miércoles, 18 de diciembre de 2013

Naturaleza de Siberia y Mongolia en Radio Euskadi

En los bosques del Baikal. Foto: Iratxe Gonzalez
El pasado 15 de agosto volví a conversar con Roge Blasco sobre el último de los viajes realizados, el tren transiberiano de Moscú a Ulaanbaatar, un viaje que realicé con Iratxe y un par de amigos sevillanos en junio de 2013. En esa ocasión la charla fue en su programa “Levando Anclas" que emite los domingos de 22:00-00:00 h en Radio Euskadi. No es la primera vez que hablo en antena sobre viajes con Roge que, como en ocasiones anteriores (Perú1, Perú2, Sri Lanka, Sudáfrica), hace que me encuentre a gusto. En el programa hablé sobre algunas cuestiones prácticas de la ruta y del propio tren para luego centrarnos en los aspectos naturales de las regiones visitadas.





Por ahí fueron saliendo los inmensos bosques en torno al lago Baikal, las focas de agua dulce del lago, las estepas de Mongolia con sus aves o los caballos salvajes. Aun no he preparado en el blog las entradas correspondientes a ese viaje, pero espero que no tarde en relatar el viaje como los demás. De momento aquí os dejo un enlace al podcast del programa de ese día con el minutaje de la conversación dentro del archivo.

Audio Programa “Levando Anclas" Radio Euskadi  15 de agosto 2013
(00:42:30-00:67:25)

jueves, 5 de diciembre de 2013

A través de la ventana (Libro)


A través de la ventana
Treinta años estudiando a los chimpancés
Jane Goodall
ISBN: 84-345-5850-5

Jane Goodall lleva toda una vida estudiando los chimpancés del Parque Nacional de Gombe en Tanzania. Llegó allí en los años sesenta y se puso a observar y a anotar detalladamente el comportamiento de un grupo de estos primates, los más emparentados con el hombre con los que compartimos casi en el 99% del genoma. Conocer su comportamiento era como abrir una ventana al pasado de nuestro proceso de hominización y su estudio puede explicar muchas cosas de nuestra evolución como especie. No es frecuente contar con series de datos tan largas de animales como la que presenta Goodall. En el momento de escribir el libro contaba con 30 años estudiando a un mismo grupo, pero el libro está publicado en 1990, así que a día de hoy aún habrá recogidos muchos datos más. 



Fruto de ese seguimiento, Goodall presenta en este libro las vidas detalladas de algunos de los miembros del grupo como Figan, Goblin, Jomeo, Melissa o Gigi y va desmadejando una vida social compleja e inesperada. Así, cuenta los reinados de los machos dominantes y sus esfuerzos por mantenerse, las guerras internas del propio grupo que acaban con la aniquilación de la mitad de sus integrantes, la rivalidad con los grupos vecinos, las cacerías para comer crías de otros primates e incluso el canibalismo de crías dentro del mismo grupo. Comportamientos que, en muchos casos, se desconocían hasta esta el momento de realizar estos largos seguimientos de ejemplares y que nos aproximan a conductas que bien podemos reconocer en la especie humana.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Historia del vencejo "Patapalo"

Vencejo recién cogido. César María Aguilar Gómez.
Quienes leyeran alguna de las tres entradas que hace un tiempo dediqué en este blog a la "naturaleza" que tengo más a la vista, la que observo desde mi balcón de la calle San Juan, ya sabrán de mi "obsesión" por los vencejos. En especial por los vencejos comunes que, entre abril y agosto, pasan ruidosos junto a los tejados y balcones de las estrechas calles del casco viejo logroñés. Como ya conté allí, hace algunos años tuve varias parejas criando frente a mi balcón. Una de ellas tenía el acceso a un nido del tejado muy visible, otras eran más difíciles de ver entrar bajo las tejas. El caso es que después de la reforma de dicho tejado, se perdieron los huecos para los nidos y no he vuelto a verlos criar allí.





Auténtica mirada de halcón. César María Aguilar Gómez.
Después de aquello instalé en mi balcón un nidal con una entrada "tuneada" con forma de teja por ver si lo aceptaban. Pero nada. Este año, como para "humillarme" por mi nefasto diseño, una pareja ha criado en el hueco de unas tejas a solo un par de metros del nidal. Está muy bien que críen allí, pero el problema es que yo me pierdo el espectáculo de sus cebas al estar paralelo a mi balcón. Así que aún llevo la espinita clavada con ese tema. En fin… ¡ellos sabrán!... no les guardo rencor. El caso es que este verano, la providencia, Alá, la Santísima Trinidad, o ve tú a saber quien, debió verme tan consternado por la cuestión que me hizo un pequeño "presente".





