sábado, 16 de diciembre de 2023

A Belén castores. Distribución y población del castor europeo (Castor fiber) en La Rioja.

Pastor y castor solo difieren en una letra. Así no es de extrañar que aquel niño, al que su maestro pidió a los de su clase que acudieran al belén del colegio vestidos de pastor, se hiciera un buen lío y acabara camino de la escuela disfrazado de castor cantando un villancico con la letra equivocada. Es lo que tienen las palabras parónimas. Una hilarante confusión que dio lugar a un anuncio de televisión que, en forma de video, vuelve a circular cada Navidad por muchas redes sociales.

Una sorpresa parecida ocurrió en 2005 entre muchos naturalistas españoles cuando se dio conocer la presencia de ejemplares de castor europeo (Castor fiber) en la cuenca del Ebro. Al parecer, debida a al menos una suelta ilegal en 2003 de la que todo son conjeturas porque nadie la reivindicó expresamente.

Dos décadas después, en La Rioja el castor ha ocupado la práctica totalidad de los tramos medios y bajos de sus ríos. La distribución y población estimada, producto de un censo regional que llevé a cabo en 2023, se resume en un póster presentado en el XVI Congreso Internacional de la SECEM (Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos) que tuvo lugar el pasado 6 al 9 diciembre de 2023 en Granollers (Cataluña).

Puede que los castores no acudan a Belén por Navidad, pero al Ebro llegaron hace dos décadas para quedarse. 


Póster presentado en el XVI Congreso Internacional de la SECEM celebrado del 6-9 diciembre de 2023 en Granollers (Cataluña).


El castor europeo (Castor fiber) se ha vuelto común en La Rioja. Sus territorios se distribuyen de manera regular por todos los tramos bajos y medios de sus ríos, como se puede comprobar por los muchos rastros que dejan. De entre todos ellos el que más habitualmente permite determinar la ocupación de un territorio/grupo familiar son los montículos con castóreo, una secreción glandular con la que marcan con olor las orillas de los tramos que defienden frente a la presencia de ejemplares de fuera del grupo. En la foto un ejemplar en el Ebro patrullando su territorio en dirección a uno de los montículos de castóreo. Foto: César María Aguilar Gómez.


En La Rioja las presas de castor no aparecen en todos los ríos, pero en los más mediterráneos, con bajo caudal y escasa pendiente, se dan las condiciones para su construcción. En la foto una presa en el río Cidacos. Foto: César María Aguilar Gómez.


El derribo de árboles de ribera permite a los castores acceder a la corteza de las ramas. Con ello se procuran comida inmediata, especialmente durante invierno cuando la vegetación herbácea es más escasa, pero a la vez modifican el hábitat de su territorio creando un paisaje con abundante rebrote que podrá ser alimento en el futuro. En la foto una zona de alimentación en la ribera del Ebro con uso intenso durante el invierno. Foto: César María Aguilar Gómez.

 

martes, 12 de diciembre de 2023

Bosque adentro. “Espiando” quién anda por ahí cuando no estamos.

Los bosques acogen más fauna de la que muchos imaginan. Gran parte de los mamíferos tienen actividad nocturna o crepuscular, así que es poco probable que coincidamos con muchos de ellos en un paseo. Y cuando lo hacemos, lo más que vemos es su patrón de huida.

El fototrampeo salva nuestra limitación para detectar mamíferos. Las cámaras que se usan en estos estudios son nuestros ojos en el bosque. Allí trabajan día y noche a cambio solo de unas pilas bien cargadas. Es un buen trato.

Entre mayo y julio de este 2023 mi amigo Ricardo Zaldívar y yo “espiamos” la fauna de varias zonas forestales de La Rioja usando el fototrampeo. En esta ocasión buscábamos al elusivo gato montés (Felis silvestris) para el I Sondeo Nacional de la especie, una iniciativa que llevamos cabo unos 40 voluntarios por toda España.

Nuestra área de estudio incluyó el piedemonte de la sierra de Moncalvillo, una zona de transición que comprende bosques y cultivos de secano entre el límite sur del Sistema Ibérico y el Valle del Ebro en los municipios riojanos de Ventosa, Sotés, Santa Coloma, Manjarrés y Bezares. En ella empleamos 12 cámaras durante dos meses que cubrieron una superficie de 2.000 hectáreas.

Los hallazgos de gato montés formarán parte de los resultados del sondeo que se publicarán más adelante, pero entre las miles de fotos procesadas hubo más especies. Buscábamos al felino, sí, pero salió todo lo que se mueve por el bosque cuando no estamos. Que,¡no es poco! 

El gato montés (Felis silvestris) apareció en las zonas con mayor presencia de conejo (Oryctolagus cuniculus), su presa, en pequeños bosquetes de robles (Quercus pyrenaica) y encina (Q. rotundifolia) en las zonas más próximas al Valle del Ebro. Allí también aparecieron ejemplares con aspecto compatible con híbridos con gato doméstico.

