jueves, 25 de diciembre de 2014

Las zonas esteparias riojanas. Paisajes del olvido 3

Conservar lo que nos queda

  Foto 11   Autor: Diego Benavides
Lejos de tomarse conciencia de la desaparición de las zonas esteparias riojanas, no sólo por lo que supone de pérdida de valores naturales sino también sociales y culturales, la sociedad riojana en general y las diversas administraciones públicas en particular, continúan permitiendo agresiones a estos espacios (nuevos regadíos, concentraciones parcelarias, roturaciones, polígonos industriales, parques eólicos, carreteras, circuitos de alta velocidad, etc.), no tardando en consecuencia muchos años para ver el final de este hábitat natural y tradicional riojano. La sociedad riojana y sus administradores, los gestores del territorio y del medio ambiente riojano, debieran tomar conciencia de la necesidad de conservar los reductos más importantes de los espacios esteparios que nos quedan. 


Foto 11. Mosaico de barbechos y cultivos de secano



  Foto 12   Autor: Diego Benavides
En La Rioja estaríamos hablando de unas pocas zonas agrícolas de baja productividad en La Rioja Media y Baja, de gran interés especialmente para la conservación de las aves esteparias. Estas zonas vendrían a coincidir con los terrenos de “La Rad de Murillo” y “Barbarés” entre Murillo de Río Leza y Galilea, el área de “Viloria”, entre Ribafrecha, Ventas Blancas y Murillo de Río Leza, los terrenos de “Campo Viejo” y “La Maja” entre El Villar de Arnedo, Pradejón y Arnedo, y las planas en torno a la A-68 y la LR-358 en Alfaro, en los parajes de “Rigüelo” y “Portil de Lobos”. La protección de estos medios es viable y para conservar, al menos los lugares más valiosos, bastaría con incluir los indicados bajo alguna figura efectiva de protección del territorio. 


Foto 12. El mochuelo un ave ligada a medios agrícolas cada vez más escaso.


  Foto 13   Autor: César María Aguilar Gómez.
En estas zonas se apoyarían los aprovechamientos tradicionales actuales y se frenarían las amenazas de infraestructuras impactantes y nuevos regadíos. Con relación a las especies de aves de mayor interés y amenaza, sería necesario además ampliar el catálogo regional de especies amenazadas, incluyendo en el mismo al cernícalo primilla, la ganga ibérica, la ganga ortega y la terrera marismeña, lo que llevaría consigo dotarlas de los preceptivos planes de recuperación. Hasta ahora la administración ha emprendido algunas iniciativas con especies concretas de aves esteparias pero ello no ha impedido la rápida transformación de este hábitat en los últimos años.




Foto 13. Variedad de usos agrícolas en zonas de secano


  Foto 14   Autor: Ignacio Gámez
Otras medidas complementarias, pero igual de importantes, serían una mayor difusión y fomento entre los agricultores y ganaderos riojanos de medidas agroambientales apreciables y eficaces, y la compra por la Administración de unas pocas parcelas de terrenos incultos para impedir su roturación. Esto contribuiría decisivamente a mantener la diversidad del hábitat y favorecería la conservación de algunas de las especies más amenazadas. Los medios esteparios riojanos se encuentran en un punto en el que, de no mediar actuaciones para su conservación, pronto dejarán de albergar la biodiversidad que les caracteriza. Sacarlos del olvido dependerá de que los valoremos como se merecen y pasen a ser paisajes a conservar en vez de paisajes a transformar.

Foto 14. Cernícalo primilla, especie con el hábitat cada vez más limitado en La Rioja

jueves, 18 de diciembre de 2014

Las zonas esteparias riojanas. Paisajes del olvido 2

Un ecosistema acorralado por la transformación del medio rural
 

  Foto 7   Autor: César María Aguilar Gómez.
Si bien las zonas esteparizadas aparecieron ya en el Neolítico y permanecieron casi inalteradas hasta el pasado s. XIX, los enormes cambios que han tenido lugar posteriormente en España, sobre todo durante la segunda mitad del s. XX, han dado lugar a una enorme transformación del campo. El aumento de la población, el desarrollo industrial, el crecimiento de las ciudades, la creación de grandes infraestructuras viarias y sobre todo los cambios de usos agrarios (concentraciones parcelarias, regadíos, cambios de cultivos, declive de la ganadería ovina extensiva, abandono de edificaciones rurales aisladas, uso masivo de fertilizantes y pesticidas, etc.) han producido un gran declive que ha afectado a las zonas esteparias y a sus elementos asociados, la fauna y la flora silvestres.


