jueves, 14 de julio de 2016

Gabón 7 (2015) Los pigmeos bagongos del parque Waka

Marcas de ritos animistas. Waka. C.M. Aguilar Gómez
Tras regresar del parque Moukalaba-Doudou nos quedamos parados un par de días en Tchibanga. Ni corto, ni perezoso, el conductor nos averió el coche a posta para ralentizar el viaje y sacarnos dinero por “repararlo”. Queríamos visitar los humedales costeros del P.N. Loango pero todo estaba en nuestra contra. Llegar por libre no era fácil, los guías locales pasaban de llevarnos si no pagábamos un dineral por un viaje de varios días usando lodges carísimos. Para opciones más austeras no les interesábamos. La costa es muy salvaje y sin prácticamente poblaciones así que, o llegas en barco desde Libreville si coincide que en esas fechas hay algún grupo de turistas que vaya al P.N. Loango, o por tierra has de cruzar por terrenos de la petrolera Shell solicitando un permiso para usar su pista de tierra. En fin, una odisea.

 

Hacia el interior P.N. Waka. C.M. Aguilar Gómez.
El boicot del conductor nos decidió a descartar la costa y dirigirnos de nuevo al interior. Elegimos el parque nacional Waka. Fougamou es la población de acceso al parque, una extensa zona de montañas boscosas que conectan con el P.N. La Lopé. Allí aún quedan poblados pigmeos, los habitantes originales de la cuenca del Congo. En la oficina del parque su director nos recibió de una forma inesperada... “ustedes deben ser Iván y César ¿no?”, recordándonos a la frase que Stanley dirigió a Livingstone. Vaya shock, nuestra fama nos precedía. El mes previo escribiendo a todas las instituciones y nuestro paso por otros parques habían dado la "voz de alarma" de nuestra visita, ¡tan poca gente había viajando por libre en Gabón!



Ritual dentro de la cabaña pigmea. C.M. Aguilar Gómez.
Afortunadamente el director nos lo puso todo fácil. Nuestro conductor no. Que en los poblados pigmeos no hay hoteles, pues me niego, y también a dejaros el vehículo. Uf, qué paciencia tuvimos que tener. Desbloqueada la situación, nos fuimos tres días a los poblados pigmeos con dos alegres guardas, Jean Pierre Ongoda y Guy Ghislain Ibinga… y ¡sin el conductor! Estábamos exultantes. Nuestra prioridad eran los pigmeos pero nos informaron que ahora vivían asentados en varios poblados junto a la pista que recorre la montaña y que ya no hacen itinerancia en el bosque que era su razón de ser. Aún así, nos mostraron algo de su vida tradicional en los dos días que permanecimos en la aldea de Sogha.


 



Con nuestros anfitriones pigmeos. Foto: Iván Sánchez.
Los pigmeos han ido perdiendo terreno por el avance de los pueblos de origen bantú. Los pocos que aún conservan su cultura y cierta diferenciación se hallan en regiones marginales de bosques entre Camerún y Gabón. Los que visitamos en Waka han llegado a la actualidad aculturados. Un política de conservación de espacios naturales a la occidental los ha sacado de la zona protegida. Ahora viven en la zona de amortiguación de la agricultura en los claros de bosque sin poder hacer su vida tradicional de caza itinerante. Un error incluso si lo miras desde la propia conservación de la biodiversidad del parque, así lo han demostrado estudios en espacios con y sin poblaciones nativas en Sudamérica.




Ataviada para rito de paso de iboga. C.M. Aguilar Gómez.
Casi todo lo que conseguimos de imagen “tradicional” lo hicieron porque se lo pedimos para documentarlo, como la caza con arco o la construcción de cabañas con hojas. A pesar de ello tienen sus creencias animistas y sus ritos relacionados con el consumo del iboga, una planta equivalente a la ayahuasca amazónica, aunque esa cultura inmaterial es difícil de ver en una visita corta. Por suerte, junto a un poblado dimos por casualidad con una adolescente pasando por un periodo de preparación para el inicio en la toma de iboga, con sus collares de conchas marinas y la prohibición de hablar ni de mirar a nadie durante esos días. Tras tres días en Waka regresamos a Libreville y pusimos fin al viaje no sin antes hacer una visita corta una reserva forestal cercana a la capital, el bosque de Mondah.

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