Por el Nilo en Kayak
John Goddard
Editorial Juventud
ISBN: 84-261-1788-0
(Biblioteca Pública de La Rioja DP-11867)
A mediados del siglo XX el Nilo era considerado el río más largo del mundo y, al parecer, nadie lo había recorrido de forma completa desde las fuentes hasta su desembocadura. El americano John Goddard con sus compañeros franceses, Jean y Andre, se propuso hacer realidad ese trayecto en kayak. Fue en 1950. En aquellos años los kayaks eran una cubierta de lona impermeable tensada con una estructura interior de listones de madera. Pura artesanía. Pero si precaria eran las embarcaciones, aún era peor la experiencia previa que tenían. Dos de ellos no habían montado nunca en kayak y ninguno lo había hecho en aguas bravas. Tenían por delante más de 6000 kilómetros de río. La primera experiencia en el río no pudo ser más desastrosa.
En un tramo del río que desaguaba en el Lago Victoria, la expedición estuvo a punto de acabar en tragedia y sus integrantes tragados por los rápidos. Se salvaron por los pelos. Dado que los kayaks eran demasiado frágiles para los tramos más turbulentos, tuvieron que caminar por la orilla algunos de los más complicados. Pero otros trayectos de aguas remansadas no eran menos peligrosos. El Sudd era un auténtico laberinto de vegetación flotante y cambiante del que, de haberlo navegado como querían, no habrían salido vivos. Las autoridades coloniales, al ver su temeraria actitud, les prohibieron navegar allí con aquello y tuvieron que atravesar el Sudd en un vapor.
Pero, a pesar de todo, siguieron. Las orillas del Nilo dan para saciar la curiosidad de cualquier viajero interesado en la historia, la arqueología, la etnografía y la naturaleza ribereña de países como Uganda, Sudán y Egipto. De todo ello da sobrada cuenta Goddard, que recoge muchos detalles de los poblados, aldeas y ruinas que visitan en el transcurso del viaje. También de la multitud de aves que ven por las orillas y en las que el autor muestra un gran interés. Pero no solo aves, también manadas de elefantes que recorren las orillas y muchos, muchos cocodrilos e hipopótamos en algunos de los tramos. Una compañía peligrosa de la que salen indemnes, no sin unos cuantos sustos.
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