Foto 7. Barbechos y cereales en Murillo de Río Leza



  Foto 8   Autor: César María Aguilar Gómez.
A este deterioro progresivo de los cultivos tradicionales de secano hay que añadir más recientemente, una política agraria no sólo local, regional o estatal, sino también comunitaria o global, en la que impera la más agresiva productividad, las multinacionales, las subvenciones y una actitud de enfrentamiento directo con el medio ambiente. Es por ello que hoy nos encontramos ante una situación en la que las zonas esteparias desaparecen año tras año irremisiblemente. Aquel paisaje agropastoral tradicional riojano, propio de gran parte de nuestro valle del Ebro, ha sido transformado en inmensas extensiones de cebadas y trigos, estériles ambientalmente, cultivadas mayoritariamente en razón a las subvenciones comunitarias. 


Foto 8. Transformación a monocultivo de viñas en estepas de Alfaro


  Foto 9   Autor: César María Aguilar Gómez.
Hoy una parte de los secanos tradicionales se están transformando en extensos monocultivos de olivos y viñas merced al riego por goteo. Los escasos reductos relativamente bien conservados de zonas esteparias que nos quedan son ahora, en razón al olvido y a la ignorancia, lugares de implantación de áreas industriales, infraestructuras diversas, vertederos, etc. El punto al que hemos llegado supera al de una agresión puntual aquí o allá, estamos hablando de un conjunto de inercias que, de seguir así, nos llevarán en breve a una transformación de estos medios con la consiguiente pérdida de biodiversidad. 

Foto 9. El aumento de la superficie de viñedo es una de las principales causas de la regresión de las estepas riojanas.


  Foto 10   Autor: Diego Benavides
De hecho la fauna asociada a este hábitat natural ya ha experimentado un enorme declive en los últimos tiempos especialmente visible en el grupo de las aves. Determinadas especies esteparias llegaron a extinguirse en La Rioja no hace tanto tiempo (avutarda y cernícalo primilla), otras hoy apenas si se llegan a una docena de parejas (sisón, ganga ibérica y terrera marismeña), y las restantes han sufrido una disminución poblacional de entre un 15 y un 50 por ciento tan sólo en los últimos 15 años.



Foto 10. La población de ortega ha sufrido un rápido declive.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Las zonas esteparias riojanas. Paisajes del olvido 1

Las tres entradas con este título pertenecen a un artículo que publiqué con Ignacio Gámez en octubre de 2005 en “Piedra de Rayo. Revista Riojana de Cultura Popular” en su número 18. Pese al tiempo transcurrido creo que aún refleja una situación actual y, como los otros artículos que he publicado en esa revista, cuelgo ahora este también en el blog. El texto está tal y como apareció allí, en cuanto a las fotos están las del artículo más alguna adicional.

  Foto 1    Autor: Eduardo Ayala
Actualmente la conservación y la protección legal de la naturaleza a nivel nacional y regional han puesto sus ojos prioritariamente en aquellos elementos y espacios menos alterados como son las zonas de montaña, los roquedos o los bosques. Sin embargo existen otros hábitats como los medios esteparios, fruto de la evolución natural del medio con los usos tradicionales del hombre, que han sufrido un gran abandono de la políticas conservacionistas. 

Foto 1. El alcaraván cría en el suelo de barbechos y terrenos incultos de las zonas esteparias, un medio que la intesificación de los secanos tradicionales hace desaparecer.





  Foto 2   Autor: César María Aguilar Gómez.
Un paisaje cercano pero desconocido

Estamos acostumbrados a relacionar la biodiversidad con paisajes agrestes de la naturaleza, imágenes de lugares que, a nuestros ojos urbanos, han de ser muy distintos del ambiente humanizado que nos es más próximo. Es por ello que a cualquiera que se le pretenda convencer de los valores naturales que atesoran paisajes tan distintos de este estereotipo, como son los medios esteparios, reaccione de primeras con extrañeza. A buena parte de la gente le sorprenderá que puedan albergar algún valor natural destacable y los más los asociarán con secarrales carentes de vida. Nada más lejos de la realidad.



