sábado, 27 de mayo de 2023

Egipto (2023). ¿Ballenas en el Sáhara? La sorpresa de Wadi El Hitan.

Hace años, leyendo el monumental libro sobre el Sáhara editado en 2003 por el geólogo catalán Manuel Julivert, me llamó la atención la foto de varias columnas vertebrales fosilizadas saliendo de la arena.

El pie de aquellas fotos decía que eran esqueletos de dinosaurios de una región al sur del Aïr en Niger. Su imagen quedó en mi recuerdo como la viva idea de la sorpresa, de esos paisajes que ni siquiera imaginamos que existen. Aquello... ¿en mitad del Sáhara?

Años más tarde supe de un lugar parecido en Egipto al que llamaban el Valle de las Ballenas, pero más espectacular si cabe. Más, digo, porque los fósiles de ese lugar, Wadi El Hitan, eran de enormes ballenas o, más bien, de unos cetáceos arcaicos de hace unos 40 millones de años de los inicios de la evolución de esos mamíferos acuáticos. ¡La sorpresa de nuevo!

Afortunadamente, Wadi El Hitan es un lugar accesible, no como Niger, y desde hace unos años cuenta con un buen centro de interpretación y un itinerario al aire libre para ver los fósiles más relevantes en su lugar. Así, el pasado mes de abril paramos allí durante el viaje que mi amigo Iván y yo realizamos por los desiertos de Egipto para un futuro libro sobre regiones naturales de África.

 

Vértebras fosilizadas de la columna de un cetáceo de hace 40 millones años que la erosión del desierto ha dejado al descubierto. En EE.UU. el hallazgo en el siglo XlX de ejemplares de este mismo género (Basilosaurus) dio alas al mito de la existencia de un linaje de enormes serpientes marinas de las que, según algunos imaginaron, aún podían quedar vivas en determinados lagos y mares del mundo, de acuerdo a lo que relataban leyendas marineras. Abril 2023. Wadi El Hitan. Egipto. Foto: César María Aguilar Gómez.








Uno de los más de 400 esqueletos fosilizados de ballenas halladas en el valle, en concreto Basilosaurius un cetáceo con patas y manos vestigiales de hasta 20 metros de longitud, antecesor de los dos grupos de cetáceos modernos: los que tienen dientes, los odontocetos como delfines, orcas o cachalotes, y los misticetos, las ballenas filtradoras con barbas como los rorcuales y las ballenas franca y azul. Abril 2023. Wadi El Hitan. Egipto. Foto: César María Aguilar Gómez.




Basilosaurus, al contrario de lo que su nombre parece indicar, no es un dinosaurio sino un cetáceo primigenio que vivió en mares poco profundos a lo largo de las costas. Este género fue descrito por primera vez en sedimentos del Eoceno en 1830 en Alabama (EE.UU.) y entonces se creyó que era un reptil gigante, de ahí que su nombre de "saurus" no parece apropiado para un mamífero. Abril 2023. Wadi El Hitan. Egipto. Foto: César María Aguilar Gómez.

En este paisaje desértico los estratos sedimentarios de ambientes marinos esconden uno de los mejores parajes del mundo para entender la evolución de los cetáceos. Desde 2005 está declarado Patrimonio de la Unesco. Abril 2023. Wadi El Hitan. Egipto. Foto: César María Aguilar Gómez.

Esqueleto completo y bien conservado de Basilosaurus, una de las 5 especies de cetáceos halladas en el valle, expuesta en el centro de visitantes de lugar. Esta especie contaba con grandes dientes cónicos en la parte delantera para atrapar presas y en la parte posterior otros aserrados para cortar carne y masticar. Seguramente se alimentaba de peces y otros cetáceos menores. Abril 2023. Wadi El Hitan. Egipto. Foto: César María Aguilar Gómez.

Evolución de los cetáceos. Recreación del aspecto en vida de dos de las especies halladas en la zona y de otros mamíferos acuáticos emparentados con la evolución de las ballenas y el paso de mamíferos terrestres a marinos en torno a los 45 millones de años. Abril 2023. Centro de visitantes. Wadi El Hitan. Egipto. Foto: César María Aguilar Gómez.

viernes, 12 de mayo de 2023

Egipto (2023). Pienso luego Egipto o ¿qué han hecho los egipcios por nosotros?