 

La gineta (Genetta genetta) es el único representante en Europa de una familia de mamíferos, los vivérridos, con origen en las zonas tropicales de África. En el área de estudio es común en todo tipo de zonas forestales donde se alimenta de micromamíferos.

La garduña (Martes foina), como otros mustélidos, es un animal curioso con habilidad para ponerse a dos patas cuando quiere acceder a algo para olisquearlo. En esa posición el amplio babero blanco que tiene en el cuello se hace más notorio, como en esta fotografía.





El tejón (Meles meles) es el mayor de los mustélidos del área de estudio y un animal curioso como pocos. No hubo ni una sola cámara en las que fue detectado a la que no acudiera a meter el ojo hasta el mismo objetivo para comprobar que era aquel artefacto.

La comadreja (Mustela nivalis), también un mustélido, tiene un cuerpo alargado y patas cortas. En esta imagen sale suspendida en un salto (arriba a la izquierda). La foto no puede definir mejor a este inquieto animal que todo lo que tiene de pequeño lo tiene de nervioso.

Para ver un zorro (Vulpes vulpes) no es necesario recurrir al fototrampeo, pero aun así se agradece poder tomar fotos como la de este ejemplar relajado tomando el rastro del suelo un día de niebla en el interior de un bosque de rebollos (Quercus pyrenaica).
A veces, las imágenes nos informan de algo más que de la detección de una especie. En este caso vemos un zorro (Vulpes vulpes) que acaba de capturar uno de los abundantes conejos (Oryctolagus cuniculus) que hay en las zonas próximas a los cultivos de secano.

Los meses de verano también nos permiten detectar a las crías de algunas de las especies que han criado con éxito esta temporada. Por esta vereda aparecen dos cachorros de zorro (Vulpes vulpes) que no deben tener muy lejos la zorrera donde han nacido.

Mientras en algunas zonas de España no hay manera de lograr recuperar las poblaciones de conejo (Oryctolagus cuniculus), en otras como el valle del Ebro son abundantes y una pieza clave como presa en el ecosistema.
Hozando el fondo de esta vaguada de bosque, este ejemplar de jabalí (Sus scrofa) muestra su sorpresa al observar al borde el camino un aparato de plástico situado en un tocón que no es capaz de reconocer: la cámara.

En junio las crías del jabalí (Sus scrofa) aún tienen ese pelaje canela con rayas que contribuye a que sean menos visibles entre la hojarasca y en los claroscuros del bosque. Mientras avanzan no olvidan lo que son: crías juguetonas que socializan con sus hermanos.

Este macho de corzo (Capreolus capreolus), en su empeño por restregarse en la vegetación para dejar su olor como forma de marcar el territorio, ha arrancado una rama verde que ahora lleva enganchada entre las cuernas.

Siguiendo a su madre, estas dos crías de corzo (Capreolus capreolus) avanzan por una ladera con encinas. Aún mantienen el pelaje moteado característico de sus primeros días de vida. Su curiosidad innata les hace poner atención a todo lo que pasa a su alrededor.
En junio los machos de ciervo (Cervus elaphus) aún tienen las cornamentas creciendo bajo la borra protectora, su celo llegará al comienzo del otoño y para entonces ya se habrán desprendido de ella. Este recorre un umbrío fondo de valle entre alisos y avellanos.

Aunque las cámaras buscaban mamíferos también son unas cuantas especies de aves las que atraviesan delante de sus objetivos. En las horas centrales del día, cuando el sol calienta más, una pollada de perdices rojas (Alectoris rufa) se refugia a la sombra.

En el sotobosque el chotacabras (Caprimulgus europaeus) reposa antes de volver a recorrer las zonas abiertas con su vuelo bajo y la boca bien abierta en busca de insectos que capturar.
Desde que se han vuelo comunes en las ciudades ya apenas reparamos en la belleza de las palomas torcaces (Columba palumbus), pero vistas de cerca y dentro del bosque lucen preciosas.

Pocas veces tenemos ocasión de ver un abejero europeo (Pernis apivorus) caminando por el suelo, como si fuera una galllina, buscando avisperos. En vuelo lucen la mitad de bonitos.

En un claro del bosque este azor (Accipiter gentilis) ha encontrado la carroña de un conejo (Oryctolagus cuniculus) que, días atrás, llegó arrastrada por la escorrentía del agua por la ladera tras una fuerte tormenta con granizo.

A media tarde un busardo ratonero (Buteo buteo) descansa, aparentemente contemplativo, en el claro de una repoblación de pino laricio (Pinus nigra).

Distribución de tres especies de carnívoros (gato montés, garduña, gineta) en las 12 cámaras de fototrampeo distribuidas por el área de estudio de 2.000 ha. en el piedemonte de la Sierra de Moncalvillo (La Rioja).

