Señal de peligro por alces. Foto: C.M. Aguilar Gómez. |
En la carretera comenzamos a ver las primeras señales de peligro alces y a ensimismarnos con la visión del bosque continuo. Un paisaje visto solo a través de las ventanillas porque, las paradas llegarían más arriba. Había que alcanzar Oulu. En las carreteras avanzábamos lentos ya que no se puede pasar de 80-100 km/h y allí la gente lo respeta. El país es una sucesión de lagos, bosques de pinos, abetos y abedules. Y también claros, donde aparecen casas de madera en rojo o amarillo que humanizan el paisaje.
Bosques, lagos y turberas. Foto: C.M. Aguilar Gómez. |
La mañana en los alrededores del camping donde pasamos la primera noche, en Aarekoski, estaba exultante. Desde las primeras horas el bosque se llenaba de cantos. En un breve paseo vimos especies como la curruca mosquitera (Sylvia borin), los mosquiteros musical (Phylloscopus trochilus) y silbador (Phylloscopus sibilatrix) y el camachuelo carminoso (Carpodacus erythrinus).
Abetos y pinos Pyhä-Häkki. Foto: C.M. Aguilar Gómez. |
Seguimos camino hacia el norte y paramos en un parque nacional que nos queda de paso, el Pyhä-Häkki . Apenas tiene una superficie de 13 km2 pero protege una de las mejores manchas de bosque viejo del sur de Finlandia. Entre los siglos XVII y XIX muchos bosques de la zona fueron abiertos con ayuda del fuego para obtener tierras de cultivo. Hoy en día, gran parte de los bosques que vemos en la zona, aunque ocupan gran superficie, son cultivos forestales en producción.
Pyhä-Häkki National Park. Foto: C.M. Aguilar Gómez. |
En esas latitudes un bosque no explotado tiene grandes árboles pero no son los portes que acostumbramos a imaginar. El crecimiento está muy limitado por el clima a unos pocos meses del año. El más viejo documentado en el parque es “Iso puu” (el árbol gigante) y han calculado que empezó a crecer hacia el año 1.518.
Árbol caído en el sendero. Foto: C.M. Aguilar Gómez. |
Nos conformamos con el paisaje y disfrutamos del gusto exquisito que tienen valorando la madera muerta. Aquí, cuando un árbol cae sobre un sendero nadie piensa en cortarlo, primero el bosque, luego los visitantes. Sorprendente.
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