Hay ocasiones en que un
viaje, la visita a un paraje natural, una exposición o la lectura de un libro
de temática novedosa para mí, son el desencadenante de una “cascada” de
curiosidades que trato de resolver durante algún tiempo a través de libros.
Normalmente se cómo empieza pero, a veces, me sorprendo de dónde termina el
foco de interés. Ha sido el caso de la caza de la ballena que, desde la Edad
Media, se practicó a lo largo de la costa cantábrica de la Península Ibérica. La
exposición "Cazadores de Ballenas" del museo naval de San
Sebastián de 2011, que ya reseñé en este blog, fue
probablemente el inicio. Más tarde, esa misma historia la volví a encontrar muy
bien documentada en un video del centro de visitantes de las marismas de Santoña
(Cantabria).
En ese centro se daba información
detallada de buena parte de los puertos y playas que sirvieron durante siglos para la arribada
de ballenas tras las cacerías. Gran parte de esos lugares son hoy parajes muy
turísticos de la costa, sin que de ese increíble pasado tenga conocimiento la
mayoría de la gente que los visita. Un libro para conocer mejor esas historias
ha sido “Balleneros Vascos en el Cantábrico” de José
Antonio Aspiazu que hallé en un mercado de libros de segunda mano en
Bilbao. Cuando la caza de la ballena franca norteña (Eubalaena glacialis) se agotó en las
aguas cantábricas, hubo que buscarla más allá y los vascos se dirigieron en el siglo XVI con sus
naos balleneras hacia occidente.
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Bacaladeros. Museo Paimpol, Bretaña C.M. Aguilar Gómez |
En su búsqueda llegaron a las aguas de
Terranova, junto a las costas de Canadá y Groenlandia, donde hallaron unos desconocidos
e impresionantes bancos de bacalao. En la importancia de los
bancos de Terranova, y del propio bacalao, está otra de las ramificaciones del
interés inicial. Parte de la historia la he seguido con la novela de Yon Suinaga “Allende los mares” y con el libro de Mark Kurlansky “El bacalao: biografía del pez que cambió elmundo”. Pero ya el propio hecho de
construir un barco ballenero y mandarlo a cruzar el Atlántico era una aventura
considerable. Casualmente en el año 2014 comenzó en el puerto de Pasaia la
construcción de una réplica exacta del ballenero San Juan del siglo XVI,
hundido en Red Bay, en la costa de Canadá.
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Astillero de la nao San Juan Sep 2014. I. Gonzalez |
Su construcción es un proceso de cara
al público muy bien interpretado que visité en su inicio. Su botadura está prevista para el 2016. La construcción de la Nao
San Juan ha sido todo un reto para rescatar del olvido el viejo oficio de la
carpintería de ribera. España tuvo grandes
flotas de barcos para el tráfico comercial con América y escuadras de guerra cuando los
conflictos entre naciones europeas se decidían en batallas navales. De ahí que he
recordado un libro que tenía olvidado en mi biblioteca y que he releído con
nuevos ojos “Los bosques flotantes. Historia de un roble del siglo XVIII" de
Gaspar de Aranda y Antón, basado en la tesis doctoral que hizo el autor sobre
el consumo de madera en España para los barcos de la armada.
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Navatas en Burgui, Navarra 2006. C.M. Aguilar Gómez. |
De los
conocidos como bosques de la Marina se extrajeron durante muchos años los mejores y más sanos árboles para la construcción naval. Y ya para finalizar, la última
ramificación de esta “cascada” de curiosidades ha sido la del transporte fluvial de las
maderas para la construcción naval. Algo se menciona en el libro de Gaspar
de Aranda, pero es una tradición que se ha recuperado como
reclamo turístico y que se puede volver a ver en los ríos del
Pirineo español. Hace algunos años estuve en Burgui (Navarra) viendo una recreación de
aquel oficio. Ríos con rápidos y cascadas donde los gancheros se jugaban la
vida conduciendo la madera en balsas, las llamadas almadías o navatas. Un viaje y un oficio que se detalla en una novela, ya clásica, de José Luis Sampedro
“El río que nos lleva" que he disfrutado este otoño.
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