miércoles, 10 de noviembre de 2010

Peru 2 (2010) Recorridos Puerto Bermúdez

Acceso a la selva de altura. César María Aguilar Gómez.
El recorrido que hicimos por la selva de altura en el entorno del Bosque Protegido San Matías San Carlos fue espectacular, todo allí está recubierto de epífitas, lianas y un montón de plantas que uno reconoce de verlas como “plantas de interior” en Europa. Sucede que todo eso que crece bajo la bóveda forestal, vive con una birria de luz y a una temperatura constante, el mismo hábitat que el salón de tu casa o de una oficina. No es de extrañar que estemos rodeados a diario de plantas de selva. El bosque que recorremos aunque tiene una figura de protección, la vigilancia es prácticamente nula y no tiene ninguna infraestructura de accesos, carteles ni nada que se le parezca. Sin senderos que lo recorran, lo andamos medio metidos en el río y por intuitivas veredas que Jesús trata de no ensanchar para evitar la entrada de los madereros ilegales detrás.



"Atatai" Daptrius americanus Foto: C.M. Aguilar Gómez
El río está habitado por una especie de cangrejos de aspecto marino y varias especies de peces pegados al fondo con pinta antediluviana y que no he podido saber ni a que familia pertenecen. Por lo demás, lo más destacable son distintas especies de saltamontes, mariposas, hormigas y en cuanto a aves grandes el Ave-tigre oscura (Tigrisoma fasciatum) y el Caracara gorgirrojo (Daptrius americanus) que aquí llaman “atatai”. Este último según te detecta dentro del bosque se dedica a vocear esa frase como hacen los arrendajos en los bosques templados, sin que puedas llegar a verlo la mayoría de las veces.





Garzas Pilherodius pileatus. Foto: C.M. Aguilar Gómez.

El recorrido por el río Pichis ya fue otra cosa, el medio abierto del río permite ver un mayor número de aves y así damos con varias especies de garzas como la Garcita verdosa (Butorides striatus), la Garceta grande (Egretta alba), la Garceta nívea (Egretta thula), la Garza cuca (Ardea cocoi) o las preciosas Garzas capirotadas (Pilherodius pileatus). También Zopilotes negros (Coragyps atratus), abundantisimos, Aura gallipavo (Cathartes aura), Caracara negro (Daptrius ater), Elanio plomizo (Ictinia plumbea), Charrancito amazónico (Sterna superciliaris), Martín pescador amazónico (Chloroceryle amazona) y Martín gigante neotropical (Megaceryle torquata) entre los más característico.


 
Hoazín Opisthocomus hoazin. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Sin embargo para mí la estrella del recorrido fueron los Hoazines (Opisthocomus hoazin) único representante de una extraña familia de aves bastante arcaica. El primer grupo que localizamos fue discreto y apenas los llegamos a ver, así que cuando encontramos más tarde a un segundo grupo sobre unos árboles a pocos metros me pareció alucinante tener a esos bichos, tan feos y atractivos a la vez, tan cerca, así que los “cosí” a fotos. Aquí, en esta selva baja, el calor era ya mucho más asfixiante y el agobio de los mosquitos mayor. Cada poco la llanura se veía salpicada por pies tabulares de árboles de enorme tamaño, algunos con colonias de murciélagos en su interior, mientras seguíamos sin un sendero claro. Por el suelo caminaban procesiones de hormigas cortadoras de hojas, esas que llevan bajo tierra para alimentar a sus colonias de hongos de las que se alimentan.



Aquiles, cogiendo cortezas. César María Aguilar Gómez.
Por esta selva Aquiles fue macheteando la vegetación hasta llevarnos a una zona de lagunas donde pudimos ver rastros de capibaras y varias taricayas (Podocnemis unifilis). Estos galápagos de agua a base de ser un suculento plato, se han vuelto muy desconfiados y no aguantan nada sin tirarse al agua. De hecho junto a la charca encontramos lo que dijo que eran restos de un asentamiento de indios ashaninkas que habían estado pescando y capturando galápagos por la zona. De regreso hacia Bermúdez unos niños de una chacra nos enseñaron sus mascotas, una Pava amazónica (Penelope jacquacu) que habían cogido de pequeña y una especie iguánido (Anolis sp), que ellos llamaba "camaleón", y que encontraron en el río ¡puro exotismo!.



Anolis sp. Foto: César María Aguilar Gómez.

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