miércoles, 26 de diciembre de 2018

Libros 2018

Este año que acaba ha sido abundante en lecturas. Como no me canso de decir, contar con una biblioteca pública como la que tenemos en Logroño es todo un lujo. De gran parte de los autores o temas que pueden interesarme, encuentro buenos libros en ella. Lo que me sorprende de la biblioteca es que muchos libros que busco no son precisamente mayoritarios y el hecho de que los incorporen a su colección dice mucho del criterio que tienen para seleccionar libros, de su vocación de servicio público y de que nos se dejan llevar solo por lo más leído del momento.

 



En cierto modo, lo que uno lee le define bien, aunque no siempre. A mí me gusta arriesgarme de vez en cuando con temas y autores que me aporten una mirada más ancha del mundo. En todo caso, la lista que me ha salido este año veo que recoge gran parte de mis inquietudes: viajes, África, desiertos, aves, ártico, ciencia, mundo rural, ética, migraciones, Thoreau, evolución, flora, ateísmo, antropología, Saramago, ecología, historia, Darwin, cambio climático, afroamericanos...
 





No sabría cuales destacar este año, quizás uno de los que más me ha sorprendido ha sido "Parásitos" de Carl Zimmer sobre esa parte del mundo animal a la que despreciamos y tememos por igual y que, biológicamente, tiene una importancia de la que no somos conscientes. Otros altamente recomendables son dos libros de viajes reales, de los que te ponen la piel de gallina,  uno “Partir para contar”, que ya reseñé por aquí y el otro “En el país de la muerte blanca” la increíble historia de supervivencia en el ártico de Valerian Albanov a comienzos del siglo XX.

Bueno, pues aquí dejo la lista completa del año.

 
-Expediciones zoológicas al Sáhara Atlántico. Harmusch.
-Sáhara, Guinea y Marruecos: Expediciones Africanas. José Antonio Valverde.
-Hacia rutas salvajes. Jon Krakauer.
-China en África. Pekín a la conquista del continente africano. Serge Michel y Michel Beuret.



-La cultura que hace el paisaje. Escritos de un naturalista sobre nuestros recursos de montaña. Pedro Montserrat.
-Una casa en Walden. Sobre Thoreau y cultura contemporánea. Antonio Casado da Rocha.
-En el país de la muerte blanca. Una historia épica de supervivencia en el Ártico siberiano. Valerian Albanov.
-Partir para contar: un clandestino africano rumbo a Europa. Mahmud Traoré y Bruno Le Dantec.
-El ingenio de los pájaros. Jennifer Ackerman.
-La aventura de viajar. Historias de viajes extraordinarios. Javier Reverte.
-La vida secreta de los árboles: descubre su mundo oculto: qué sienten, qué comunican. Peter Wohlleben.
-El monte mediterráneo: una guía para naturalistas. Julián Simón López-Villalta.
-La memoria secreta de las hojas. Una historia de árboles, ciencia y amor. Hope Jahren.
-La conquista social de la tierra: ¿De Dónde Venimos? ¿Quiénes Somos? ¿Adónde vamos? Edward O. Wilson
-Memorial del convento. José Saramago
-Perros de paja. Reflexiones sobre los humanos y otros animales. John Gray
-Cosecha robada. El secuestro del suministro mundial de alimentos. Vandana Shiva
-La fecundación de las orquídeas. Charles Darwin.
-Curso acelerado de ateísmo. Antonio López Campillo y Juan Ignacio Ferreras.
-La pequeña edad de hielo, cómo el clima afectó a la historia de Europa (1300-1850). Brian Fagan.
-El calentamiento global, historia de un descubrimiento científico. Spencer Weart.
-Todos deberíamos ser feministas. Chimamanda Ngozi Adichi.
-El creacionismo. ¡Vaya timo! Ernesto Carmena.
-La máscara de África: un viaje por las creencias africanas. V.S Naipaul.
-Historias de Roma. Enric González.
-Parásitos. El extraño mundo de las criaturas más peligrosas de la naturaleza. Carl Zimmer.
-En la cima del mundo. Norman Mailer.
-El dios de cada uno. Por qué la neurociencia niega la existencia de un dios universal. Francisco Mora.


miércoles, 19 de diciembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 11 (2006) El humedal de Siikalahti

Avetoro en el logo de los humedales de Siikalahti.
Dejamos Kussamo temprano. Aún nos quedaba un largo viaje de regreso hacia el sur de Finlandia, así que pasamos el día conduciendo y mal comiendo. A pesar de ello, no nos resistimos a hacer una parada en Vartsila para echar un vistazo al lago Saaperinjarvi, en una zona fronteriza con Rusia.