Distribución de tres especies de carnívoros (zorro, tejón, comadreja) en las 12 cámaras de fototrampeo distribuidas por el área de estudio de 2.000 ha. en el piedemonte de la Sierra de Moncalvillo (La Rioja).
Distribución de tres especies de ungulados (jabalí, corzo, ciervo) en las 12 cámaras de fototrampeo distribuidas por el área de estudio de 2.000 ha. en el piedemonte de la Sierra de Moncalvillo (La Rioja).

Distribución de tres especies de roedores (conejo, ardilla, ratón de campo) en las 12 cámaras de fototrampeo distribuidas por el área de estudio de 2.000 ha. en el piedemonte de la Sierra de Moncalvillo (La Rioja).
 



miércoles, 22 de noviembre de 2023

La memoria del bosque. Antiguas dehesas en Quintanar de Rioja.

Los bosques guardan memoria de lo que fueron. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX las masas forestales en buena parte de la península Ibérica se han recuperado favorecidas por el éxodo rural. Ya no se carbonea, no hay bueyes, mulas, caballos o burros que pasten próximos a los pueblos, hay muchos menos rebaños demandando prados de diente y la saca de leñas es una actividad marginal.

En Quintanar de Rioja sus bosques guardan algunas pistas de esos cambios. Hoy en día los hayedos de la localidad aparentan una edad homogénea, sin embargo varios de ellos ocultan pies centenarios con huecos donde se refugia el cárabo y madera muerta donde hacen sus puestas coleópteros escasos y amenazados como la Rosalia alpina. Son los árboles de las antiguas dehesas boyales.

En La Rioja, como en toda la península Ibérica, los bosques viejos en un sentido estricto no existen. Así, quizás lo más parecido que tengamos a ellos sean estas dehesas “engullidas” por el crecimiento del bosque que se produjo tras su abandono, hace ya más de medio siglo. Recorrer las de Quintanar de Rioja, el pueblo de mi padre, buscando los viejos pies trasmochos, ahora ocultos en la espesura, es un placer que me doy varias veces al año. En otoño lucen como auténticos tesoros.

La foto aérea de los años 50 deja ver con gran nitidez las antiguas dehesas formadas por grandes pies, principalmente de hayas, pero en algunos lugares también de robles. Todo a su alrededor eran pastos, matorral o monte bajo de rebollos para leñas (Quercus pyrenaica). La evolución del bosque que se aprecia en las dos siguientes fotos (1977, 2022) es muy notoria.
 
La edad y porte de estos viejos pies dentro del hayedo nos hablan de una antigua dehesa boyal en estas laderas expuestas a los frentes húmedos del noroeste. Quintanar de Rioja (La Rioja). Noviembre 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

La madera muerta en pie es características de los bosques maduros y aporta un hábitat para hongos, flora y fauna que participan del reciclaje de la materia vegetal. Quintanar de Rioja (La Rioja). Noviembre 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.
Rodeados por una masa forestal con pies de la misma edad, estos restos de la vieja dehesa son “islas” de diversidad dentro del bosque. Quintanar de Rioja (La Rioja). Noviembre 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Las hayas, en condiciones normales, crecen rectas buscando la luz. Los engrosamientos, las deformidades y los portes tortuosos reflejan un manejo por parte del hombre. Quintanar de Rioja (La Rioja). Noviembre 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

En muchos pies es fácil reconocer las podas llamadas “de horca y pendón”, típicas de las dehesas, que favorecían el crecimiento de ramas horizontales a mitad del tronco (las horcas) y varias ramas verticales (los pendones). Quintanar de Rioja (La Rioja). Noviembre 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Estos árboles han necesitado en torno a dos siglos de manejo para adquirir estas formas. El aprovechamiento actual del bosque ya no los produce, de modo que son un patrimonio histórico y natural casi irrepetible. Quintanar de Rioja (La Rioja). Noviembre 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.
La gran mayoría de estos troncos esconden un secreto: están huecos por dentro. Rapaces nocturnas como el cárabo descansan y crían en su interior, mamíferos como la garduña los utilizan como refugios, así como el ratón leonado, un habitual trepador de árboles en bosques caducifolios. Quintanar de Rioja (La Rioja). Noviembre 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.
La Rosalia alpina es un escaso y llamativo cerambícido asociado, casi de forma exclusiva, a los hayedos. Su presencia está ligada a la existencia de madera muerta en cuyo interior sus larvas pasan de dos a tres años de desarrollo. Foto: César María Aguilar Gómez.
Aspecto a finales de abril de la ladera con la dehesa oculta donde se ubican los árboles fotografiados en esta entrada. Los brotes verdes de las laderas son los de las hojas recién salidas de las hayas. Las hojas del rebollo aún no han brotado. Quintanar de Rioja (La Rioja). Foto: César María Aguilar Gómez.
Un paseo por las laderas del hayedo reseñado da para localizar más de 60 pies de una de aquellas dehesas que se veían en la foto aérea de 1956. Quintanar de Rioja (La Rioja). Imagen de Google Earth con geolocalizaciones de los árboles encontrados este noviembre.



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