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Vista de los arribes del Duero. Foto: C. Aguilar |
Hacía ya once años que no regresaba por los Arribes del Duero de Zamora y recuerdo que las dos veces anteriores fue coincidiendo con la primavera. En esta ocasión ha sido nuevamente en la misma época, a mediados del pasado mes de mayo, un momento en que la naturaleza de Sayago está en todo su esplendor. En aquellas ocasiones la zona aún no era un espacio natural protegido como lo es hoy, donde más de un centenar de kilómetros del río Duero en la frontera con Portugal dan lugar al Parque Natural de los Arribes del Duero que se extiende por las provincias de Salamanca y Zamora. Eso al lado español, al otro lado de la frontera está su equivalente portugués el Parque Nacional del Douro Internacional.
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Aguila real en los arribes. Foto: César Mª Aguilar |
A pesar de que el Duero está enormemente regulado por una sucesión de grandes presas, acercarse al tajo del arribe sobrecoge. Tanto como recorrerlo en barco desde la localidad portuguesa de Miranda de Douro. Para ambas cosas hubo tiempo en esta ocasión. El recorrido en barco te adentra en un paisaje de aguas quietas con enormes paredes graníticas de más un centenar de metros en la mayoría de los tramos. Todos estos cortados son importantes para la nidificación de especies como el águila perdicera, el águila real, el alimoche y la cigüeña negra entre las más destacables. Desde el barco pudimos ver un nido de ésta última, uno muy antiguo que ya estaba abandonado antes de que empezaran las visitas fluviales por la zona.
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Puente de Requejo en Villadepera. Foto: C. Aguilar |
No hubo ocasión de ver cigüeñas negras, aunque sí los mucho más comunes alimoches criando en covachas del arribe y varios ejemplares de águila real que andaban marcando sus territorios en vuelos de display. Los días por la zona los pasamos Iratxe y yo con un par de amigos, Antonio y Mónica, que desde hace más de diez años viven en Villadepera, una población con un precioso puente de hierro sobre el arribe. Dicen que el puente de Requejo, que así es como se llama, fue durante un tiempo el puente de un solo ojo más grande de Europa. No se cuando ni por cuanto tiempo, pero aún hoy es impresionante ver esa obra de ingeniería cruzando el cortado de un solo “brinco”.
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Paisaje de la penillanura de Sayago. Foto: C. Aguilar |
A los cortados graníticos del arribe se asoman restos de una actividad rural hoy en día en declive, pero que ha dejado en el paisaje bancales, chozos y cerramientos de piedra que trataron de aprovechar el microclima más húmedo próximo al río. Hacia la meseta amplios encinares se extienden en una penillanura granítica ondulante. Un paisaje que recuerda en cierto modo a las grandes dehesas del centro y suroeste de España, pero que aquí puedes recorrer libremente a diferencia de lo que ocurre en muchas de esas otras, donde las grandes propiedades privadas las mantienen valladas con aprovechamientos cinegéticos. En los Arribes de Sayago en Zamora, la parcelación y el minifundio crean un paisaje accesible, con muchos senderos y altamente recomendables de recorrer.
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