Pata derecha amputada y curada. C.M. Aguilar Gómez.
Paseando por el casco viejo me encontré a un niño maravillado viendo un vencejo emplumado en el suelo (sí ya se que suena a parábola, pero no es mi intención esto es verídico). No sabía muy bien que hacer con él y su madre ya estaba temblando solo de pensar que lo quería llevar a casa. En ese momento entendí la "señal", era una compensación por los desvelos en la construcción de nidal del balcón. Ahí tenía un vencejo ¡emplumado y todo!. Cogí el bicho, comprobé que no podía volar, le expliqué al chiquillo algo de la vida de los vencejos y me ofrecí a cuidarlo y soltarlo una vez recuperado. La madre suspiró aliviada. Lo cierto es que no había criado hasta entonces ningún vencejo así que lo primero que hice fue consultar a mis amigos del Centro de Recuperación de Aves Silvestres de La Fombera sobre cómo alimentarlo.



Pasando las calurosas tardes de agosto tras la ceba.
En un principio el ave me pareció sana, creí que solo había saltado antes de tiempo del nido sin terminar de crecer las plumas de vuelo. Le hidraté con agua que le hice tragar y, a la espera de los gusanos de la harina que me darían los de La Fombera,  le hice ingerir unos pedazos de pechuga de pollo. Pero luego comprobé el mal que tenía. Una de sus pequeñas patas (los vencejos las tienen en miniatura y las usan muy poco) estaba partida con el hueso fuera. La garra y el muslo estaban con gran infección purulenta. En aquel estado ya no era tan predecible su recuperación. Aquel colgajo amarillento, unido al muslo por un poco de carne y una arteria, tenía un aspecto fatal. Probablemente ya se estaba gangrenando, con lo que el animal tenía poco futuro.


Musculación... ¡funcionó para su primer vuelo!
Uf, cuando vi todo aquello me costó tomar una decisión. Pero no había más remedio, el animal ya estaba sentenciado cuando lo cogí . Tenía que intentarlo. Tomé unas tijeras y le corté por lo sano el colgajo de pata. El animal, que hasta ese momento no había dicho ni mú (los vencejos son bastante silenciosos), se estremeció y debió ver el final de sus días. Sangró, le apliqué una gasa con Betadine hasta cortar la hemorragia y le "precinté" la pata con gasas y esparadrapo. Lo peor había pasado, solo quedaba esperar. A la mañana siguiente abrí la caja de cartón con expectación y aún estaba allí. Era un autentico superviviente. Al quitar el esparadrapo vi la herida cicatrizada con el hueso fuera, era como la pata de palo de un pirata. Ya tenía nombre “patapalo”.


Antes de emprender su liberación. ¡Buen viaje!
Le administre algo de antibiótico que tenía por casa y algún analgésico con el agua. La infección remitió poco a poco. Pasé un par de semanas con él y cada poco le hacía comer gusanos de la harina, siempre obligándolo ya que un animal de esa edad es muy raro que quiera comer solo, antes se deja morir. Pero él, agradecido, fue creciendo y tras cada ceba dormitaba placido. Solo le faltaba ronronear. Muchos días le hacía muscular preparándolo para su migración. Y un día, el ave estuvo lista. Lo llevé a la laguna de Viana y al primer intento remontó el vuelo. Lo perdí tras un carrizal. Fue un 12 agosto, espero que le haya ido bien. Al menos tuvo una segunda oportunidad y una auténtica historia de superación.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Travesía en kayak por el Ebro, 2 días 1 noche

Luz de tarde en la ribera. César María Aguilar Gómez.
Hace años, cuando me compré un kayak para el Ebro, albergué la intención de poder realizar alguna vez recorridos de forma autónoma por el río. Bajar todo el Ebro es algo que me gustaría, pero no tengo prisa y no se si algún día lo llegaré a intentar. Necesitaría una combinación de tiempo, ganas y oportunidad, las tres cosas a la vez no siempre se dan, así que ya se verá. Además tiene su complicación. Una de ellas es la distancia a recorrer, unos 900 kilómetros desde  la localidad  de Arroyo, bajo el Pantano del Ebro, hasta Tortosa en el Mediterráneo. Pero sobretodo están los obstáculos físicos a salvar. En todo el recorrido he podido identificar cerca de 70 presas. Entre ellas se incluyen las presas de los grandes embalses, pero además otras más discretas como antiguos molinos, derivaciones para acequias o centrales hidroeléctricas.



