiva.



Esquivando trailers ... Foto: César Aguilar
Mientras hacen senderos, e incluso cuando los hagan, la forma más rápida y efectiva de ver aves en un bosque tan tupido como este es caminar por la propia carretera. Es casi una actividad de riesgo pues esta carretera tiene cierto tránsito de vehículos y muchas curvas. Es la carretera que ya comenté anteriormente que construyeron hace un par de décadas y que llaman Marginal de la Selva o Fernando Belaunde. Conecta las provincias de Amazonas y San Martín, es decir parte de las selvas del norte, con la costa hacia el oeste, y a través de Tingo María, con Lima en un largo recorrido. Esto es lo que ha permitido un acceso a la zona que no había existido hasta hace unos años y que ha favorecido su colonización descontrolada. Por ejemplo, la otra zona de selva la de Iquitos en el departamento de Loreto, no tiene conexión con la red de carreteras nacional, allí solo se puede llegar por barco o avión , lo que ha contribuido a que el índice de deforestación haya sido considerablemente menor.



Tangara parzudakii Foto: César Aguilar
Desde la propia carretera se pueden ver muchas aves, especialmente abundantes son las tangaras de muy llamativos colores como la que dicen tangara cara de fuego, Tangara parzudakii, la tangara azafrán, Tangara xanthocephala, o la tangara urraca, Cissopis leverianus. Algunas aves ya había tenido ocasión de verlas en los bosques de La Esperanza pero otras muchas no ya que aquí las condiciones para verlas son muchos mejores. Casi todas ellas tienen distribuciones restringidas que las hacen muy interesantes. Un grupo que tienen muchas especies son los tiránidos que aquí llaman mosqueros, hemos visto especies como el tirano de los riscos, Hirundinea ferruginea o el mosquerito adornado, Myiotriccus ornatus



Myiotriccus ornatus Foto: César Aguilar
En los torrentes también he encontrado varias aves que frecuentan los cursos de agua, parecido a lo que hacen nuestras lavanderas (Motacilla sp). Son la mosqueta de los torrentes, Sperpophaga cinerea, y el mosquero de agua, Sayornis nigricans. Pero uno de los bichos que más ilusión me ha hecho encontrar recorriendo quebradas ha sido un mirlo de agua con bastante blanco que hemos visto solo en una ocasión, Cinclus leucocephalus, que aquí es una subespecie que tiene además de la cabeza también el dorso blanco, ssp leuconotus. El hecho de solo haber encontrado en una ocasión a este ave que se alimenta de larvas del río dice bastante de la poca productividad de estos torrentes con aguas negras de la que comentaba con el caso de la nutria.



Hirundinea ferruginea Foto: César Aguilar
El campamento no tiene cobertura de móvil pero sí una de las curvas de la carretera así que un día que Crowel venía de llamar por teléfono a última hora de la tarde me comentó que había visto un chotacabras grande volando y reclamando en el talud de la carretera, era Uropsalis lyra, el chotacabras cola de lira. La siguiente tarde me fui solo para allí mientras preparaban la cena y pude ver a la pareja, el macho tiene unas plumas caudales exageradas de casi un metro y la hembra es como un chotacabras normal. Fue espectacular ya que emitían un reclamo desde algún lugar del arbolado colgado en el talud, que era fácil de imitar. Al bicho no lo veía pero imitando el reclamo contestaba cada vez más mosqueado y de vez en cuando, para marcar territorio, volaba por un corto espacio y volvía a otra percha desde la que cantaba. Así me hizo tres pasadas donde yo lo veía a contraluz con sus larga plumas caudales con las luces del atardecer, impresionante.

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