miércoles, 25 de abril de 2018

Ghana 4 (2017) Los humedales de Amanzuri

Zonas someras con  Utricularia sp. C.M. Aguilar Gómez
La costa de Ghana tiene unos 550 km y alberga unas 50 lagunas, la mayoría con superficies menores de 0,5 km2. Entre ellas hay mucha diversidad en cuanto a sus orígenes y conexiones con las aguas marinas. Nosotros visitamos los humedales de Amanzuri, un conjunto de lagunas y zonas palustres al oeste del país a solo 50 km de Costa de Marfil.

Ese humedal es conocido por la población de Nzulezo, una con todas sus casas construidas sobre el agua a modo de palafitos. Y eso es un atractivo turístico. A nosotros nos interesaba más el entorno pero nuestros guías nos llevaron igualmente a ver el pueblo. No obstante, elegimos una embarcación sin motor para demorarnos en el trayecto y recorrer los vericuetos del bosque inundado.




Acechando a los peces del lago. C.M. Aguilar Gómez.
En la costa de Ghana los periodos de lluvias están concentrados en dos momentos del año, el mayor va de mayo a junio, pero hay otro menor en el mes octubre. En Amanzuri estos periodos están bien definidos y las precipitaciones son abundantes al estar en la zona más lluviosa del país.

Agosto es un mes de tregua entre los dos máximos de lluvias, aún así algún chaparrón nos cal. Amanzuri se sitúa en una llanura costera, en una cuenca de unos 1000 km2, en su mayoría por debajo de los 50 metros sobre el nivel del mar. El conjunto de humedales suma 75 km2 aunque solo un 5% son aguas abiertas.





Atravesando el bosque inundado. C.M. Aguilar Gómez.
El lago Amazuri y sus humedales asociados tienen aguas muy superficiales. La profundidad media no llega a 3 metros y las máximas en aguas libres no pasan de 5 metros. Tras pasar el periodo con mayores lluvias del año encontramos la zona con aguas altas. En esa época los humedales de esta zona de África parecen tener poco atractivo para las aves. Apenas se ven acuáticas.

En cuanto a las estrictamente de estos ambientes solo vimos gansito (Nettapus auritus), garza Goliat (Ardea goliath) y garcita verdosa (Butorides striata), el resto fueron aves observadas en los bosques encharcados como varias tórtolas o un calao que solo vimos en esta región, el silbador occidental (Bycanistes fistulator).




Nenúfares (Nymphacea sp). Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Pero si las observaciones de aves no abundaron, el paisaje lo compensó con creces. Las aguas de Amazuri son aguas oligotróficas o aguas negras, de esas en las que se refleja el paisaje como si fuera un espejo.

Recorrimos zonas cubiertas de nenúfares (Nymphaea sp) con sus grandes flores. Entre ellos vimos  Nymphoides indica un delicado nenúfar con pétalos festoneados que recuerdan plumones de aves. Pero para mí el descubrimiento fueron unas delicadas flores moradas que más tarde identificamos como Utricularia.
Su presencia no puede ser más indicativa de aguas pobres en nutrientes ya que es un género de plantas carnívoras muy especializadas. 



Nzulezo construido sobre el agua. C.M. Aguilar Gómez.
El nombre de Utricularia se refiere a unos utrículos o vesículas que tienen en la parte sumergida cuya función es capturar pequeños organismos acuáticos. Ese es el complemento para sortear la pobreza de nutrientes.

El recorrido incluyó la vista a Nzulezo. La población cuenta con una calle apoyada en pilotes de la que van saliendo accesos a casas sobre el agua. Los desplazamientos fuera del pueblo son siempre sobre barcas. Allí viven tanto de la pesca como de cultivar campos en las tierras emergidas del entorno. A modo de curiosidad, la población cuenta con una iglesia protestante, una católica y un templo en el agua dedicado a los dioses animistas. ¡Ahí es nada!

viernes, 13 de abril de 2018

Ghana 3 (2017) Kakum, fauna mínima del bosque

 Araña cangrejo (Sparassidae).  C.M. Aguilar Gómez.
El parque nacional cuenta con especies de mamíferos de gran tamaño como el elefante de bosque y ungulados como el bongo o los duikeros. Sin embargo, su observación es muy poco probable en la zona de senderos que permiten recorrer. Hay que cambiar el foco de tamaño.

Realizamos un recorrido nocturno a pie por el interior del bosque y los únicos ejemplares de fauna vertebrada que vimos fueron varias ranas diminutas. Eso sí, oímos los característicos lamentos de un gálago, pero éste fue más rápido huyendo del haz de nuestras linternas que nosotros siguiéndolo con la luz. A cambio vimos unos cuantos invertebrados entre ellos una araña cangrejo gigante.




Diminuta Phrynobatrachus sp.  C.M. Aguilar Gómez.
Dar con algunas de las ranitas tampoco fue fácil. Una de las tres especies que observamos apenas tenía 1-2 centímetros. Uno espera encontrar en estos bosques anfibios de vistosos colores pero, las que vimos en nada diferían del color y textura de la hojarasca del suelo.

Ese anfibio diminuto era un ejemplar de las llamadas ranas de charco (Phrynobatrachidae), una familia de ranas subsaharianas miniaturizadas compuesta por un único género muy diversificado, Phrynobatrachus. En África Occidental hay unas 20 especies y, cada poco, el catálogo aumenta con la descripción de nuevas especies.