Recorriendo meandros. César María Aguilar Gómez.
Demasiadas barreras a salvar. Y eso que, a buen seguro, habrá más de las que yo he visto en las ortofotos, aunque en esos casos ya serán de las sencillas de atravesar. Pero dejando para otro momento la idea del descenso del Ebro, lo que sí he ido haciendo han sido tramos del río en La Rioja, Navarra y Zaragoza. En los últimos años he realizado casi todos ellos en recorridos de un día, saliendo y volviendo de un mismo punto cuando voy solo, o en recorridos río abajo cuando me acompaña alguien más y llevamos dos coches. De todos esos tramos he de decir que los de La Rioja, y la parte más arriba de Navarra, están especialmente “cortocircuitados” por presas. No me extraña por ello que, en esta zona del río, la afición a recorrer sus tramos sea más bien escasa. 



Impresionantes plegamiento. C.M. Aguilar Gómez.
De hecho, en la mayoría de los recorridos de un día que hago tengo que saltar algunas represas a pie con el kayak. A mí en especial no me importa, pero entiendo que para mucha gente que ve la actividad con un enfoque más deportivo, esto les suponga un engorro y les desanime. Pero si hasta ahora había hecho muchos de estos recorridos de un día de duración, aún no me había animado a pasar ninguna noche por el camino remando dos días. Y esto es lo que hice el pasado mes de octubre. Con los kayak hinchables no era posible cargar lo necesario para dormir, pues tenía poco sitio donde llevar las bolsas estancas. Pero este verano, por fin, he dejado atrás los hinchables y me he comprado un kayak de travesía de segunda mano.



Buscando isla para dormir. César María Aguilar Gómez.
Ya tenía ganas de hacer la prueba de pasar dos días y una noche por ahí. Elegí un tramo que conozco bien en Calahorra y, a última hora, se apuntó un amigo con su kayak para acompañarme. Salí con Carlos Álvarez desde la presa de Machín remontando el río hasta el paraje de La Barca en Azagra. No fue un recorrido largo, ya que suelo demorarme entrando en todos los meandros que veo y en los recovecos de la base los espectaculares cortados. Se trata de disfrutar del río, no de hacer deporte. Es mi forma de verlo. La verdad es que ese día hubo una luz de tarde especial, de gran calidez. A última hora la ribera mostraba un intenso colorido con el comienzo del otoño. En La Barca de Azagra me despedí de Carlos que regresó río abajo al lugar de embarque.



Pasando la noche en la isla. César María Aguilar Gómez.
Mientras, yo seguí buscando un lugar confortable para dormir. Como era mi primera vez no tenía muy claro qué lugar elegir, pero tras ver algunos puestos de pesca por las orillas me decidí por una isla. Allí nadie me molestaría. Así, encontré una frente a la desembocadura del río Cidacos que parecía apropiada. Quería probar el equipo para dormir que no era otra cosa que una hamaca, mosquitera y una pequeña lona para hacer un tejadillo para la lluvia. Al más puro estilo amazónico. Y la experiencia no se dio mal. Una cena caliente con el hornillo, algo de lectura para la noche y a descansar. A la mañana siguiente la luz del amanecer, los cantos de las aves, un desayuno caliente y a remolonear en la hamaca con un libro un par de horitas. En la gloria. Ya solo quedaba desmontar todo y regresar, pero la experiencia valió la pena. Moverse por el Ebro con ese equipo es factible.

martes, 12 de noviembre de 2013

Primos hermanos (Libro)


Primos hermanos
Lo que me han enseñado los chimpancés acerca de la condición humana
Roger Fouts
Ediciones B. Barcelona.1999
ISBN 84-406-8986-1 

Imagino que los resultados del proyecto Washoe que se cuenta en este libro tuvieron en su momento un gran impacto mediático. Al menos en la sociedad norteamericana. De hecho se generaron muchas publicaciones sobre esos hallazgos en el campo del lenguaje de los chimpancés en revistas de impacto como Science y hasta uno de los primates fue portada en revistas no especializadas como Times. La historia transcurrió a finales de la década de los sesenta y sobre todo en los setenta, aunque Roger Fouts no publicó este libro hasta 1999. Así, nada de lo contado en el libro es ya por tanto novedad. Pero a pesar de todo no supe de ello hasta hace poco cuando escuché un comentario del libro y me cautivó la historia. Luego resulta que mi amigo Javier Robres, gran lector y naturalista, tenía el libro por ahí y me lo prestó una temporada.