Pronto descubrimos que el lago tenía muy malos accesos, así que tuvimos que conformarnos con pajarear por los alrededores donde escuchamos el fuerte canto de varios guiones de codornices (Crex crex). Sin embargo, verlos fue imposible. Los oímos en herbazales, tan cerca de nosotros, que pensamos que cualquier ave que se moviera un poco tendríamos que poder verla. Pero no fue así.



Cisne cantor (Cygnus cygnus). Foto: Óscar Gutiérrez.
Que no íbamos a lograr ver ningún guión, ya nos lo advirtieron unos pajareros locales al ver nuestro empeño, pero no les creímos. Al final les tuvimos que dar la razón. Con otras aves tuvimos más suerte, como el camachuelo carminoso (Carpodacus erythrinus) o la curruca zarcerilla (Sylvia curruca).

A última hora del día llegamos a Siikalahti unos humedales al sur de Finlandia. Allí pusimos en práctica el horario de observación que nos enseñaron en Karelia. Algunos salieron a pajarear a la una de la madrugada, pero para otros, aquello fue excesivo y hubo un segundo turno. Después de tantos días de viaje y mal dormir, a mí y a alguno más, ese último esfuerzo nos superaba.



Humedales de Siikalahti. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Los del turno de la una de la madrugada salieron sin apenas luz, ya que al sur de Finlandia, ya había regresado la oscuridad de la noche por un par de horas. Los del segundo turno, el de las cuatro, nos levantamos sin embargo con una mañana completamente soleada.

Siikalahti es un humedal acondicionado para las visitas, a diferencia de lo que nos sucedió en el lago Saaperinjarvi, así que pudimos recorrerlo de forma cómoda por pasarelas y observatorios. Allí pudimos escuchar avetoro (Botaurus stellaris) la especie que tienen por emblema del espacio natural.





Buscarla fluvial (Locustella fluviatilis). O. Gutiérrez.
El humedal fue también una buena zona para aves acuáticas como ánades rabudos (Anas acuta), cucharas (Anas clypeata), porrones moñudos (Aythya fuligula), cisne cantor (Cygnus cygnus) o somormujo cuellirrojo (Podiceps grisegena) entre otras.

También fue un buen lugar para pequeñas ave e incluso los bosquetes de los alrededores dieron para ver pito negro y dos machos de gallo lira. Con los días de madrugones, a esas alturas del viaje ya dábamos por amortizado el esfuerzo así que, tras un reconstituyente desayuno a media mañana salimos hacia Helsinki. Al llegar a la capital completamos nuestro viaje de dos semanas con 6.000 km recorridos.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 10 (2006) Vistas de la Karelia

Sierra de Valtavaara. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Tras dejar la región de Laponia, nuestra siguiente parada se encontraba en la Karelia, una zona fronteriza con Rusia de gran interés natural. Las distancias en Finlandia son enormes, así que tardamos casi día medio hasta llegar a ella. Para recorrer los bosques de los alrededores, nos instalamos un par de días en Ruuka.

La sierra de Valtavaara fue la primera elevación que veíamos en toda Finlandia, ya que los relieves montañosos son una excepción. El país es casi un continuo de bosques y lagos.  Los cambios más aparentes son que los bosques sean más naturales, con madera muerta y portes más irregulares, o que estén más explotados como cultivos forestales.



