sábado, 22 de enero de 2011

Bielorrusia 7 (2010) Anfibios y reptiles


Natrix natrix haciéndose la muerta. Foto: J. Álvarez.
Un viaje naturalista con Javier Álvarez no puede acabar solo en especies de pluma y pelo, hay que ponerse también a buscar anfibios y reptiles. Ese esfuerzo se lo agradecemos el resto del grupo, que vamos en ese tema bastante más verdes. Las fechas eran buenas también para ello, así que al final dimos con 5 especie de anfibios y otras tantas de reptiles. Algunas fueron de amplia distribución y más próximas a nuestra fauna ibérica como el sapo común (Bufo bufo) o el lución común (Anguis fragilis). Pero incluso entre algunas de esas comunes, nos llevamos alguna “sorpresa” como el comportamiento de la culebra de collar (Natrix natrix) de hacerse la muerta mientras la manipulábamos, algo que no habíamos visto ninguno de nosotros. En esas condiciones la pobre bicha fue más fotografiada que una celebrity en la gala de los Oscar.

 

Sapillo Pelobates fuscus. Foto: Oscar Gutiérrez.
Recorriendo los caminos, de vez en cuando veíamos algunos bichos atropellados, entre ellos el sapo de espuelas pardo (Pelobates fuscus). Aun muy “despanzurrados”, son fáciles de distinguir por las callosidades de las patas traseras que les dan el nombre y que utilizan para excavar y enterrarse en el suelo. Sin embargo, no dábamos con ninguno hasta que una noche regresando de una espera pudimos ver unos cuantos tras una tarde de lloviznas. Otras veces para dar con anfibios como la rana verde europea (Pelophylax lessonae) y el sapo de vientre de fuego (Bombina bombina) acabamos empapados de agua. Aunque los oíamos en varios encharcamientos, sin sacaderas ni nada era complicado confirmar qué eran, así que poco a poco acercándonos por las orillas acabamos hundiéndonos en las “traicioneras” turberas pero con los bichos en la mano.

  
Lacerta agilis. Foto: César María Aguilar Gómez.
También en prados y zonas soleadas cogimos al lagarto ágil (Lacerta agilis), un bicho con un colorido y un diseño precioso. Y por fin la “guinda” de los reptiles de la zona, la víbora europea (Vipera beris). No hizo falta irse muy lejos para encontrarla ya que la hallamos en unos prados de hierba alta cerca de las casas donde nos quedábamos. Tras una captura “a tumba abierta” de Javier, que se tiró en plancha como si fuera cualquier otra cosa, la bicha estaba la mar quieta para la sesión de fotos. Tuvo suerte que su encuentro fue con unos naturalistas que solo querían fotografiarla y dejarla ir. El encuentro con algún lugareño a buen seguro que no habría acabado así.





Víbora Vipera beris. Foto: Javier Álvarez.
Hace tiempo que leí que la aversión a culebras y serpientes era un comportamiento innato en nuestra especie, y por tanto no aprendido. En aquel estudio comprobaron que era uno de los pocos miedos comunes a todas las culturas humanas, por lo que en algún momento de nuestra historia evolutiva debió sernos de utilidad para nuestra supervivencia y desde entonces ahí llevamos esa impronta. De todos modos nada hay que no se pueda cambiar con educación, pero vamos que ahí se encuentra el origen de que religiones como la cristiana hayan encontrado tan fácil que la gente asocie "el mal" con una serpiente… casi nada…  jugando con nuestros miedos subconscientes.

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