El libro me ha gustado y sorprendido a partes iguales y su autor tiene además una gran facilidad para narrar. No soy partidario de libros muy extensos, creo que hay que saber resumir y mostrar lo importante en un número limitado de páginas, pero este lo he seguido a gusto a pesar de sus 450 páginas. Pero yendo al contenido propio del libro, "Primos Hermanos" cuenta la historia de un proyecto científico que se diseñó para enseñar a hablar a una cría de chimpancé, Washoe, por el lenguaje de signos de los sordomudos. El experimento trataba de averiguar el tipo de comunicación que podían llegar a desarrollar los chimpancés y las semejanzas con la adquisición del lenguaje en los humanos, un proceso clave en la hominización y objeto de muchas teorías y estudios de lingüistas y psicólogos. Washoe no solo aprendió el lenguaje tal y como haría un niño, sino que lo llegó a usar para comunicarse de manera flexible tirando por tierra teorías anteriores que decían que el lenguaje es patrimonio exclusivo de la especie humana.



Su nivel no va más allá del de un niño de 2-3 años, pero maneja perfectamente conceptos simbólicos, extrae reglas sintácticas, aplica el conocimiento de forma adaptativa y usa los signos a situaciones distintas a aquellas en que los aprendió. Ello viene a demostrar que el rudimento del lenguaje ya estaba en el antepasado común a chimpancés y humanos. Ya hace 6 millones de años, cuando ambas especies divergieron. Esto supuso romper un tabú que no fue aceptado de buena gana por muchos de los psicólogos de la época que explicaban las diferencias entre humanos y no humanos en base a la exclusividad del lenguaje. Roger cuenta la historia honestamente, sus dudas, los hallazgos y sus dificultades. El libro da un giro hacia la mitad cuando Roger descubre hasta que punto está implicado en la vida de esos animales y como le afectan su devenir en lo personal y familiarCon no pocos sacrificios, decide tomar partido cuando todos los demás investigadores implicados se olvidan de esos ejemplares. El resto de esta apasionante historia hay que leerla. Ahí está el proyecto Washoe y la propia vida de Roger Fouts.

martes, 5 de noviembre de 2013

El monte Buciero de Santoña

Buciero y Laredo al fondo. César María Aguilar Gómez.
Tengo recuerdo de esta gran mole caliza que se asoma al Cantábrico desde hace un montón de años. Lo veía de lejos de chaval cuando veraneaba con la familia en Laredo y nos acercábamos en la excursión en barco que se hacía para ver el faro del Caballo. También lo he encontrado cada vez que he visitado las marismas de Santoña y alguna vez más, desde el propio mar, en las salidas en barco en busca de aves marinas. Desde el mar tiene una presencia poderosa y es que unos cortados así de espectaculares no son tan frecuentes. Pero hasta este verano no lo había recorrido nunca. A finales del pasado mes de septiembre Iratxe y yo nos acercamos por allí.




Encinar cantábrico. Foto: César María Aguilar Gómez.
El monte cuenta con una buena red de senderos y a su atractivo natural se suma otro no menos importante de carácter cultural e histórico. Por allí aún pueden hallarse en buen estado de conservación fortificaciones militares para defender el enclave y dos preciosos faros en lugares casi imposibles. Pero empezando por su propio origen, el monte tiene una estructura geológica francamente singular. Se trata de una península caliza y montañosa unida a la costa por una barra de arena. La barra, en su forma de arenal abierto al mar, es la conocida como playa de Berría de Santoña que se sitúa junto al penal del Dueso.






Zarzaparrilla Smilax aspera. César María Aguilar Gómez.
Al resguardo de la península que forma el monte se encuentra la propia localidad de Santoña. La barra de arena indicada, que une el monte al continente, sirve además para cerrar las marismas y la ría de Treto por el oeste. Debido a esa estructura caliza los suelos del monte apenas retienen el agua en superficie y por ello la vegetación que hoy encontramos no es una de carácter atlántico, como esperaríamos, sino una de carácter mediterráneo. El monte Buciero es una de las mejores representaciones de los denominados encinares cantábricos costeros. También uno de los más extensos. Este tipo de bosques se presenta de modo disperso por la costa Cantábrica desde el País Vasco hasta el occidente de Asturias.