Parque Nacional Oulanka. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En la zona exploramos los bosques y la ribera del río Oulanka en el parque nacional del mismo nombre. Contar con referencias concretas de dónde localizar algunas de las aves forestales que íbamos buscando es fundamental, sin ellas son difíciles de encontrar. A nuestros ojos todo el bosque parece igual, ya nos ocurrió con los búhos en Oulu, pero las especies en esos ambientes aparecían muy localizadas.

Gracias a las recomendaciones de ornitólogos locales logramos encaminar la búsqueda. Lo primero que nos recomendaron fue salir a ver aves a las 2-3 de la madrugada, así que cambiamos nuestros biorritmos.



Ruiseñor coliazul (Tarsiger cyanurus). Sebastián Lara.
En mayo había luz durante buena parte de la noche pero muchas aves concentran la actividad en unas pocas horas. Probamos el cambio de horario, la información que nos dieron y… ¡funcionó! Observamos urogallo (Tetrao urogallus), numerosos gallos lira (Lyrurus tetrix), ruiseñor coliazul (Tarsiger cyanurus) y escribano pigmeo (Emberiza pusilla).

La observación de aves en esos bosques está muy basada en desplazamientos en coches y esperas en sitios concretos donde se sabe que hay alguna la pareja de la especie que buscas. Así, apenas nos alejábamos de la furgoneta. A mí llegó un momento en que me hacía falta tomarle el pulso al paisaje y dejar un poco la furgoneta atrás.



Encontré el remedio haciendo un recorrido de 20 kilómetros en solitario por un sendero  por el Parque Nacional Oulanka. El trayecto tenía de todo, inmensos bosques, ríos, puentes colgantes, cabañas y además tuve la suerte de hacer buenas observaciones de una especie que hasta el momento había sido muy esquiva, el grévol (Bonasa bonasia).

En el parque nacional crece una curiosa orquídea, la orquídea calipso (Calypso bulbosa), escasa en Europa y muy localizada en Finlandia, tanto que forma parte del logotipo del espacio natural. El hallazgo de varios ejemplares recién florecidos fue la recompensa a una tarde de caminata por Oulanka.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 9 (2006) Laponia y el pueblo sami

Pastor sami en 1950s. Foto libro "The Sami People".
El norte de la península escandinava es el territorio ocupado por el pueblo sami. Este pueblo originario ocupa lo que hemos dando en llamar Laponia, una vasta región se reparte entre los estados de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. 

Con relación a los hábitos de vida de los actuales samis, estos no son muy distintos de los estándares que se dan en los respectivos países que ocupan. Lo que sí se mantienen es una fuerte identidad cultural que,  incluso, adquiere carácter político ya que en algunos de los estados que ocupan tienen reconocidas instituciones y parlamentos samis.





Casa de turba sami. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En un viaje como el que hicimos, lo que uno puede ver de la cultura sami apenas alcanza a lo expuesto en los museos. Uno de ellos lo encontramos en la población de Varengerbotn, junto al fiordo Varanger. Pasamos varias veces por allí en nuestros recorridos por la península, pero no hubo ocasión de visitarlo. Las aves eran la prioridad en ese viaje.

Lo que sí pudimos ver fueron algunas de las réplicas de casas del exterior del museo, accesibles a cualquiera. Las había de madera y decoradas con costillas de ballena y, las más pintorescas, unas hechas con turba que se integran a la perfección con el paisaje.





Familia sami en 1934. Foto libro "The Sami People".
Las casas de turba tienen una estructura de ramas de abedul que luego cubren con cepellones de tierra turbosa. Son estructuras vivas, donde la vegetación sigue creciendo. Aunque la que vimos era parte de un museo, no son del todo un aspecto del pasado.

En las orillas del fiordo encontré un refugio para excursionistas hecho solo con turba. La estancia era de lo más acogedora, con leñera, un espacio para guardar animales y una habitación con hogar para el fuego y pieles de reno para pernoctar. En el libro de visitantes encontré dos textos en castellano, uno de una argentina casada en la cercana iglesia de madera de Nesseby y otra de una peruana de viaje.




