viernes, 30 de mayo de 2014

Observaciones de osos en la Cordillera Cantábrica 2


Oso venteando el aire. César María Aguilar Gómez.
¿Qué puede haber mejor que observar un oso en libertad?... pues observar hasta siete ejemplares diferentes en un fin de semana y con solo tres esperas. Eso es lo que me ocurrió el pasado mes de abril observando osos en Asturias con mi amigo David Calleja. Además, uno de los lugares donde nos apostamos nos permitía tener una proximidad mayor de lo que es  habitual en otras esperas de oso a telescopio. Y por supuesto sin molestar al animal, ni acceder a ningún espacio restringido, algo muy a tener en cuenta ahora que ya somos más tratando de ver osos cada temporada. Por el momento la gente que voy hallando en esos lugares tiene claro este aspecto. 




Imponente presencia de oso. César María Aguilar Gómez
La guardería forestal acude a esos emplazamientos para controlar la actividad pero sin más problemas hasta ahora. Espero que ese respeto siga así, ya que la actividad seguro que va a crecer en los próximos años y, bien gestionada, contribuye a poner en valor esos lugares. Dada la proximidad de la espera que he comentado, cuando salió el animal del lugar donde sabíamos que se había encamado el día anterior, tuvimos unos momentos de observación excepcionales. A telescopio lo vimos como nunca antes había visto un oso en libertad. Además el ejemplar era precioso, así que la euforia entre los que allí estábamos era mayúscula.




Oso recorriendo el canchal. César María Aguilar Gómez.
Aquella mañana el oso se movió por la ladera de enfrente tranquilo y ajeno a los observadores. Durante largo tiempo  estuvo moviendo piedras en busca de larvas y pastando hierba. Al día siguiente, en la espera de la mañana, vimos en la zona ese u otro ejemplar ya que no llegamos a ponernos de acuerdo. Y es que el lugar en determinadas épocas es querencioso y no es raro ver a varios ejemplares, más con el comienzo de la época de celo cuando andan buscándose y usando zonas comunes. Ese segundo día descubrimos la "fuente" donde el animal saciaba su sed. No bajaba al arroyo cercano ni acudía a las torrenteras, lo hacía en el cuenco de un tronco viejo donde se acumulaba el agua de lluvia.



Oso en su "tronco-fuente". César María Aguilar Gómez.
Las imágenes del oso trepando al árbol y metiendo la cabeza en el agua del tronco son de las que difícilmente pueden olvidarse. Pero además de estas observaciones relativamente "cercanas", para lo que es habitual en las esperas de oso, hicimos otras más habituales a larga distancia con el telescopio. En la tercera de las esperas, con una gran panorámica para observar, vimos cinco osos más y me explico. Una de ellas una osa con una cría del año anterior. Los jóvenes nacidos la temporada anterior aún acompañan a la madre en esas fechas. Sucede hasta que la hembra entra en celo y ella o el macho pretendiente obligan al joven a independizarse. En esta hembra que vimos eso aún no había sucedido y la madre aún caminaba con la cría.


Osa con cría del año anterior. César María Aguilar Gómez
Próxima a la zona de la madre con el joven dimos con otra hembra con dos cría nacidas ese mismo año. No se encontraban muy lejos de la madriguera que aún utilizaban, ya que las crías eran muy pequeñas. Viendo a los oseznos jugar uno entiende la manera en que los hemos elegido como peluches, son realmente tiernos y divertidos. Pero sus juegos no están exentos de peligros. La madriguera estaba realmente inaccesible entre canchales y verticales roquedos. Días antes alguien había observado tres crías pero ese día solo lográbamos localizar dos con la madre. Uno de los oseznos se había despeñado y un águila real lo estaba comiendo como carroña. Un escena dura pero realmente excepcional. Uno de los que allí estaba lo grabó a telescopio y aquí se puede ver. Impresionante documento.


sábado, 24 de mayo de 2014

Observaciones de osos en la Cordillera Cantábrica 1

Osa con crías. Asturias. Mayo 2012. C.M. Aguilar Gómez
Comprobar cómo los osos en la Cordillera Cantábrica están recuperándose es esperanzador. Hasta hace una década, la situación parecía bastante sombría y los esfuerzos de conservación de fundaciones, asociaciones y administraciones no permitían ver una clara mejoría. Hoy la situación es distinta y, aunque los números siguen siendo bajos y la población vulnerable, la tendencia ya es otra. El pasado mes de abril estuve por Asturias viendo osos con mi amigo David Calleja y, como en anteriores ocasiones, hemos podido tener buenas observaciones a telescopio. Hoy en día, sabiendo cuándo, cómo y dónde buscar hay más posibilidades de ver osos que hace algunos años. Y además sin ocasionarles ninguna molestia.