Junto a un gran madroño. I.González.
Como vegetación tiene un gran interés biogeográfico. Estos encinares son islas de mediterraneidad en la España húmeda. En realidad son una reliquia de épocas pasadas, en concreto de una serie de bosques de la era Terciaria, cuando había un clima más propicio para especies mediterráneas y tropicales. Los senderos del monte permiten recorrer un bosque muy denso y sombrío con la encina (Quercus ilex) como árbol principal, pero también con algunas otras especies singulares relictas del terciario. Ahí está el laurel (Laurus nobilis), el madroño (Arbutus unedo) o el labiérnago prieto (Phillyrea latifolia). En especial sorprende encontrar madroños de gran porte arbóreo. El aspecto de la masa forestal aún recuerda a las formaciones subtropicales debido también a la abundancia de helechos y enredaderas. Entre estas últimas son comunes la clemátide (Clematis vitalba), la zarzaparrilla (Smilax aspera) o las vides silvestres (Vitis sylvestris).




Faro del Caballo en Buciero. César María Aguilar Gómez.
Pero si la sola contemplación de la vegetación no es suficiente, el monte ofrece además parajes y vistas espectaculares. Las encontramos desde el faro del Pescador, pero sobre todo desde el faro del Caballo. El acceso a este último es espectacular. Tras una bajada de 700 escaleras al abrigo de las paredes calizas se llega a la base del farallón, a pie de mar, donde se encuentra el faro. Por allí crían los cormoranes moñudos y el halcón peregrino, aunque en esta ocasión el paisaje fue suficiente recompensa al descenso. Quien baje deberá recordar la dura subida que le espera a la vuelta. Pero sin duda, el esfuerzo habrá valido la pena. Al menos a nosotros nos compensó... y mucho.

martes, 29 de octubre de 2013

Aves desde un kayak en el río Ebro

Garza real, nido en el Ebro. César María Aguilar Gómez.
Hace un tiempo colgé en este blog tres entradas sobre lo que uno puede encontrarse en el río Ebro navegando con un kayak. Era literalmente un artículo que publiqué hace un par de años en la revista "Piedra de Rayo". En él hablaba sobre fauna, flora, molinos, barcas de paso y demás "descubrimientos" que me sorprendieron cuando decidí echarme al río con un kayak hinchable hace algunos años. A día de hoy he "progresado". Este verano he adquirido un kayak rígido de segunda mano que he comprado a los EbroNautas, un colectivo de piragüistas de Zaragoza con un propuesta de interpretación del patrimonio del río Ebro muy interesante. En mi caso, la verdad es que ya me cansé de secar el kayak hinchable tras cada salida, así que ahora me da menos pereza ir al río a dar una vuelta.



Águila pescadora en paso. César María Aguilar Gómez.
De mayo a octubre es un periodo estupendo para recorrer el Ebro y uno tiene ocasión de disfrutar un montón con la observación de aves. En el artículo de Piedra de Rayo ya hablé sobre la observación de garzas, martinetes, martines pescadores o milanos negros. En este entrada incluiré otras “historias” que me han ocurrido en el kayak desde entonces y que me apetece contar. Una de ellas fue durante una migración primaveral y tiene que ver con las águilas pescadoras. De mediados de marzo a mediados de mayo se produce el paso primaveral de esas aves que vienen de África y se dirigen a sus lugares de cría en Europa. En La Rioja hay pocos humedales donde verlas parar un rato, pero aún así es un paso regular. Se las ve en balsas, pantanos y sobre el propio cauce del río Ebro.  



Gabriel y la  garceta común predada. Gabriel Latorre
Si ver un ave así desde tierra ya es fascinante, imaginaros desde el agua. En aquella ocasión el ave estaba cerniéndose a cierta distancia hacia donde yo me dirigía. En situaciones así están tan atentas a la lámina de agua que no reparan en casi nada más. A unos cien metros de mí el ave hizo un par de picados al agua. Fue espectacular. Otra de las situaciones “de documental” fue un día en que, con mi amigo Gabriel, vimos salir volando de la orilla un halcón peregrino con una gran presa blanca entre las patas. Un poco más adelante, el ave soltó la presa en la orilla y pudimos ver de qué se trataba. Era una garceta común que debía haber atrapado un poco antes. No habría imaginado a un halcón cazando garcetas, pero ahí estaba la prueba. 




Búho real nacido junto al río. C.M. Aguilar Gómez.
Hay que decir que el halcón tenía un tamaño algo más grande y más claro que los que se ven por la zona, la subespecie brookei. Dadas las fechas de comienzo de otoño, es probable que fuera un bicho venido del centro o norte de Europa de la ssp calidus que tienen esas características. Pero los cortados de arcilla y yesos junto al Ebro ofrecen más sorpresas de rapaces, y no todas diurnas. Así fue con un par de pollos volantones de búho real que pude ver este mismo verano en un talud pequeñísimo. Los dos pollos ya estaban emplumados pero aún eran cebados en el nido. Hay que decir que en esa ocasión los búhos reales estaban en un talud de tierra donde debieron criar, pero últimamente he visto búhos reales en varias ocasiones sobre los chopos. Y en sitios con cortados moderadamente lejanos



