domingo, 9 de septiembre de 2018

Finlandia y Varanger (Noruega) 2 (2006) Lagos y bosques sin fin

Señal de peligro por alces. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Un viaje de furgoneta por un país del tamaño de Finlandia,  con los objetivos que llevábamos, supone tener que pasar horas y horas en la carretera. Nuestro primer destino estaba casi a la mitad del país, la región de Oulu, nada menos que a un par de días de viaje de Helsinki.

En la carretera comenzamos a ver las primeras señales de peligro alces y a ensimismarnos con la visión del bosque continuo. Un paisaje visto solo a través de las ventanillas porque, las paradas llegarían más arriba. Había que alcanzar Oulu. En las carreteras avanzábamos lentos ya que no se puede pasar de 80-100 km/h y allí la gente lo respeta.
El país es una sucesión de lagos, bosques de pinos, abetos y abedules. Y también claros, donde aparecen casas de madera en rojo o amarillo que humanizan el paisaje. 



Bosques, lagos y turberas.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
A finales de mayo el bosque despertaba de su letargo invernal. Las hojas recién brotadas de los abedules transmitían la esperanza en unos meses productivos. En ellos la vida a esas latitudes vuelve con un vigor inusitado, tras meses de frío y nieve.

La mañana en los alrededores del camping donde pasamos la primera noche, en Aarekoski, estaba exultante. Desde las primeras horas el bosque se llenaba de cantos. En un breve paseo vimos especies como la curruca mosquitera (Sylvia borin), los mosquiteros musical (Phylloscopus trochilus) y silbador (Phylloscopus sibilatrix) y el camachuelo carminoso (Carpodacus erythrinus).



Abetos y pinos Pyhä-Häkki.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En las aguas quietas de un lago, tan comunes en todo el sur del país, vimos dos de sus habitantes más habituales, el porrón osculado (Bucephala clangula) y la serreta mediana (Mergus serrator).

Seguimos camino hacia el norte y paramos en un parque nacional
que nos queda de paso, el Pyhä-Häkki . Apenas tiene una superficie de 13 km2 pero protege una de las mejores manchas de bosque viejo del sur de Finlandia. Entre los siglos XVII y XIX muchos bosques de la zona fueron abiertos con ayuda del fuego para obtener tierras de cultivo. Hoy en día, gran parte de los bosques que vemos en la zona, aunque ocupan gran  superficie, son cultivos forestales en producción.


 
Pyhä-Häkki National Park.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
En esos bosques manejados es raro encontrar la diversidad que corresponde a un bosque maduro y en Finlandia, esos bosques son más raros de lo que solemos pensar. Pyhä-Häkki tiene su interés por haber quedado al margen de este manejo. Cuenta con árboles de entre 100 y 200 años algo que, para su contexto, es un bosque maduro.

En esas latitudes un bosque no explotado tiene grandes árboles pero no son los portes que acostumbramos a imaginar. El crecimiento está muy limitado por el clima a unos pocos meses del año. El más viejo documentado en el parque es “Iso puu” (el árbol gigante) y han calculado que empezó a crecer hacia el año 1.518.  



Árbol caído en el sendero.  Foto: C.M. Aguilar Gómez.
Damos un paseo de unos cinco kilómetros por el bosque, nos acercamos a uno de sus lagos y tomamos contacto con sus ciénagas. El logotipo del parque es un pito negro y la señalización del sendero incluye un urogallo, especies características en los bosques maduros. Pero es media mañana y no es la mejor hora para ver sus aves.

Nos conformamos con el paisaje y disfrutamos del gusto exquisito que tienen valorando la madera muerta. Aquí, cuando un árbol cae sobre un sendero nadie piensa en cortarlo, primero el bosque, luego los visitantes. Sorprendente.

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