Osa con crías. Asturias. Mayo 2012. C.M. Aguilar Gómez
Sin embargo, hubo una época en la que dar con un oso casi era algo “sobrenatural”. En la década de los noventa, cuando yo estudiaba la carrera de Biología en León, sabíamos que estaban ahí, alguien los veía, encontrábamos sus huellas, hacíamos esperas en la montaña… pero los resultados eran francamente escasos. En mi caso fui uno de los afortunados y vi mi primer oso en el invierno de 1993. La insistencia dio sus frutos. Durante el otoño e invierno, la época más ociosa para un estudiante, subía los fines de semana a la montaña de Riaño a buscarlos. Para la gente alejada del mundillo conservacionista era un hobby algo excéntrico. "¿A dónde vas el fin de semana?, -a ver osos, -¿pero aún quedan?” Quedar quedaban, pero verlos ¡uf!




 David y yo tras los osos. Riaño 1992 C.M. Aguilar Gómez
La zona que yo visitaba pertenecía al núcleo oriental, en el norte de León y Palencia. Allí siempre hubo una población osera menor que en el occidente asturiano, pero para mí Riaño estaba más a mano. Además tenía una razón importante para acudir a esos montes, “salsero”. Unos años antes Tony Clevenger y Pancho Purroy habían capturado y marcado con radioemisor al primer oso cantábrico  en el paraje “La Salsa” de Riaño, de ahí su nombre. El lugar eran unas campas abiertas rodeadas de hayedos y robledales. Hace no mucho Purroy recogió algunas de esas andanzas en un libro de memorias.“La Salsa” fue un lugar de peregrinaje para mí, un sitio iniciático. Tony Clevenger había publicado el estudio de ese seguimiento en un libro que estaba en la biblioteca de la facultad.


Huellas 1993. Diapo. C.M. Aguilar Gómez
Con el libro debajo del brazo, y buscando los parajes de los que hablaba, me cogía el autobús a Riaño y me pasaba muchos fines de semana de otoño e invierno tras las pistas de los osos. La mayoría de las veces subía solo, pero luego ya comencé a compartir salidas con mi amigo David Calleja que venía desde Lugo y que tenía la misma obsesión. Ver huellas no era difícil pero dar con un oso era toda una suerte. Eran años en los que no existía el turismo osero que hay hoy en día, la población era menor y teníamos peor óptica. También menos conocimientos de cómo y dónde hacer las observaciones, así que lo habitual era no ver nada, a pesar de las esperas.

Con tan pocas expectativas no era fácil convencer a mucha gente para ir “a ver osos”, de modo que la mayoría de las veces subía solo a Riaño. Y así hice aquella primera observación de oso, sin nadie con quien cruzar una palabra. Mientras fotografiaba unas huellas en la nieve puede oír un caminar lento detrás de unos acebos y, sin aún percatarse de mi presencia, un oso avanzaba dentro del bosque a no más de 20 metros.


Mi primer 0so. Riaño 1993. Diapo. C.M. Aguilar Gómez.
Yo aún tenía el ojo metido en el mirador de la cámara cuando, instintivamente, levanté la cabeza y lo seguí a través del objetivo. Ni me atreví a disparar. El silencio era tal, y la distancia tan corta, que un simple click lo habría puesto a correr. Esperé su evolución y al momento detectó mi olor, levantó el hocico para coger el aire y se quedó mirando buscando mi silueta entre los árboles. Un oso tiene poca vista pero gran olfato así que, aunque no me moviera, ya sabía de mi presencia. Con un tembleque enel pulso, producto de una mezcla de miedo, emoción y adrenalina, disparé la cámara. Al primer click dio media vuelta y se marchó, era un oso joven de los que al segundo año acaban de independizarse. Y la foto salió.