Garcilla bueyera desnutrida. César María Aguilar Gómez.
Pienso que, en la expansión la especie, los búhos pueden estar empezando a utilizar también nidos y plataformas de otras aves en los árboles en las riberas. Algo así ya ocurrió en Doñana donde los búhos reales no tienen cortados para criar y entraron de forma natural a la zona hace algunos años de esa forma. Siguiendo con anécdotas de aves, en dos ocasiones en los últimos años me he encontrado aves al final de verano realmente en apuros. Una fue una garcilla bueyera que, posada sobre una rama en la orilla, no huía al aproximarme. El animal estaba tan sumamente debilitado por inanición que se dejó incluso echar mano. Tenía poco futuro. Lo cogí y llevé en mi recorrido, por más de una hora, metido en la bañera del kayak con idea de ingresarlo en el Centro de Recuperación de Aves Silvestres de La Fombera.


Papamos cerrojillo listo para soltar. C.M. Aguilar Gómez.
Desafortunadamente murió en el viaje en coche hacia allí. A veces el debilitamiento que tienen es tal que no les quedan más que unas horas de vida. Pero no siempre ocurre así. A finales de este agosto, coincidiendo con el paso de papamoscas cerrojillos, pude ver en medio del cauce un ave boca abajo y con las alas abiertas flotando. Por su escaso peso y debido a la tensión superficial del agua no se hundía. Pensando que ya estaría muerto me acerqué a verlo pero aún respiraba. Lo cogí, lo sequé y lo metí en una bolsa entreabierta en la bañera del kayak. En media hora ya estaba removiéndose. Lo tuve unos pocos días en casa alimentándole con gusanos de la harina a marchas forzadas y así tuvo una segunda oportunidad para continuar su migración.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Solo para gigantes (Libro)

Solo para gigantes
Gabi Martínez
ISBN:978-84-204-0765-4

(Biblioteca Pública de La Rioja  820-3 MAR sol)


La historia de Jordi Magrener no parece real, más bien parece el guión de una novela que estuviera a medio camino entre los géneros de aventuras, viajes y novela negra. Gabi Martínez indagó sobre su vida para escribir este libro, e incluso puso en peligro la suya en un viaje al conflictivo Pakistán para documentarse. No en vano, además de este libro se ha hecho un cómic y dicen que hay quién está pensando en una película. Jordi amplió los límites de su existencia. Partiendo de las barriadas conflictivas de la ciudad francesa donde nació, dirigió su mirada hacia las regiones más inexploradas del Hindu Kush en Pakistán y persiguió sus sueños. Hijo de emigrantes valencianos se obsesionó con la zoología y, llegado un momento, también con la existencia del yeti, al que un libro que leyó atribuyó la posibilidad de que fuera en realidad un reducto de neardentales que no llegaran a extinguirse por completo y que habrían podido sobrevivir en la compleja e inaccesible orografía de bosques del Asia central. Él lo creyó a pies juntillas.




A su interés por la zoología se unió su fascinación por los kalash de Pakistán, un grupo étnico del que se dice que son descendientes de una falange militar de Alejandro Magno que avanzó hacia allí en su incursión hacia Asia. Griegos por tanto. Sus rasgos son más occidentales que asiáticos y no son raras las personas de piel y ojos claros. Cierto o no, los kalash son una etnia con cultos paganos que producen vino y que están rodeados de musulmanes por todas partes, y no precisamente de islamistas moderados. En los últimos años por allí se forjaron los talibanes. 


La cultura kalash está cercada y en retroceso y no solo interesó a Jordi. Hace ya muchos años Juan Gabriel Pallarés viajó allí solo para conocer a los que viven en Afganistán, los kafires, dejando un magnífico libro que ya reseñé en el blog "Viaje al país de los kafires". Jordi persiguió sus sueños y buscó durante años al yeti, en ocasiones con el apoyo de antropólogos franceses, dió conferencias por Francia, fue objeto de documentales y se llegó a integrar en la comunidad kalash. Pero también fue un personaje muy contradictorio, conflictivo, de ideología ultraderechista y con zonas oscuras en su vida personal. Un buen día apareció degollado en su casa de Pakistán. Este libro es el relato de su vida.

domingo, 13 de octubre de 2013

Esnórquel de agua dulce en ríos de La Rioja

Pez fraile Salaria fluviatilis. César María Aguilar Gómez
Hace tiempo que cada vez que voy a la playa en verano paso más tiempo haciendo esnórquel que en la propia arena. Sin embargo, hasta el año pasado no me puse a fotografiar lo que veía por ahí abajo. Sin la ayuda de las fotos, no siempre es fácil identificar las especies que ves ni retener en la memoria los detalles que necesitas para buscar en las guías. Ahora que ya hay carcasas para muchas cámaras compactas, la fotografía se ha convertido en una gran ayuda. Pero en realidad el mar me queda un poco lejos de casa, el Cantábrico está bien para un fin de semana y al Mediterráneo solo acudo de año en año en algunas vacaciones veraniegas. Así, apenas son unos pocos días al año los que tengo ocasión de hacer fotos de fauna marina.