Parafraseando al desternillante diálogo sobre los romanos del orador del Frente Popular de Judea (FPJ) en "La Vida de Brian", cabría hacerse esta misma pregunta sobre Egipto y los egipcios.

Un ingenuo escuchante diría «Los jeroglíficos, nos dieron uno de los primeros sistemas de escritura». «Ah sí sí, eso sí nos lo han dado» corregiría de forma asertiva el camarada del FPJ.

«Y las pirámides, las construcciones más monumentales del mundo antiguo» añadiría en una segunda interrupción. «De acuerdo, ―admitiría el orador un poco molesto―, reconozco que los jeroglíficos y las pirámides nos los han dado los egipcios».

«Y el papiro, el primer soporte para transportar la escritura», se dejaría oír entre la bancada de los asistentes. Visiblemente enojado, el representante del FPJ no daría crédito y añadiría con cierto hartazgo «Evidentemente el papiro, eso no hay ni que mencionarlo, hombre. Pero aparte de los jeroglíficos, las pirámides y el papiro...».

¡Pues eso! Que si a Egipto le quitas las pirámides, las momias, los tumbas reales y los faraones, ¿qué nos queda? Pues lo que fuimos a ver este abril allí: desierto, desierto y más desierto. Ah, bueno, y algo de Nilo y Mar Rojo.

Nuevamente viajando con Iván Sánchez para el proyecto de libro sobre las regiones naturales de África con el que llevamos ya unos años recorriendo el continente a placer.

Tras varias incursiones en los paisajes del Sáhara atlántico y central, y ahora en las arenas del oriental, y después de otros viajes más por selvas, sabanas y montañas del centro y norte de continente en los últimos años, ya queda menos para el objetivo final.

Por aquí dejo algunas imágenes de lo que andábamos buscando en Egipto (o más bien de lo acabamos encontramos).

El Parque Nacional Wadi el Gemal se sitúa en el llamado desierto oriental o arábigo de Egipto, una región al este del Nilo que limita con el Mar Rojo. Paralela a esa costa discurre la cordillera del Mar Rojo por la que se adentran las ramblas secas del parque. La aridez es enorme, pero un ligero incremento de la humedad costera permite algunos excesos vegetales como las acacias (Acacia tortilis) y uvas de mar (Zygophyllum sp) de la foto. Marsa Alam. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Mesalina rubropunctata es una lagartija adaptada al desierto con una amplia distribución a lo largo del Sáhara. Como el resto de las especies de este género tiene las escamas alrededor de las fosas nasales muy abultadas, como si para respirar en esos ambientes, con molestos vientos y arena por doquier, necesitaran tener la "toma de aire" de los pulmones bien elevada, igual que hacen con los todoterrenos que adaptan para circular por los desiertos. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Las aguas el Mar Rojo tiene poco de ese color. Una gama de azules recorre el espacio que alcanza la vista desde la orilla hasta el horizonte. La costa es desértica, pálida, pero enseguida afloran playas someras donde paran muchos de los limícolas que recorren la "autopista" migratoria oriental que discurre entre Eurasia y África a través de Egipto. Más allá de esos bajíos costeros el azul turquesa del agua muestra la presencia de sus famosos arrecifes de coral. Y llevando la vista más al fondo está el azul profundo del mar, por donde navegan los mercantes que van o vienen del Canal de Suez, el Talón de Aquiles de nuestra economía globalizada. Mar Rojo. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

"Las apariencias engañan" dice el refrán. Y esta sentencia adquiere el mayor de sus significados en el Desierto Blanco. Ni es nieve lo que se ve, ni olas petrificadas de un mar onírico. En esta parte del Sáhara el desierto tiene un sustrato calizo de un blanco nuclear, fácilmente erosionable, que ha sido cubierto por arenas rojizas generadas en otras regiones. El resultado es impactante. Caminar por estos relieves blancos es como hacerlo sobre la costra de azúcar de una rosquilla de San Blas: parece que se va romper en cualquier momento. Pero no, es solo caliza "But I like it" como decía el estribillo de los Rolling Stones hablando del Rock'n'Roll. Desierto blanco. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Cuando cae la tarde los atardeceres del desierto incendian el horizonte. Entonces, los relieves calizos erosionados por el viento pierden sus tres dimensiones y se convierten en siluetas de un teatro de sombras. A esas horas ya solo es cuestión de contemplar el poniente y empezar a descubrir las caras de los personajes de la función que se representará hoy. Como decían en "La Bola de Cristal", tras dejar 10 segundos de fundido en negro en la pantalla de TV , «Si no has imaginado nada... quizás deberías ver menos la tele». Espero que no sea tu caso. Desierto Blanco. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Con la llegada la noche el trabajo del naturalista en viaje no se detiene: hay que foquear, buscar insectos que salen a la fresca, poner cámaras de fototrampeo, cebar las trampas Sherman para micromamíferos... Y con suerte, a veces, das con "alguien" vivo. Aquí este zorro de Rüppel (Vulpes rueppelli) que vino a curiosear alrededor de nuestro campamento. Desierto Blanco. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

