sábado, 4 de agosto de 2012

Grecia 6 (2009) Monasterios de Meteora

Monasterio de Rousanau. Foto: Cesar Mª Aguilar
La siguiente parada del viaje fue Meteora una zona que parece sacada de la imaginación de un ilustrador de cuentos. Allí, en las cimas de torreones de roca encuentras monasterios ortodoxos aislados del mundanal ruido. A los monasterios se accedía en su día con escalas y poleas, pero los que ahora quedan  tienen escaleras talladas en la roca y funiculares para subir las cargas. Hoy en día quedan seis en activo pero llegaron a superar la veintena desde que en el siglo XI los ermitaños comenzaran a refugiarse ahí de las invasiones turcas. Acceder a alguno de ellos es alucinante, nosotros visitamos el de Agias Triodos al que se subía por una escalera tallada en la roca.




Interior de un monasterio Foto: César Mª Aguilar
Dentro aún tienen las poleas y la balconada al vacío por la que subían antes las cosas. Las capillas ortodoxas del interior son de otro tiempo, con bóvedas saturadas de pinturas al fresco. Además de los típicos monasterios que se visitan, y que están en las cimas de las rocas, pudimos ver otros más ocultos en los cortados. Algunos de ellos abandonados y muy rudimentarios y que se asociaban a cuevas. Junto a los más “modernos” había estos que parecían que habían sido emplazamientos primitivos de algunos de los actuales. A mí me sobrecogió ver esas plataformas sujetas con vigas incrustadas en la roca volando el vacío. Viendo eso, es más fácil imaginar la función de todos los agujeros que pueden verse en algunos cortados de conglomerados y areniscas de los cortados fluviales de La Rioja.



Eremitorios rupestres. Foto: César Mª Aguilar
He visto agujeros con ese aspecto de mechinales en cortados como los de Islallana o Cervera del río Alhama, cerca de Kontrebia Leukade. Así que en esas paredes no solo hubo buitres como ahora vemos, en su momento también hubo algo parecido a lo que pudimos ver en Meteora. Los días que estuvimos en la zona disfrutamos recorriendo los muchos senderos que discurren entre los monasterios y las torres de roca. Remontar los collados entre las torres y luego descender por los estrechos barrancos proporciona paisajes mágicos. Quizá por la fuerza de esas imágenes, había imaginado que los monasterios se encontraban en una región remota y aislada de las poblaciones. 




Caminando entre torres. Foto: César Mª Aguilar
Sin embargo, los relieves que acogen a los monasterios son el borde de una cordillera mayor que limita con un amplia llanura muy humanizada y cultivada. Son formaciones de origen similar a las que podemos encontrar en La Rioja en sitios como las peñas de Islallana o, en Huesca, los mallos de Riglos. Los conglomerados fueron acumulados durante un periodo de erosión anterior de la cordillera y por la naturaleza del material dieron lugar a formaciones tipo “torres” y “castillos”, algo que sucede tanto en Meteora como en los casos de la Península Ibérica que he comentado. La geología es así de democrática, mismos materiales, mismas condiciones de erosión ... mismos relieves, lo que cambian son las dimensiones del conjunto.

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