sábado, 22 de septiembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 3 (2006) La bahía de Limmika

Región de Oulu con luces de tarde.  C.M. Aguilar Gómez.
La región de Oulu, a orillas del Báltico, fue la primera parada con algo de sosiego. Básicamente porque allí estuvimos tres noches en el mismo sitio y, para explorar los alrededoresnos instalamos en una cabaña en el camping de Limminka.

En la región alternan bosques de abedules, coníferas y campos agrícolas. La zona es de gran interés para la observación de aves porque en ella coincide la distribución de varias especies de búhos norteños y su búsqueda es más accesible que en otras zonas más remotas. Eso es, sin duda, un potente imán para muchos ornitólogos de Europa.




Hierba centella (Caltha palustris).  C.M. Aguilar Gómez
Dejamos la búsqueda de búhos para la noche y por el día nos dedicamos a recorrer los observatorios de la bahía de Limminka, o Limminganlahti como se la conoce en finés. Hablar de noche y día en esas fechas es relativo, ya que al sur de Finlandia apenas hay dos o tres horas de noche y por el encima del círculo polar ártico las 24 horas son de luz.

Limminganlahti es una gran bahía abierta al Báltico, al golfo de Botnia, entre Suecia y Finlandia, y es una de las mejores zonas húmedas del país. Es de especial interés durante las migraciones, cuando es escala obligada para muchas aves.




Combatinente (Calidris pugnax). Sebastián Lara.
La mayoría de la vegetación herbácea estaba aún despertando. El carrizo comenzaba a brotar pero, entre los tallos de la temporada anterior, asomaban ya las flores de la hierba centella (Caltha palustris), esos botones dorados que cubren las zonas encharcadas en primavera.

Ese año la primavera estaba siendo muy fría y todo iba bastante retrasado.  Sin embargo, allí estaban los combatientes (Calidris pugnax) en pleno plumaje de celo haciendo la parada nupcial, una extravagancia que disfrutamos por primera vez.





Alces en Limminganlahti. Foto: Diego Benavides.
También pudimos disfrutar de un buen número de otros limícolas, de los vuelos nupciales de la agachadiza común (Gallinago gallinago), del abundante carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus) o de los escribanos cerillos (Emberiza citrinella), hortelano (Emberiza hortulana) y palustre (Emberiza schoeniclus).

Otras aves que estaban entretenidas en sus paradas de celo eran las grullas (Grus grus). Pero la marisma ganó en espectacularidad cuando tres alces la recorrieron a campo abierto, en una secuencia propia de un documental de vida salvaje.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 2 (2006) Lagos y bosques sin fin

Señal de peligro por alces. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Un viaje de furgoneta por un país del tamaño de Finlandia,  con los objetivos que llevábamos, supone tener que pasar horas y horas en la carretera. Nuestro primer destino estaba casi a la mitad del país, la región de Oulu, nada menos que a un par de días de viaje de Helsinki.

En la carretera comenzamos a ver las primeras señales de peligro alces y a ensimismarnos con la visión del bosque continuo. Un paisaje visto solo a través de las ventanillas porque, las paradas llegarían más arriba. Había que alcanzar Oulu. En las carreteras avanzábamos lentos ya que no se puede pasar de 80-100 km/h y allí la gente lo respeta.
El país es una sucesión de lagos, bosques de pinos, abetos y abedules. Y también claros, donde aparecen casas de madera en rojo o amarillo que humanizan el paisaje. 



Bosques, lagos y turberas.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
A finales de mayo el bosque despertaba de su letargo invernal. Las hojas recién brotadas de los abedules transmitían la esperanza en unos meses productivos. En ellos la vida a esas latitudes vuelve con un vigor inusitado, tras meses de frío y nieve.

La mañana en los alrededores del camping donde pasamos la primera noche, en Aarekoski, estaba exultante. Desde las primeras horas el bosque se llenaba de cantos. En un breve paseo vimos especies como la curruca mosquitera (Sylvia borin), los mosquiteros musical (Phylloscopus trochilus) y silbador (Phylloscopus sibilatrix) y el camachuelo carminoso (Carpodacus erythrinus).



Abetos y pinos Pyhä-Häkki.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En las aguas quietas de un lago, tan comunes en todo el sur del país, vimos dos de sus habitantes más habituales, el porrón osculado (Bucephala clangula) y la serreta mediana (Mergus serrator).