De izquierda a derecha tres especies: Salmo trutta,
Achondostroma arcasii y Barbus haasi
Otro rato prepararé una entrada del blog con algunos de mis "descubrimientos" del Cantábrico, pero hoy la entrada va de los de agua dulce. Y es que también podemos hacer esnórquel en agua dulce, no es lo mismo lo se, pero tiene su encanto aunque hay que elegir bien los tramos para tener algo de éxito. Así, probé el verano pasado en varios lugares del río Tirón con la idea de fotografiar al pez fraile (Salaria fluviatilis), una especie bastante escasa e incluida en el catálogo de La Rioja de especies amenazadas. Y tuve suerte. Desde entonces he perfeccionado algo la técnica y para tener buena visibilidad para las fotos he comprobado que hay que elegir tramos con pocos sólidos en suspensión y a poder ser muy superficiales.





Trucha Salmo trutta. César María Aguilar Gómez.
De ese modo la mitad de las veces te encuentras haciendo esnórquel empanzado en un remanso somero. En otras ocasiones es en una pequeña poza al final del estiaje. Entiendo que puede resultar un tanto friki aparecer por medio del río con el neopreno puesto, las gafas y el tubo en pleno verano y, encima la mayoría de las veces mirando charcos donde cubre por encima de la pantorrilla como mucho. Pero superado el miedo al ridículo, si das con tramos interesante, la cosa compensa. Los peces más agradecidos para esta modalidad de agua dulce, son aquellos que no tienen vejiga natatoria y por ello tienen que apoyarse en el sustrato, los peces bentónicos o epibentónicos.




Lamprehuelas Cobitis calderoni. C.M. Aguilar Gómez.
Con esas especies, la observación y su fotografía es más fácil, por la sencilla razón de que se mueven menos. Aunque según te metes al agua todos los peces huyen al verte, si esperas lo suficiente con un poco de paciencia muchos de ellos hasta regresan a curiosear. Para entonces ya tengo lista la cámara con las opciones de macro y preparado para retratarlos. Ocurre así con peces fraile y lamprehuelas (Cobitis calderoni) que se quedan quietas. No así con otros como truchas (Salmo trutta), barbos colirrojos (Barbus haasi),  piscardos (Phoxinus bigerri) o bermejuelas (Achondostroma arcasii), especies todas que he logrado ver y fotografiar de esta manera.





Natrix maura al acecho. César María Aguilar Gómez
Decir que para este tipo de fotografía no uso ningún equipo complicado me vale con una cámara compacta PowerShot S95 con una carcasa de buceo específica para el modelo. Lo cierto es que bajo el agua las condiciones para la fotografía no son fáciles y es cuestión de probar y tirar muchas. Los bichos siempre están en movimiento y tu tampoco te estás quieto debido a las corrientes. Por otra parte la turbidez del agua te impide usar el flash, con lo que has de tirar con luz natural. Las fotos que dejo en esta entrada son de algunas de las especies que he podido fotografiar en el río Tirón. Y no solo peces, también se ven varias especies de caracolillos, cangrejos, renacuajos y hasta culebras viperinas (Natrix maura) al acecho bajo el agua.

viernes, 4 de octubre de 2013

Un rayo de luz en los Andes 2

Kuélap, donde recogí la historia. C.M. Aguilar Gómez.
La supervivencia de dos gemelos en un parto debía ser algo inusual, así que uno de ellos había tenido la gran suerte de haber sobrevivido y a ese gemelo afortunado es al que se dirigían los rayos si tenían ocasión. Pero como no había manera de saber cual de los dos era,  cuando empezaba una tormenta había que poner a ambos a resguardo … por si acaso. Según estas creencias otro tipo de personas afortunadas en la vida eran aquellas que durante el parto habían nacido con los pies por delante, en vez de con la cabeza como la mayoría. Si nacieron vivos en un parto tan difícil es que tuvieron una suerte especial. Así que el rayo, que todo debe saberlo, ¡zas! … los fulminará si tiene la más mínima ocasión.