Foto 2. Vegetación espontánea en la zona esteparia de La Maja (El Villar de Arnedo) con matas de albardín, sisallo y ontina.
  

  Foto 3   Autor: César María Aguilar Gómez.
Las zonas esteparias o esteparizadas, pertenecen a ese tipo de hábitats originados por la propia evolución natural de manera pareja a las actividades humanas a lo largo de siglos. En ellas los usos históricos por parte del hombre, las actividades humanas tradicionales ejercidas generación tras generación, la implantación de una cultura social y económica a partir de esa ocupación, etc., han dado lugar a espacios naturales antropizados en los que se ha desarrollado una variada fauna y flora características, con origen en hábitats naturales similares. Estos medios, propios de climas mediterráneos y semiáridos, en La Rioja están caracterizados por cultivos herbáceos extensivos de secano, tanto de cereales  (trigo, cebada, avena, etc.) como de leguminosas forrajeras (veza, guisante, alfalfa, etc.).


Foto 3. Albardín (Ligeum spartium).


  Foto 4   Autor: Diego Benavides
En ellos alternan barbechos cubiertos de una variadísima vegetación arvense y “perdidos” ocupados por pastizales, tomillares o saladares, dependiendo de las características de cada suelo. Esta conjunción de elementos aparece en un paisaje de escaso relieve en mosaico, con líneas de matorral entre fincas y la presencia aquí y allá de parcelas de viñas, cultivos arbóreos de secano (almendro y olivo), corrales y caseríos, balsas, “yasas”, vías pecuarias, lentos arroyos y áreas forestales (encinares y tamarizales). Un paisaje recorrido por rebaños de ganadería extensiva (ovejas) que aprovechan los rastrojos, eriales y linderos de fincas.

Foto 4. Barbechos de gran interés para el sisón


  Foto 5   Autor: Diego Benavides
Una flora y fauna únicas en el contexto europeo

En estos espacios naturales humanizados, con elementos de semejanza con hábitats puramente naturales, también de llanuras y de tipo semiárido, como las estepas puras, las sabanas o los semidesiertos, se desarrolló una flora y fauna propias de gran singularidad. Estas alcanzaron aquí incluso mayor esplendor que en los hábitats naturales de origen. Así, la aparente monotonía que se le podría suponer a este paisaje, se rompe al acercanos al mosaico de eriales, zonas incultas y enclaves salitrosos que quedan entre los cultivos y donde encontramos un buen número de plantas adaptadas a estas difíciles condiciones que imponen los suelos y el clima de la depresión del Ebro. 

Foto 5. Macho de sisón en la zona esteparia de La Maja.


  Foto 6   Autor: Eduardo Ayala
Dentro de la fauna vertebrada encontramos especies propias de estas zonas como la liebre mediterránea o la lagartija colirroja, pero es sobre todo en las aves en las que se hace más patente la singularidad de los medios esteparios. Especies como el aguilucho cenizo, el cernícalo primilla, el sisón, el alcaraván, la ganga ibérica, la ganga ortega, la terrera común o la terrera marismeña están presentes como reproductoras en las estepas riojanas. Hay que tener en cuenta que éstas y otras aves esteparias, en la mayor parte de los casos, sólo están presentes dentro del ámbito europeo en la península Ibérica y su declive es el más acusado de los que sufre la avifauna europea. Es por ello que tenemos una enorme responsabilidad en su conservación y su situación es una cuestión que preocupa en términos de biodiversidad a la Unión Europea.

Foto 6. Bebedero de gangas ibéricas, especie con una pequeña población nidificante en el extremo oriental del Valle del Ebro, con grave peligro de desaparición por los planes de regadío.

martes, 2 de diciembre de 2014

Francia 2 (2014) Pinares y riberas del río Contis


Pinares con madroños. César María Aguilar Gómez.
La región de Las Landas es una enorme extensión de pino resinero (Pinus pinaster). Ese era el bosque sobre el que asomaba el singular faro de Contis. En el caso de los pinares, a veces es difícil determinar cual es su distribución natural. El hombre han contribuido desde antiguo a extender algunos bosques, a través del cultivo, y a reducir otros que le resultaban menos útiles. Parece que el pino resinero en Las Landas sí es autóctono pero, su extensión actual, se ha visto muy incrementada por el hombre. Tiempo atrás fue favorecido por su resina pero, hoy en día, la mayoría de los pinares son cultivos forestales que alimentan una potente industria local de la madera.



