viernes, 13 de junio de 2014

De Castejón a Tudela en kayak, el Ebro indómito

Sotos y meandros Ebro en Castejon. Google Earth
El pasado mes de noviembre hice con Carlos Álvarez los 20 kilómetros de recorrido que separan el puente de Castejón y la presa de la central hidroeléctrica de Tudela. Con dos embarcaciones y dos coches realizamos un tramo que, por la corriente, no podía hacer solo con mi kayak saliendo y volviendo al mismo punto. Este tramo del Ebro es uno de los más “salvajes” que conozco en cuanto a dinamismo fluvial. Unos kilómetros antes del tramo, entre Milagro y Alfaro, desemboca el río Aragón que drena la parte occidental de los Pirineos. El gran volumen de agua que aporta la cuenca del río Aragón, especialmente en crecidas, y el lecho de materiales blandos sobre el que discurre el Ebro, generan una zona de meandros divagantes libres como hay pocos en la Península Ibérica.



Canales secundarios del Ebro. C.M. Aguilar Gómez.
Hay que recordar que el Ebro es el río más caudaloso de España y su dinamismo entre la desembocadura del Aragón hasta Zaragoza es espectacular. Basta con mirar algunas ortofotos de hace años para ver cómo de rápido han ido cambiando los meandros. Bien es cierto que, con la regulación de embalses y los mazones que se construyeron en la segunda mitad del siglo XX el río, está hoy mucho más “domesticado”. Pero ese dinamismo aún existe y es mayor que en muchos otros tramos medios del río. A consecuencia de ello, entre Castejón y Tudela son frecuentes los meandros cerrados a punto de estrangularse, canales secundarios, amplias playas de grava e islas de considerable tamaño.




Garceta grande Egretta alba. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En el tramo recorrido pudimos ver abundantes garzas reales en las orillas, cormoranes y hasta una garceta grande, especie que cada vez es más frecuente en el río Ebro. Las fechas en que hicimos el recorrido fueron de las últimas en que yo suelo coger el kayak por el Ebro. A finales del otoño y durante el invierno el paisaje de la ribera es menos agradecido y además las crecidas son frecuentes, así que yo paro la actividad. Una semana después de aquel recorrido de noviembre, el río se desbordó a lo grande en ese tramo hasta el punto de dejar irreconocibles los paisajes por los que habíamos pasado. Algunas pequeñas islas y barras de grava en las que paramos quedaron completamente sumergidas bajo el agua. 



Taludes al agua... ¡amazónicos! C.M. Aguilar Gómez.
Uno de los lugares que a mi más me impactan de ese tramo es una orilla donde el río excava un largo talud de tierra año tras año. Sobre la tierra se extiende un soto ribereño bien desarrollado y con cada crecida hay árboles que se desploman y caen al río.  A mí me recuerda a esas imágenes de los taludes amazónicos de los documentales donde el gran río “devora”  árboles con cada periodo de aguas altas. Y algo así debió pasar unos días después con la crecida tragando varios de aquellos chopos y álamos que veíamos. Pasar por allí en kayak era una ilusión que tenía. Lugares así de sugerentes, vistos desde el agua, llevan mi imaginación mucho más allá del Ebro. Y es que navegar este gran río es siempre sorprendente... ¡y está tan cerca!


1 comentario:

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