La noche es el momento de los geckos, como este Stenodactylus petrii que nos alegró uno de esos recorridos nocturnos que parecen infructuosos hasta que encuentras algo así de precioso sobre la arena. Desierto Blanco. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

En contraste con el Desierto Blanco, al oeste del Nilo, está el Desierto Negro. Aquí la actividad volcánica creó relieves de roca negra que luego la arena arrastrada de otras zonas del desierto cubrió. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

La alondra ibis (Alaemon alaudipes) tiene una elegancia “egipcia” y te mira de medio lado entre indiferente y altanera. Con su pico curvo recorre las dunas buscando pequeños invertebrados que extraer de cualquier recoveco del suelo. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

En muchos lugares del desierto no cae una gota en años. Entre lluvia y lluvia, la pírrica vegetación que vemos aguanta como puede y muchos matorrales parecen medio muertos. Solo cuando tengan su ventana de oportunidad, las lluvias, lucirán hojas nuevas y florecerán. Así hasta la próxima ocasión. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Entre tanto matorral medio muerto y arenas doradas, el color del abejaruco papirrojo (Merops persicus) parece irreal. Esta especie cría en el norte de Egipto, pero el país es atravesado anualmente por muchos migrantes de Oriente Medio y del Este de Europa que invernan en el centro y este de África. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Cuesta imaginar el Sáhara con un clima húmedo y lluvioso donde la escorrentía horadaba el sustrato calizo de los ahora desiertos. Sin embargo, ahí está la cueva de Djara para recordarlo. Allí, en mitad de la hamada, un boquete en el suelo da paso a una enorme cavidad con estalactitas y estalagmitas a escasos metros de la superficie. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Egipto es el Nilo. El 95 % de sus más de 100 millones de habitantes vive en la estrecha franja de tierra fértil que hay junto al río, un terreno que apenas ocupa un 5 % de la superficie terrestre del país. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

En África el abejaruco esmeralda (Merops orientalis) se distribuye mayoritariamente por el Sahel salvo en Egipto donde aparece a la altura del Sáhara salvando la aridez del desierto al amparo del valle del Nilo. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Los palmerales de oasis como el de Bahariya esconden un pachwork de campos de alfalfas, zanahorias, cebollas, granados y acacias poblados por pequeñas aves. Entre ellas algunas con la elegancia de este alzacola rojizo (Cercotrichas galactotes). Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

El desierto occidental  o desierto líbico, guarda sorpresas como el Wadi El Hitan, también llamado valle de las ballenas. Allí afloran los restos fósiles de una rica fauna marina, entre ellos los de los mamíferos marinos que, hace 40 millones de años, evolucionaron hacia las ballenas. En la foto esqueleto de Basilosaurus un enorme mamífero de vida acuática con una cola propia de los cetáceos actuales y extremidades “recicladas” como aletas. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Los egipcios, desde la época de los faraones, hacen todo a lo grande. Wadi El Rayan es hoy un enorme humedal, declarado como espacio natural protegido, que crearon en la segunda mitad del siglo XX derivando agua del Nilo para embalsar una depresión interior por debajo del nivel del mar. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

Un humedal en medio del desierto es un imán para las muchas aves que hacen parada en sus desplazamientos migratorios. La avoceta común (Recurvirostra avosetta) es una de ellas. Esta que vimos en el Wadi el Rayan lucía su elegante plumaje en un agua con reflejos dorados de las dunas del desierto. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.

El beleño egipcio (Hyoscyamus muticus) fue una de las pocas plantas desérticas que vimos florecidas en el viaje. En el entorno del Wadi El Rayan había llovido torrencialmente unas semanas atrás y las semillas de las pocas especies que vegetaban en la arena salieron a toda prisa para aprovechar la humedad. Egipto. Abril 2023. Foto: César María Aguilar Gómez.



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