viernes, 11 de abril de 2014

Transiberiano 11 (2013): SemiGobi, una muestra del gran desierto


Camello en estepas. Foto: César María Aguilar Gómez.
La última parada en el breve recorrido por Mongolia central fue en el SemiGobi. Con tan pocos días en el país era imposible que pudiéramos bajar a ver el auténtico desierto del Gobi. En su defecto hicimos una parada con una noche en lo que daban en llamar SemiGobi. Allí montamos camellos, una experiencia que si me la llego a ahorrar hubiera estado mucho mejor, pero no era cuestión de defraudar a nuestros anfitriones. Nada que ver con montar caballos. Los camellos son unos animales malhumorados, comidos por las moscas y con poca empatía con los jinetes. Hay que decir que allí lo que se monta es la forma doméstica de los camellos de dos jorobas, los bactrianos, originarios del Asia Central.



Cordón dunar, lagunas y ánsares. C.M. Aguilar Gómez.
Estamos acostumbrados a llamar camellos a los animales del Sáhara cuando en realidad son dromedarios (Camelus dromedarios) con origen en la península arábiga y una sola joroba. En la descripción de la forma salvaje de camellos bactrianos (Camelus ferus) también estuvo involucrado el explorador ruso Nikolai Przewalski, al igual que con los caballos. Aun hoy parece haber cierta controversia sobre si la forma domestica y la salvaje son o no la misma especie. En cualquier caso los ejemplares salvajes son hoy en día una especie en peligro crítico de extinción según la UICN. Al parecer no quedan más de unos pocos centenares en el suroeste de Mongolia y alguno más en estepas y desiertos de China.



Granito sobre la estepa. César María Aguilar Gómez.
El SemiGobi que visitamos era en realidad una zona de estepas áridas. Una región con arbustos dispersos, suelos arenosos y uno de los primeros cordones dunares que se pueden ver hacia el sur. Dunas a modo de erg pero de no mucha extensión y aisladas. Junto a las dunas pude ver un pequeño arroyo que daba lugar una laguna paralela a la arena. Me escapé un rato del campamento donde nos alojábamos y le pude dar un vistazo rápido. Por allí había aves comunes como el fumarel aliblanco (Chlidonias leucopterus), el charrán cómun (Sterna hirundo), la aguja colinegra (Limosa limosa) o el porrón moñudo (Aythya filifula).




Perdiz dáurica Perdix dauurica. C.M. Aguilar Gómez.
También otras más atractivas como el porrón osculado (Bucephala clangula) o el ansar indio (Anser indicus), una especie que no imagina ver por allí. Fue una sorpresa ver un buen número de esos esbeltos ánsares con sus polladas. Otro lugar singular fueron unas pequeñas rocas a las que nos escapamos a primera hora de la mañana. El sitio era muy distinto a todo lo visto en Mongolia, bolos graníticos rosados sobre la llanura con una vegetación en plena floración. La luz del mañana y las vistas desde allí arriba eran preciosas, pero el madrugón tuvo además otra recompensa. Perdices dáuricas (Perdix dauurica), unas aves casi iguales que nuestra perdiz pardilla. Un bonito colofón para el último día del viaje antes de regresar a España en avión.

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