sábado, 1 de septiembre de 2012

Grecia 10 (2009) Astraka, lago Dracolimni y Aoos

Astraka y lago Drakolimni. Foto: César Aguilar
El monte más alto de la zona es el Astraka con 2.478 metros y se alza sobre varios lagos alpinos que en junio aún conservaban algo de nieve. Toda la zona forma parte del Parque Nacional Vikos-Aoos. En un collado a casi dos mil metros existe un refugio con el nombre del pico, desde el que  se tienen buenas vistas de la zona y que permite visitar desde allí el que llaman lago Drakolimni. La subida de 1000 de desnivel desde Micro Papingo es un poco fuerte pero merece la pena. Poco a poco vas dejando las frondosas del valle para pasar a los prados subalpinos de montaña. En la subida pudimos cruzarnos con un gran rebaño de ovejas trashumantes y una familia entera que iba a los puertos altos a pasar el verano.




"Nazarenos alpinos" Muscari sp. César Aguilar
Aquellos trashumantes, al igual que en España, ya no venían a pie con sus rebaños desde su lugar de origen. Solo hacían a pie la subida a los pastos, aunque no era poca cosa.  Los habíamos visto el día anterior descargar sus ovejas de unos camiones junto a nuestra furgoneta. Lo que sí era auténticamente pastoril era la vida que iban a llevar arriba. La familia iba cargada con mulas llenas de enseres y recipientes de leche para hacer quesos. Los pastos de montaña siguen siendo cotizados, así que mientras haya quien quiera llevar esa vida habrá trashumantes. Tras la retirada de los últimos neveros los pastizales subalpinos estaban brotando verdes y comenzado su floración.





Tritón alpino (Triturus alpestris). César Aguilar
Justo tras la nieve estaban empezando a brotar unos azafranes endémicos de la zona, el Crocus veluchensis, y también eran comunes flores alpinas como las gencianas (Gentiana verna). Pero una de las flores que más me llamó la atención fueron unas que en el valle del Ebro llamamos nazarenos y que son del género Muscari. Ya me había tocado ver este género de plantas entre la flora alpina en las montañas de Turquía, algo que no pasa en España donde es propio de valles. Pero la sorpresa final estaba en el lago Drakolimni. Después de subir al refugio Astraka, disfrutar de un precioso atardecer y dormir allí, nos encaminamos hacía el lago. Hay más lagos en la zona pero ese es especialmente llamativo y es el que está a más altura. 




Aguas turquesas del valle de Aoos. C. Aguilar
La traducción de su nombre es algo así como lago del dragón y es que estaba lleno de tritones alpinos (Triturus alpestris). Si los miras bien esos anfibios son auténticos dragones en miniatura así que no está tan mal puesto el nombre. Aunque hay más lagunas someras que podrían tener igualmente la especie, no vi apenas tritones en otros y realmente en ese de Drakolimni eran muy abundantes. Desde el lago también pudimos ver la enorme caída hacia la garganta del río Aoos muy distinta de la de Vikos pero también muy espectacular. Las laderas del río Aoos son escarpadas y forestales, y sus materiales más blandos han dado lugar a un valle en forma en V que lleva un caudal abundante.





Madroños orientales (Arbutus andrachne) C. Aguilar
El azul turquesa que se veía en aquellas aguas nos gustó tanto que al día siguiente fuimos a la búsqueda de aquel otro valle que no pensábamos visitar. Dimos la vuelta al macizo por carreteras y accedimos por Konitsa, cerca de un retirado monasterio ortodoxo, Panayias Stomiou. Allí puede encontrar un viejo camino de herradura que subía al monasterio donde eran comunes los madroños orientales (Arbutus andrachne), unos árboles con una corteza anaranjada que llaman la atención en los escarpes rocosos. En este valle pasamos el último día de nuestra estancia en Grecia. De ahí ya solo nos quedaba conducir hasta el puerto de Igoumenitsa y esperar para coger el ferry hacia Venecia recorriendo el mar Adriático.

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