Tipi sami. Museo SIIDA-Inari. C.M. Aguilar Gómez.
Tras varios días por Noruega regresamos a Finlandia y nos dirigimos Inari, donde visitamos el SIIDA, un gran centro de interpretación sobre la naturaleza de Laponia y la cultura sami. Allí supimos que el reconocimiento de su cultura y las instituciones en Finlandia solo se consiguieron tras  movilizaciones en los años ochenta del siglo XX.

En el SIIDA visitamos también el museo al aire libre con construcciones tradicionales. Entre ellas unos tipis samis, de estructura similar a los de los nativos de Norteamérica. Al igual que en Norteamérica, los samis los construían para los desplazamientos estacionales. También vimos diferentes tipos de almacenes para pescado y comida y una amplia variedad de trampas para la caza de osos, lobos y otros predadores.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 8 (2006) Paisajes del ártico

Desembocadura del río Tana. C.M. Aguilar Gómez.
El río Tana, donde comenzamos el recorrido por la zona occidental e interior de la península de Varanger, es un río que sobrecoge. Con sus dos kilómetros de ancho e inmensos bancos de arenas y gravas, desemboca en el fiordo del mismo nombre y su aspecto recuerda al de un río salmonero de Alaska.

El Tana es, también, un buen lugar para salmones y tanto da que un río con ese aspecto esté en Norteamérica o en los confines de Europa ya que, a estas latitudes, esos ríos han sido modelados por los mismos elementos a uno y otro lado del Atlántico.





Lago península de Varanger. C.M. Aguilar Gómez.
A sus orillas acudimos con la esperanza de observar al gerifalte, el gran halcón de la tundra que había tenido un territorio en unos cortados próximos. Pero en esa ocasión no hubo suerte. Tras la espera seguimos la carretera que se adentra en el interior de la península de Varanger y se abrun mundo nuevo.

El paisaje del interior es lo más cercano a la típica imagen del ártico que podamos tener. En las tierras altas predominan las formas suaves, las laderas erosionadas durante miles de años por la acción de hielo en las sucesivas glaciaciones.






Lagópodo (L. lagopus lagopus). Diego Benavides.
A finales de mayo, la primavera andaba retrasada y aún quedaba bastante nieve en el trayecto hasta Berlevag. Incluso hielo. La hierba aparecía quemada por la nieve, los arbustos apenas estaban despertando del letargo y el suelo aparecía tapizado de una gran diversidad de líquenes.

Un paseo a pie por paisajes tan extremos hizo que nos sintiéramos como exploradores polares. Todo lo que alcanzábamos con la mirada no era otra cosa que tundra. Sin embargo, nuestra confortable furgoneta estaba a mano para refugiarlos cuando nos cansáramos de hacer el Amundsen.


 



Haciendo el "Amundsen". C.M. Aguilar Gómez.
En estos parajes vimos nuestros primeros lagópodos escandinavos (Lagopus lagopus). Aún conservaban parte del plumaje blanco del invierno, periodo en el que su mimetismo con la nieve es total. También eran comunes los págalos raberos (Stercorarius longicaudus) y los chorlitos dorados (Pluvialis apricaria).

En Berlevag observamos alondras cornudas (Eremophila alpestris) y en la desembocadura de un arroyo abundantes gaviotas:  argénteas (Larus argentatus), canas (Larus canus), tridáctilas (Rissa tridactyla), gaviones (Larus marinus), un gavión hiperbóreo (Larus hyperboreus) y dos gaviotas groenlandesas (Larus glaucoides).



Entre la raquítica vegetación había un par de ellas con flores llamativas: el llamado musgo florido (Silene acaulis) y la violeta amarilla (Viola biflora). El musgo florido recibe ese nombre por las almohadillas de hojas pequeñas que forma aunque nada más tiene que ver con ellos. La Silene acaulis es una especie de distribución circumboreal pero que, además, aparece en cordilleras alpinas más al sur como los Pirineos.

Algo similar ocurre con
Viola biflora. Esta especie ha quedado acantonada en macizos montañosos al sur de su distribución norteña, en márgenes de ventisqueros donde va buscando las condiciones frías de estos hábitats boreales.


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