 



Milpiés Archispirostreptus sp.  C.M. Aguilar Gómez.
Otro de los invertebrados que vimos a luz de las linternas ha seguido una estrategia opuesta a la de esas ranas. Lo suyo es el gigantismo. Un milpiés con más 15 centímetros a bandas rojas y negras, unos animales que juegan un papel importante como recicladores del detritus vegetal del bosque.

El ejemplar que vimos parecía una especie de Archispirostreptus, el género de milpiés gigantes con mayor distribución en África. Aun así, los conocimientos de la distribución de los milpiés, e incluso su taxonomía, no está como para hacer afirmaciones muy categóricas. Por no decir que su identificación inequívoca solo se puede hacer en base a detalles de las gónadas.

 


Iván con caracol gigante africano.  C.M. Aguilar Gómez.
Otros gigantes de la región son los caracoles Achatina, muy consumidos y buscados como alimento. Una parte importante de la proteína animal de los habitantes rurales y urbanos de algunas partes África proviene de ellos.

Vimos estos caracoles en grandes bandejas de vendedores a pie de carretera, pero este ejemplar de Kakum campaba por el suelo del parque sin peligro. 


Hay una especie en Ghana, Achatina fulica, que ha sido introducida desde el Este de África donde es nativa. Esa es la especie más habitual en zonas transformadas. Sin embargo, el hallado en Kakum bien podría ser de alguna de las especies autóctonas, muy probablemente A. achatina.


 


Zonocerus variegatus. C.M. Aguilar Gómez.
No todos invertebrados se ven por la noche. Con solo poner un poco de atención a las zonas vegetales van apareciendo especies bien curiosas de todo tipo de insectos. A mí me llamaron mucho la atención unos saltamontes que encontramos en las cunetas de la carretera a Kakum.

El llamativo colorido de estos saltamontes permite poder llegar a identificar la especie con seguridad, Zonocerus variegatus, algo poco habitual con fotos de invertebrados. Estos saltamontes están bien distribuidos por África occidental y central. Y en muchos sitios son muy temidos como plaga de cultivos.



lunes, 2 de abril de 2018

Ghana 2 (2017) Kakum, una mirada sobre la selva

Iván sobre puentes colgantes.  C.M. Aguilar Gómez.
Kakum es el parque nacional más visitado de Ghana. Se trata de un bosque húmedo situado en un paisaje de colinas a solo un par de horas de Accra. Forma parte de los bosques tropicales de las Guineas, uno de los ecosistemas que más superficie han perdido en el mundo junto con la Mata Atlántica de Brasil.

Ghana se encuentra en una de las primeras regiones de bosque tropical que los europeos explotaron al llegar a África. La apertura de tierras para el cultivo, la extracción de madera y el crecimiento de la población fueron arrinconando al bosque durante siglos. No obstante, no toda la deforestación es histórica. El fuerte endeudamiento en el periodo postcolonial llevó a una necesidad de divisas que se obtuvieron, en buena parte, de sus maderas.



Vistas del dosel arbóreo, Kakum.  C.M. Aguilar Gómez.
Entre 1990 y 2010 Ghana perdió el 38% de su cobertura forestal, alrededor de 2,5 millones de hectáreas, casi el doble de lo que ahora queda. En este sentido, el parque nacional Kakum es quizás uno de los bosques húmedos del país con mejor protección y mayor extensión.

Su origen se remonta a los años 30 del siglo XX cuando se creó una reserva para la explotación de caoba (Khaya ivorensis). También con idea de preservar la cuenca hidrográfica que abastece de agua a un buen número de poblaciones de la costa. En 1989 cesaron los aprovechamientos madereros y en 1992 se creó el parque por iniciativa de la población local.




Toco (Lophoceros semifasciatus).  C.M. Aguilar Gómez
Hoy en día, cuando lo recorres, aún se echa en falta una mayor presencia de árboles con esos pies descomunales que caracterizan a los bosques que no han sido nunca explotados. 

Las selvas húmedas africanas son difíciles de visitar, o más bien es difícil ver algo una vez que estás dentro. Por ello, y para incrementar su atractivo turístico, Kakum cuenta con una red de puentes colgantes a gran altura sobre los árboles emergentes del dosel arbóreo. El recorrido por sus pasarelas suma un total de 350 metros. Nosotros las visitamos a primera hora de la mañana para evitarnos la afluencia de turistas. 





Helecho (Platicerium stemaria) C.M. Aguilar Gómez.
Sobre los troncos abundan las plantas trepadoras que, en los bosques tropicales de África, tienen un gran desarrollo. Hay incluso una palmera trepadora (Laccosperma sp) que se encarama al dosel con pequeños garfios en sus palmas y cuyo tronco no podría sujetarla de pie.

Divisamos también las hojas del árbol sombrilla (Musanga cecropioides), orquídeas, aunque ninguna en flor, y las coronas de Platicerium stemaria, un curioso género de helechos con solo dos especies en el África tropical. También colgaban los tallos filiformes del único cactus nativo en África, Rhipsalis baccifera, el cactus muérdago.





Barbudo (Tricholaema hirsuta).  C.M. Aguilar Gómez.
Las pasarelas son una buena oportunidad para esperar y tratar de ver aves forestales. Por allí volaban las vinagos (Treron calva), esas palomas verdes tan típicas de los bosques africanos.

También un par de especies de grandes calaos, el toco blanquinegro de Guinea (Lophoceros semifasciatus) y el cálao caripardo (Bycanistes cylindricus), un par de barbudos, el calvo común (Gymnobucco calvus) y el hirsuto (Tricholaema hirsuta) y otras aves coloridas como el malimbo cabecirrojo (Malimbus rubricollis) o el abejaruco negro (Merops gularis) entre otras especies.




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