Seguimos camino hacia el norte y paramos en un parque nacional
que nos queda de paso, el Pyhä-Häkki . Apenas tiene una superficie de 13 km2 pero protege una de las mejores manchas de bosque viejo del sur de Finlandia. Entre los siglos XVII y XIX muchos bosques de la zona fueron abiertos con ayuda del fuego para obtener tierras de cultivo. Hoy en día, gran parte de los bosques que vemos en la zona, aunque ocupan gran  superficie, son cultivos forestales en producción.


 
Pyhä-Häkki National Park.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En esos bosques manejados es raro encontrar la diversidad que corresponde a un bosque maduro y en Finlandia, esos bosques son más raros de lo que solemos pensar. Pyhä-Häkki tiene su interés por haber quedado al margen de este manejo. Cuenta con árboles de entre 100 y 200 años algo que, para su contexto, es un bosque maduro.

En esas latitudes un bosque no explotado tiene grandes árboles pero no son los portes que acostumbramos a imaginar. El crecimiento está muy limitado por el clima a unos pocos meses del año. El más viejo documentado en el parque es “Iso puu” (el árbol gigante) y han calculado que empezó a crecer hacia el año 1.518.  



Árbol caído en el sendero.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Damos un paseo de unos cinco kilómetros por el bosque, nos acercamos a uno de sus lagos y tomamos contacto con sus ciénagas. El logotipo del parque es un pito negro y la señalización del sendero incluye un urogallo, especies características en los bosques maduros. Pero es media mañana y no es la mejor hora para ver sus aves.

Nos conformamos con el paisaje y disfrutamos del gusto exquisito que tienen valorando la madera muerta. Aquí, cuando un árbol cae sobre un sendero nadie piensa en cortarlo, primero el bosque, luego los visitantes. Sorprendente.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 1 (2006)

Vestre Jakobselv (Varanger). C.M. Aguilar Gómez.
Recupero para este blog un viaje a Finlandia y a la península de Varanger (Noruega) que realicé en 2006, unos años antes de empezar a escribir por aquí. La idea partió de varios amigos del Grupo Ornitológico de La Rioja (GOR) que prepararon una ruta a la búsqueda de aves de la taiga y la tundra. Yo me añadí en el último momento.

Conocí el norte de Europa en 2001. Aquel año, Iratxe y yo, recorrimos Suecia y Noruega con nuestra furgoneta entre junio y julio. Fue un viaje de mucha carretera, un mes de conducción, con salida y regreso en Logroño. Entonces rebasamos el círculo polar ártico y alcanzamos las Islas Lofoten, donde pasamos una semana.



 

Frailecillo (Fratercula arctica) C.M. Aguilar Gómez.
En esta nueva ocasión visitaría una parte de Noruega que me quedó pendiente entonces, la península de Varanger. En ella se encuentra el único fiordo noruego orientado hacia el este, una opción accesible para conocer la naturaleza del ártico. Pero antes íbamos a recorrer Finlandia de sur a norte.

En un viaje así, hay oportunidad para observar muchas de las especies más septentrionales que vemos en las guías de identificación de aves de Europa. Entre los objetivos estaban varios búhos en la región de Oulu, paseriformes de la tundra, aves marinas y colonias de álcidos en el fiordo y península de Varanger.




Para el viaje nos juntamos 5 amigos: Óscar Gutiérrez, Sebastián Lara, Joaquín Blanco, Diego Benavides y yo. Volamos a Helsinki, alquilamos una furgoneta y realizamos el viaje entre el 26 de mayo y al 10 de junio. Subimos Finlandia hasta el límite con Noruega, pasamos 4 días en Varanger y regresamos a Helsinki por la Karelia.

A lo largo del trayecto fuimos haciendo paradas para buscar distintas especies de aves. Algo a tener en cuenta es que el paisaje finlandés es muy homogéneo y dar con algunas aves forestales no siempre es fácil sin información precisa. Así, las indicaciones de ornitólogos locales que hallamos fueron de gran ayuda.

 

Los 5 en el Camping Värminkoske. Sebastián Lara.
El alojamiento en Finlandia no fue complicado y nos fuimos instalando en cabañas de camping, a salto de mata, al final de cada jornada. En mayo y junio había poca ocupación y los precios eran asequibles. La mayoría de sus camping están pensados para el esquí de invierno, su temporada alta, y por ello las cabañas están muy bien equipadas.

En Noruega ya fue distinto. El país era bastante caro y las opciones de alojamiento en Varanger eran muy limitadas. Nosotros nos alojamos en una casa familiar en Vestre Jakobselv que nos alquilaron entera para nosotros por 4 días.


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