jueves, 1 de octubre de 2020

El Ebro nunca defrauda: el trucho de Moisés, un satélite y el castillo de Ferragut

(Texto y fotos traídos del muro de mi Facebook personal. Publicado el 15 septiembre 2020)

Ebro en Arrubal, tramo con buenos sotos de ribera. Foto: César María Aguilar Gómez.

El recorrido en kayak con Carlos del pasado sábado fue raro de narices. Todo apuntaba a un tramo insulso. Visto en Google Earth no parecía deparar muchas sorpresas, pero hay que probar todos los tramos cerca de casa para conocer bien al Ebro. Y este tramo de Arrubal, a veinte minutos de Logroño, hacía muchos años que no lo remaba.

Al poco de salir nos encontramos con una corriente fuerte que no adivinamos en la ortofoto. Remamos y remamos sin descanso río arriba, pero fue imposible avanzar, de modo que tocó salirse del kayak y hacernos un “Fitzcarraldo”. Así es como llamamos a tener que echarnos al agua y arrastrar el kayak por la orilla con el agua hasta la cintura. Una práctica deportivamente humillante, lo reconozco, pero ¡tan divertida!

A la hora o así, llegamos a unas enormes playas que tampoco esperábamos encontrar. Aquel paisaje parecía haber emergido de repente. Y así había sido, pues de regreso el río volvía a tener el caudal habitual: vivimos un caso de “poltergeist” de libro. Es la primera vez que veo un cambio de nivel de casi un metro en menos de media hora. Un par de fotos por ahí abajo lo atestiguan. Carlos es de la idea de que todo esto tiene que estar relacionado con el truco ese de Moisés de retirar las aguas para dejar pasar al pueblo de Israel, aunque yo todavía albergo algunas dudas al respecto.

Con la retirada de las aguas encontramos un satélite caído en el fondo del río. Por un momento pensamos si no sería la cápsula espacial donde viajó la perra Laika, pero tras un intenso debate dialéctico nos convencimos que no podía ser: Laika no era un caniche y allí dentro lo más que cabía era un chihuahua. Satélite, sentenciamos al unísono.

El recorrido nos deparó también orillas con exuberante vegetación y hasta unos cortados de gravas erosionadas por la corriente. De camino conquistamos una pequeña isla y, al final, llegamos a un castillo con su muralla llena de arpilleras. Antes de asaltarlo intentamos negociar con sus ocupantes, pero no se atuvieron a razones. Teníamos preparadas las cuerdas de tendedero que Carlos siempre lleva en el kayak por si hay que rapelar taludes o presas, pero nos olvidamos de los garfios y no hubo manera de alcanzar la torre del homenaje. Una pena.

De todos modos creo que se cagaron al vernos llegar por el río. Ni una palabra se oyó cuando nos plantamos a los pies del foso del castillo, voz en grito, reclamando su rendición, sus maravedíes y sus doncellas. Carlos no es de mi misma opinión, pero yo creo que era el castillo del mismísimo gigante Ferragut, aunque tampoco estoy seguro del todo. Como veis la sempiterna discusión dialéctica entre Carlos y yo.

Por suerte no traspasamos el foso pues comprobamos que estaba lleno de siluros furiosos deseando merendarse ingenieros de la CHE y, aunque creo que no entramos en su dieta, ve tú a explicárselo a un siluro hambriento… Nos retiramos a tiempo pero volveremos.

De regreso, río a bajo, la crecida de las aguas nos dio acceso a una madre oculta tras una isla. A la subida era intransitable por la falta de agua, pero a la bajada era una jungla de cañizos, juncos, espadañas y esparganios. A punto estuvimos de quedarnos allí atascados y tener una muerte lenta pasto de los mosquitos y carnaza para la garzas pero nuestra pericia nos libró. Y es ahí donde se nota que ya estamos curtidos como auténticos Argonautas Ebroñitas... que tantos recorridos por este río se tienen que empezar a notar.

En fin, lo dicho, un día marciano de narices.

Tramo recorrido en el Ebro, ida y vuelta, en Arrubal. La corriente circula de izquierda a derecha.

Una pequeña zona remansada con vegetación de Potamogeton sp. Foto: César María Aguilar Gómez.

Haciendo un "Fitzcarraldo" el cauchero que movió por tierra un barco en el Amazonas. C.M. Aguilar Gómez.

Las orillas de este tramo permiten el avance por el agua. Foto: César María Aguilar Gómez.

¡Adelante pueblo de Israel! El truco de Moisés para retirar las aguas Lo nunca visto. Foto: C.M. Aguilar Gómez.

¡Un satélite en el fondo del río! Con la retirada de las aguas lo descubrimos. Foto: César María Aguilar Gómez.

"Debe ser de esa órbita de donde ha caído". César María Aguilar Gómez.

La ribera abrazando al río. Lástima que sea solo una estrecha margen de arbolado. Foto: C.M. Aguilar Gómez.

Un río vivo erosiona y crea nuevos ambientes con cada crecida. Foto: César María Aguilar Gómez.

Por allí asoma la muralla del castillo del Gigante Ferragut. Foto: César María Aguilar Gómez.

Acercándonos al castillo con cuidado, está lleno de arpilleras desde donde pueden asaetearnos. C.M. Aguilar Gómez.

Intentando negociar al pie del foso con los habitantes del castillo. ¡Fue imposible! Foto: C.M. Aguilar Gómez.

Descubrimos una madre oculta tras una pantalla de vegetación. Foto: César María Aguilar Gómez.

A punto de quedarnos empantanados entre la densa vegetación. Foto: César María Aguilar Gómez.



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