miércoles, 6 de abril de 2011

Perú 9 (2011) Algunas aves del bosque nublado

Quetzal Pharomachrus auriceps  C.M. Aguilar Gómez.
Estas selvas altas son mucho más amables de andar que las que recorrimos en Juanjuí. Aunque los desniveles son fuertes y en esta época la lluvia es frecuente, hay dos detalles que hacen soportables estos inconvenientes. El primero es que apenas hay mosquitos y el segundo es que la temperatura es agradable, aquí ya no te pegas las sudadas que nos dimos en Pucunucho. Tampoco se ven tantas hormigas y no recuerdo haber visto en estos días ninguna Isula por ejemplo. En este sentido el medio es más “habitable” y saludable. Para aves la zona es además muy interesante pues hay muchas especies con distribuciones muy restringidas a este tipo de bosques y mucho endemismo. El medio es difícil para verlas pero las caminatas por distintos sectores con paradas cada poco para hacer escuchas a los monos, favorece dar con distintas especies.


Todi Poecilotriccus luluae. Foto: C.M. Aguilar Gómez
Aquí hemos podido ver una especie de quetzal rojo y verde muy llamativo, Pharomachrus auriceps, que oíamos a diario y que los guías reconocían con el nombre de “pilco” o "quien-quien", aunque no siempre lo veíamos. Otro de los endemismo de la zona que la gente viene a buscar es un colorido todi, Poecilotriccus luluae, con una distribución muy restringida. Pero para mí, la estrella del lugar han sido los gallitos de roca (Rupicola peruviana). En la primera visita al lugar de los monos, la primera tarde según nos instalamos en la casa donde nos íbamos a quedar uno de los guías, Ronald, nos dijo que conocía un lek de gallitos cerca de la casa, así que los ibamos a tener a tiro fijo. Esta especie la vi fugazmente desde el remolque de una camioneta el año pasado camino a Puerto Bermúdez, pero me quedó la espinita clavada de verla en condiciones. Esta vez me resarcí con creces, en la zona lek había varios machos peleándose y una hembra toda discreta andando de rama en rama.


Gallito de roca Rupicola peruviana. C.M. Aguilar Gómez
Los machos son bastante ruidosos, aquí les llaman “chanchitos” porque dicen que hacen unos reclamos que parecen los gruñidos de un chancho, que es como llaman a los cerdos. Los gallitos haciendo honor a su nombre son unos bichos son bastante “altivos” y aguantan más de lo que imaginaba en el árbol mientras te acercas. Se quedan ahí asomándose hacia abajo para mirarte como con cara de estar diciéndote “tío pero que pintas tu ahí”. Otros días volvimos a ver gallitos en otras zonas, pero lo que más vimos fueron sus nidos. Son unas tazas grandes con materiales muy bastos que colocan en la entrada de las simas o cuevas, de las que aquí hay tantas. De ahí es que les viene el nombre de gallitos de roca. De otras aves, la zona es muy buena para ver varias especies de tangaras, que para mí son unas de las aves más agradecidas, no porque se dejen ver bien sino porque son tremendamente coloridas y llamativas.


Urraca inca Cyanocorax yncas. C.M. Aguilar Gómez
Los patrones de coloración de las tangaras son muy distintos de unas especies a otras, así que basta con que les eches un vistazo rápido con los prismáticos y con un poco de memoria visual las encuentras enseguida en la guía. Esto es algo que no pasa con todos los grupos de aves, así que cuando se combina belleza con facilidad de identificación es algo que se agradece. Algunas de las tangaras que identifiqué de paso en los recorridos para buscar a los monos choros fueron, Tangara xanthocephala y Tangara negroviridis. Lo mismo pasa con la urraca inca (Cyanocorax yncas) para mí el córvido más bonito que haya visto nunca, dicho en bajito sin que me oiga y se moleste el precioso arrendajo (Garrulus glandarius) de nuestros bosques templados.



Pava Aburria aburri. Foto: César María Aguilar Gómez
Las aves y mamíferos de selva de cierto tamaño son ciertamente codiciados por la gente de las chacras. Es por ello que son bastante tímidos y si hay algunos pobladores cerca aficionados a la escopeta son difíciles de ver. Quizá por eso me hizo especial ilusión ver y fotografiar una gran pava negra con el pico azul, Aburria aburri, que de haberla encontrado otra persona podría haber sido un suculento bocado. La oímos cantar muchas veces y cuando esto sucedía nuestros guías decían muy elocuentemente “esa pava se está regalando” dando a entender como las cazan por aquí acechándolas mientras cantan. Así que por esta vez tuvo suerte.

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