viernes, 4 de julio de 2014

Por las Conchas de Haro en kayak 1

Rápidos en el río Zadorra. César María Aguilar Gómez.
El primero de los recorridos de esta primavera ha sido un tramo desde Miranda de Ebro a la localidad riojana de Briñas. De camino, las Conchas de Haro. En esta ocasión me han acompañado Carlos Álvarez y Daniel García. El tramo es sobresaliente en lo natural y no menos en aspectos culturales e históricos. Y es que el Ebro es un río con mucha historia, aunque no siempre es sencillo sentirla a pie de kayak. También ha sido uno de los tramos más “bravos” que yo he recorrido con mi kayak de travesía, menos mal que íbamos en “cuadrilla” para animarnos. En el Zadorra pasamos zonas con pequeños rápidos y algunos tramos del Ebro en La Rioja Alta eran más “movidos” de lo que yo acostumbro a ver aguas abajo.




Nuphar lutea en el Zadorra. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En este tramo del río Ebro no estamos hablando de aguas bravas, ¡ni mucho menos! Sin embargo, son frecuentes las zonas con lajas de roca superficiales y sobre ellas se forman animados rápidos y saltos de agua. Empezamos el recorrido en el río Zadorra por una cuestión de accesos. Entrar en las orillas del Ebro antes de las Conchas de Haro no parecía fácil, así que acabamos con los kayak sobre el Zadorra en un puente cerca de la población de Miranda de Ebro. Ese río me encantó. Fue la primera vez que he visto desde el kayak tramos con nenúfares (Nuphar lutea).





Cruzando troncos en el Zadorra. C.M. Aguilar Gómez.
Los nenúfares son bastantes escasos en La Rioja, necesitan un tipo de aguas limpias y tranquilas que se dan el Zadorra pero que no en el curso del Ebro. Tampoco en otros cauces riojanos. Otra especie que salió a recibirnos a las orillas del Zadorra fueron los lirios amarillos (Iris pseudacorus), también escasos en La Rioja. Así que todo un estallido de color y novedad en los primeros tramos de la ribera. En cuanto al avance por el río, en varias ocasiones nos cruzamos con árboles caídos cerrando el paso de lado a lado. En esas ocasiones tuvimos que saltarlos  al “estilo amazónico”. Luego, ya en el Ebro, el paisaje cambió y encontramos tramos de aguas tranquilas con nubes de pelusas.




Ebro con los Obarenes de fondo. C.M. Aguilar Gómez.
El sol, las pelusas cayendo como una nevada , el reflejo de la luz  en el agua… todo creaba el ambiente de una ensoñación psicodélica. En el primer tramo del Ebro contamos además con la dorsal de los montes Obarenes como telón de fondo. Pocas veces desde el Ebro he tenido la visión de una cordillera tan cerca. Un precioso monte con densa vegetación mediterránea. Como en otros recorridos de primavera, garzas y milanos negros abundaban en el río. En esta ocasión eran garzas reales y martinetes, estos últimos en mayor número que los que veo de habitual en tramos más bajos del Ebro.






Paloma desplumada por milano. C.M. Aguilar Gómez.
Mientras paleábamos, hubo una especie de ave que yo no había visto asociada a los sotos, la paloma bravía o doméstica. A diferencia de las palomas torcaces, que salían volando rápidas del arbolado, las bravías aguantaban entre la vegetación del talud al paso del kayak. Me resultó chocante. Pero lo fue más cuando Daniel vio a un milano con un ave entre las patas que soltó de un susto a su paso. Fuimos a ver qué era. Resultó ser una de esas palomas bravías completamente pelada y a punto de ser llevada a los pollos del nido. Allí se la dejamos y, a buen seguro que no tardaría mucho en volver a por ella.


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