Turismo osero ¡vaya cambio! C.M. Aguilar Gómez.
De no haber estado los dos tan quietos habría obtenido un borrón por foto ya que la luz allí dentro era realmente escasa. Luego comprobé, por los rastros en la nieve, que no había un oso sino dos. Eso es algo que a veces ocurre cuando se independizan juntos dos hermanos de una camada que, durante un tiempo, se desplazan juntos. Aunque solo me había topado con uno, el otro no debía de estar lejos. Hoy, con tanta gente queriendo ver osos, se impone la prudencia y las esperas alejadas a telescopio, nada de seguirles los rastros y demás. Se disfrutan durante más tiempo y uno puede verles comportarse de forma normal. Un lujo con el que aún contamos en el sur de Europa y al que trato de acudir cada temporada.

viernes, 16 de mayo de 2014

Francisco Coloane, cronista del mundo austral (Libros)

Hasta hace unas semanas apenas tenía referencias de este genial escritor chileno, solo algún comentario favorable de esos viajeros que Roge Blasco entrevista en su programa Levando Anclas. Por ahí tenía anotado su nombre para cuando tuviera ocasión de leerle algo, poco más. En una feria del libro encontré un libro de cuentos llamado "Tierra del Fuego" y  esos relatos del "fin del mundo" me impactaron. Coloane está a la altura de escritores clásicos bien reconocidos como Jack London, Herman Melville o Staint-Exupéry. Y, al igual que ellos, algunos de sus cuentos y novelas se han orientado hacia la literatura juvenil por su componente de aventura.





Parece como si ese tipo de narraciones estuvieran vetadas para el lector adulto que ha de contener sus ansias de viajar. Y tras esa inocente apariencia de ficción, en los cuentos de Coloane hay un profundo conocimiento de historias oídas, y hasta vividas, en los mismos escenarios que trata de recrear. Algo parecido sucede con London y Melville en cuanto te adentras en poco en sus biografías. En los cuentos de "Tierra del Fuego" uno puede recrearse con historias de esa región de la América Austral protagonizadas por estancieros, obreros sublevados, cazadores de focas, balleneros o indígenas.

La fiebre del oro, la persecución de onas y tehuelches, la inmigración obrera europea, los restos de dinosaurios y otros muchos temas igual de sugerentes recorren sus historias. A pesar del formato ficción hay un componente de realidad abrumadora. Historias de una tierra dura y ventosa, historias de soledades y muchas veces de pura supervivencia en lugares del "fin del mundo".  






Pero ese mundo austral es también el de una tierra de gran belleza con una naturaleza que Coloane sabe reflejar muy bien. Entre sus escritos se dejan ver los ñandús o avestruces australes corriendo los páramos, los cauquenes, esa especie de gansos migradores o las bandurrias unos singulares limícolas canelas. Todos ellos acompañan los paisajes de sus cuentos.

Tanto me han impactado esos relatos que he corrido a buscar si había algo escrito sobre el propio autor y encontré un libro de memorias en la biblioteca, "Los pasos del hombre". Y es que detrás de historias tan grandes siempre hay grandes personajes, y Coloane lo fue. Nacido en la isla de Chiloe, hijo de un ballenero, trabajó de joven en una estancia ganadera en el sur de Chile, militó más tarde en el Partido Comunista Chileno y ejerció su compromiso como intelectual de izquierdas en circunstancias difíciles. Las experiencias forjan a los escritores y este no es un caso distinto de otros. Un descubrimiento al que leeré más historias en cuanto tenga ocasión.

Tierra del Fuego. Francisco Coloane.
Editorial Andres Bello.
ISBN-84-89691-81-9

Los pasos del hombre. Memorias. Francisco Coloane.
Editorial Mondadori.
ISBN-84-397-0527-1
(Biblioteca de La Rioja DP-25295)

viernes, 9 de mayo de 2014

Maratón Ornitológico en La Rioja 2014

El equipo al completo. Foto: César María Aguilar Gómez.
¿Cuántas aves se pueden observar en un día en La Rioja?... pues depende los hábitat que se recorran y de la habilidad, o suerte, que tenga uno ese día. El pasado 4 mayo, junto con cuatro amigos (Jesús Ucha, Oscar Gutiérrez, Javier Robres y Jesús Serradilla)  del Grupo Ornitológico de La Rioja (GOR) participé en el XIV Maratón Ornitológico de SEO/BirdLife. He de decir que, a priori, no me seducía mucho la idea. La competitividad, la obsesión por las listas de aves de una parte de los pajareros actuales y las prisas no me atraen demasiado. Sin embargo, mis amigos del GOR que habían participado en dos ocasiones me convencieron de lo contrario. Insistían en que podía ser divertido, y lo fue. Algunos de ellos ya habían participado en 2012 y 2013 con observaciones de 126 y 141 especies respectivamente.