Bosques Dpto Amazonas. César María Aguilar Gómez.
Le comento a Carlos que eso de ser tener un hermano gemelo, es fácil de saber y por tanto se puede ser precavido cuando hay una tormenta, pero ¿y lo de haber nacido de pie? ¿cómo saber si a uno le va buscar el rayo por ese motivo?. Muy fácil, según me dice todos los que nacieron con los pies por delante tienen dos coronas. Vaya, creo que aún me ha liado más, así que le pregunto a qué se refiere con lo de las coronas. Llama corona a la depresión del cogote de donde nace el remolino de pelo, según él hay quien tiene dos de esos remolinos en vez de uno en la cabeza y eso indica que se ha nacido de pie. Por si no me lo creo me muestra directamente su caso, él tiene dos coronas y según le contó su madre nació con los pies por delante, no hay duda, no falla. 


Cruzando la puerta de Kuélap. Foto: Jéssica Sánchez.
La verdad es que no había oído nunca hablar de las coronas esas, pero rápidamente comprendo que junto a él me encuentro tan vulnerable a los rayos como subido al campanario de una iglesia en plena tormenta. Miro hacia arriba y el cielo sigue encapotado como durante toda la visita. Aunque he tenido que ponerme el chubasquero un par de veces, la lluvia es fina y el día desapacible, pero no de tormenta eléctrica, pero quién sabe. Carlos me ha regalado un bonita historia, pero ahora sabiendo lo de sus dos coronas, al despedirme no me queda otra que desearle buena suerte los días de tormenta. Desde luego, no se si también por sus dos coronas, pero al menos por sus conocimientos pude comprobar que Carlos era realmente “oro”.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Un rayo de luz en los Andes 1

El texto de las dos entradas con este título pertenece a un artículo que publiqué en mayo de 2012 en “Piedra de Rayo. Revista Riojana de Cultura Popular” en su número 40. El texto está tal y como apareció allí, en cuanto a las fotos están las del artículo más alguna adicional

Arqueológico en Baracoa (Cuba). C.M. Aguilar Gómez.
Desde que supe que en América se habían documentado historias de piedras del rayo similares a las de la península Ibérica, he buscado esos relatos cuando he tenido ocasión. Donde veía hachas de piedra, puntas de fecha o herramientas similares preguntaba a los guías por la explicación que daba la gente al encontrarlas. Primero fue en la Patagonia donde al ver herramientas prehistóricas y otras más recientes atribuidas a los tehuelches, albergué ilusiones. Pero nada, ni rastro de una interpretación que las catalogara como piedras del rayo. En el oriente cubano, ante una buena colección de piezas de ese tipo pertenecientes a los taínos, los nativos existentes a la llegada de Colón, la cosa también pintaba bien.




Montañas del Dpto. de Amazonas. C.M. Aguilar Gómez.
Estaba el “cuerpo del delito” y solo faltaba la historia, pero tampoco hubo suerte, al guía no le sonaba nada en ese sentido. A orillas del río Pichis, en la Amazonía peruana, pregunté a Jesús López de Dicastillo, un sexagenario viajero navarro que recorrió durante años el continente sudamericano y que oyó multitud de historias y leyendas en los Andes. Pero ni en las montañas, ni en las selvas de los ashaninkas donde yo le conocí, había oído una interpretación similar. Pese a todo insistí en un segundo viaje a Perú con Carlos Chávez, uno de los mejores guías arqueológicos que he conocido por allí.





Carlos Chávez, guía. Foto: C.M.Aguilar Gómez.
Mientras caminábamos por las ruinas de la fortaleza de  Kuélap, a 3000 metros de altitud, Carlos trataba de recordar algo como lo que yo le sugería, pero nada. Ante mi insistencia me ofreció un premio de consolación, un rayo de luz que podríamos decir después de tantas negativas. Una historia de rayos que había recogido en el departamento de Amazonas, la región de altas montañas donde estábamos, a veces áridas, a veces selváticas, pero pobladas desde antiguo y llenas de restos arqueológicos de la cultura chachapoyas. Carlos Chávez cuenta que aún hoy los pobladores indígenas de esas montañas, cuando comienza una tormenta, ponen a resguardo a los gemelos del pueblo. Existe la creencia de que los rayos no caen al azar, sino que señalan los sitios valiosos donde hay oro y también que persiguen a las personas que son “oro” en el sentido figurado, gentes con una suerte excepcional por estar vivas.

 ( ... seguirá en la siguiente entrada)


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