Especies de flora con frutos. César María Aguilar Gómez
No obstante, siembre hay zonas del pinar que están más naturalizadas. Esas zonas con menor intervención son las que tienen un mayor atractivo. Era el caso del entorno del faro de Contis y su colorido sotobosque de madroños (Arbutus unedo), brezos (Erica cinerea) y tojos (Ulex sp). Paseando y viendo algunas de las típicas aves forestales como páridos, palomas torcaces o arrendajos, llegué a la orilla de un río, el llamado también Contis. La vegetación cambió. Allí se refugiaban unas cuantas especies de ribera como alisos (Alnus glutinosa) o avellanos (Corylus avellana), pero también árboles a los que la silvicultura del pinar ha relegado a un lugar marginal.





Roble atlántico Quercus robur César María Aguilar Gómez
Entre ese arbolado, que probablemente ocupó mayores extensiones en la región, estaban los grandes robles atlánticos (Quercus robur), los alcornorques (Quercus suber) y una especie naturalizada desde antiguo como es el castaño (Castanea sativa). El sotobosque de la zona era singular, una mezcla de especies de influencia mediterránea y atlántica. Por allí estaba el rusco (Ruscus aculeatus), con sus frutos rojos creciendo sobre lo que aparentan ser hojas, en realidad tallos modificados con esa forma. También matas de acebo (Ilex aquifolium) y, trepando por la frondosidad de la ribera, hiedras (Hedera helix) y vides silvestres (Vitis sylvestris) con los colores rojos y amarillos del otoño.



Mapa S. XVIII (Cassini), marismas, pinares y lago. 
La pequeña ribera del Contis era francamente diversa y, al cabo de caminarla un rato, una señalización junto a una carretera me indicó su singularidad. El lugar forma parte de un espacio Red Natura 2000 que da cabida a las zonas húmedas del antiguo lago de Lit et Mixe, un lago colmatado entre pinares que drena este río. Parece que ese hábitat lacustre original de dunas ha tenido una gran regresión en Las Landas. Tanta selvicultura de pinares ha arrinconado y transformado los humedales y lagunas que se formaban en los cordones dunares. Muchos de los drenajes hechos para la explotación del territorio han simplificado el paisaje y su diversidad.




 Izquierda: Mano y pie de Coipú (Myocastor coipus)
 Derecha: huellas de Nutria (Lutra lutra)
En cuanto a la fauna, el espacio natural incluye especies de interés comunitario como el galápago europeo (Emys orbicularis) y el visón europeo (Mustela lutreola). Ya que he trabajado con ambas especies me acerqué hasta el pequeño estuario para echar un breve vistazo por las orillas. Ni rastro. Pero lo que sí vi en aquellos lodos fueron huellas de otras dos especies de mamíferos, una invasora y otra autóctona. Las primeras eran de coipú (Myocastor coipus), un roedor sudamericano que ha invadido gran parte del sur de Francia. Las otras eran de nutria (Lutra lutra), una especie que se ha recuperado muy bien en las últimas décadas. Las fotos son bastante precarias pero testimoniales.


Baccharis halimifolia florida. César María Aguilar Gómez.
Sin embargo no era la única especie invasora. Otra de las especies que causan grandes transformaciones en los estuarios costeros del norte de España y Francia estaba allí, Baccharis halimifolia, un arbusto con inflorescencias que dan ramilletes de aspecto plumoso. Una planta bonita pero con un gran potencial invasor cuya erradicación a gran escala se ha empezado a probar en humedales costeros como las marismas de Urdaibai en el País Vasco. En fin, todo esto fue lo que dieron de sí varios paseos accidentales alrededor de un destino de playa improvisado en Las Landas. El mundo está lleno de zonas naturales interesantes y ¡hay tanto de lo que aprender!


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