Recorrido: sierra y valle del Ebro de oeste a este.
En nuestra participación no había una competitividad real, éramos el único equipo de La Rioja. En la “competición nacional", el número de especies que podíamos observar nos dejaría lejos de otras regiones con ecosistemas más ricos. En realidad usamos el maratón para responder a la pregunta que hice al principio. En La Rioja según el último Anuario Ornitólogico se han observado 297 especies de aves, ya sea como reproductoras, invernantes o divagantes, pero llegar a ver la mitad sería ya un muy buen resultado. El día comenzó a las seis de la mañana saliendo hacia los bosques montanos de Cameros (Ortigosa) y terminó a las diez de la noche en los sotos del Ebro (Alfaro). Observamos 138 especies. Lo cierto es que fue divertido tratar de avistarlas pasando por bosques, cortados, lagunas, estepas y riberas. Un retrato de la diversidad en aves que puede ofrecer una comunidad pequeña como la nuestra, con poco más de 5000 Km2.

viernes, 2 de mayo de 2014

Sin noticias del lirón gris (Glis glis) en La Rioja 2


Cuadrícula UTM 10x10 Km VM99
(solo territorio de La Rioja), masas forestales, 
estaciones de muestreo y resultados
Finalmente los trampeos de pelo para buscar lirón gris, que describí en la entrada anterior, sumaron un esfuerzo de 4202 trampas-noche distribuido en 50 trampas agrupadas en 10 estaciones. Como resultado detecté pelos de micromamífero en 20 ocasiones en 13 de las trampas dispuestas (26 %) y en 6 de las estaciones de trampeo (60 %).

En todos los casos fueron pelos de Apodemus sp y ninguno de Glis glis que era la especie buscada. En cuanto a las fechas, decir que hallé pelos a lo largo de todo el periodo de muestreo, desde el mes de abril a octubre. El momento de aparición de pelos dentro de cada estación fue dispar, en algunas ocasiones se produjo en la primera revisión, mientras en otras no aparecieron hasta la segunda o tercera revisión.


Una vez hallados los pelos en una estación, la recurrencia de los micromamíferos a ella fue también desigual, en algunos casos los animales siguieron apareciendo hasta quitarse las trampas, pero en otros solo aparecieron pelos de su presencia en alguna de las revisiones.



 

Muestreos, en condiciones y esfuerzos similares a los que desarrollé, se habían utilizado con éxito para detectar lirón gris en el norte de la península Ibérica. Sin embargo, yo no hallé lirón gris, aunque sí otros mamíferos que se mueven igualmente por el dosel arbóreo como Apodemus sp. Muy seguramente A. flavicollis, aunque el análisis que hacía de los pelos no me permitía diferenciarlo de A. sylvaticus. Después de estos resultados... ¿mi impresión?, creo que la ausencia de pelos de Glis glis en estos muestreos responde a una ausencia real de la especie en los bosques de la cuadrícula o, si acaso, a una densidad tan baja que dificulta su detección. Aunque la cuadrícula se encuentra en el borde de la distribución de la especie dentro del Sistema Ibérico y, no se había citado antes en ella, era esperable encontrarlo al existir citas en hábitats similares en cuadrículas adyacentes.


No obstante hay que tener en cuenta que la especie experimenta fluctuaciones poblacionales anuales debido al alimento, lo que también puede haber condicionado su detectabilidad. A pesar de que la cuadrícula de muestreo es solo una pequeña muestra de los hábitats forestales húmedos del Sistema Ibérico, situada además en el borde de distribución de la especie, es posible que Glis glis se encuentre bastante más restringido y localizado en esta cordillera de lo que se cree.

Hayedos óptimos, pero sin Glis glis. C.M. Aguilar Gómez.
Pienso que la dispersión geográfica de citas históricas acumuladas en el Sistema Ibérico, da la sensación de una amplia distribución. Tras esta experiencia tengo claro que el método funciona para detectar los micromamíferos que se mueven por el dosel arbóreo, pero la especie no es lo común que imaginaba en hayedos con troncos viejos que serían hábitats aparentemente óptimos. Seguiré esperando noticias del lirón gris, o en su defecto tendré que buscarlo en las cuadrículas y localidades con citas históricas. Todo se verá. Por último agradecer a Jorge González que aportó su experiencia con el método de muestreo e identificación de pelos y a Juan Pedro Fraga que me prestó la óptica para la identificación de las muestras.




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