miércoles, 22 de diciembre de 2010

Aveiro 3 (Portugal) 2010 La ría y los pescadores de bacalao

Moliceiro grande. Foto: César María Aguilar Gómez.
Otra cuestión que hace interesante una visita a la zona de Aveiro es la relación de estas poblaciones con el mar. Además del arte de xávega, que ya comenté al principio, hay otros aspectos que me resultaron atractivos. Al ver los “moliceiros” paseando grupos de turistas por los canales de Aveiro, uno puede llegar a pensar que éstos se han mantenido aquí solo para este fin. Nada más lejos de la realidad. Recorriendo el estuario puedes ver diferentes modelos de embarcaciones tradicionales, todas muy coloridas, y relativamente bien conservadas. El tipo que parece estar más en uso en la actualidad, es una embarcación con la proa alta que, ayudada de un motor, les sirve para acceder a los fangales que quedan en la ría tras bajar la marea. Allí recogen todo tipo de bivalvos, en un aprovechamiento similar al que hacen  los limícolas a diario de otros invertebrados que viven enterrados también en el sedimento.



Moliceiro con proa dibujada. César María Aguilar Gómez
En especial merece la pena acercarse al embarcadero de Torreira, donde se pueden ver muchas embarcaciones tradicionales amarradas en un pequeño puerto de ría. Sin embargo, la embarcación más característica de la zona es el propio moliceiro. Los que llevan turistas por Aveiro se desplazan con motores, pero en su forma tradicional desplegaban una amplia vela y aún pueden verse algunos con mástiles varados en las orillas de la ría. Estas embarcaciones eran utilizadas para recoger algas que después se usaban para fertilizar los campos de cultivo. Todos tienen una proa muy convexa y en la popa destaca un gran timón. Pero quizá lo que resulta más llamativo son sus decoraciones, siempre muy coloridas y con unas ilustraciones de estilo entre cómic y naif con dichos o frases jocosas. Al parecer al principio los temas de estas ilustraciones eran más comedidos y “correctos”. Sin embargo ahora, las que más triunfan entre los pescadores parecen ser las del tipo “chiste verde” a juzgar por la cantidad de ellas que se ven.


Marcas de constructores. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Un detalle curioso en la decoración de estas embarcaciones es la presencia de la “firma” del constructor. Al igual que en los sillares de las iglesia solemos ver las llamadas “marcas de cantero”, una grafía que dejaba cada artesano en sus piedras, aquí los constructores de las barcas dejan unos coloridos símbolos geométricos en la parte emergida del timón. Es curioso ir comprobando en cada barca los diferentes talleres que las fueron construyendo. Estas y otras muchas cuestiones sobre la ría y los modos tradicionales de pesca, pueden conocerse en el museo marítimo de Ilhavo. Lo bueno de la zona es que si quieres saber sobre este patrimonio relacionado con la ría tienes este museo, pero de cualquier modo la sola visita de la ría te permite verlo in situ. Sin embargo, la relación de estas poblaciones con el mar no solo se refiere a la ría o con los bancos de pesca cercanos como en el arte de xávega. Como sucedió en los puertos cantábricos españoles, la gente de aquí estuvo embarcándose durante años en largas campañas al banco de Terranova entre Canadá y Groenlandia.  



Reproducción bacaladero. César María Aguilar Gómez.
La pesca del bacalao, era un “mana” por el que merecía la pena hacer un gran esfuerzo. Relacionada con esta actividad se ve, además, la importancia que debieron tener salinas como las que hoy vemos aún en Aveiro, ya que la sal fue fundamental para conservar y transportar las capturas de vuelta a casa. En un par de ocasiones en Noruega, en las Islas Lofoten y en la Península de Varanger, he podido ver secaderos de bacalao en la propia costa. Allí son  enormes espalderas de madera donde cuelgan abiertos los peces a curtirse al frescor del Ártico. Supongo que la cercanía a la costa de las zonas de pescas que ellos aprovechan y las temperaturas en tierra, les permiten hacer un procesamiento tan distinto. En cualquier caso, todas estas historias de pescadores en el Ártico no dejan de tener su épica y me atraía mucho conocerlas. Un buen sitio para ello es nuevamente el museo marítimo de Ilhavo, donde una de las exposiciones permanentes está dedicada a este tema. Allí puede verse una reconstrucción bastante buena de las partes de un tipo de veleros que se usaron para la pesca del bacalao. Como complemento también puede visitarse un barco actual de los que hasta hace unos años estuvo haciendo campañas en Terranova. El Sto. André se encuentra amarrado en el puerto de Aveiro (Forte da Barra) y recorriéndolo se puede hacer uno a la idea de la dureza de la vida de los marineros en este tipo de pesca.

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