viernes, 16 de septiembre de 2016

La reserva de los sotos de Alfaro desde el agua 2

Espectantes por las madres. C.M. Aguilar Gómez.
En el cielo de la reserva no solo oímos y vimos águilas calzadas. Al enfilar el tramo que discurre hacia la desembocadura del Alhama, dimos con un nutrido grupo de cormoranes a lo lejos. Habría medio centenar. A lo largo de toda la jornada los iríamos viendo en diferentes lugares.

En invierno la reserva alberga nutridos dormideros de cormoranes que llegan del centro de Europa. Estas aves pueden verse también el resto del año en Ebro, pero a finales del verano empiezan a ser más numerosas. Yo era el primer bando grande que observaba en estas fechas.





Andarríos chico en la orilla. Foto: C.M. Aguilar Gómez.
A lo largo de las riberas fuimos viendo otras aves, como andarríos chicos y grandes, lavanderas blancas o martines pescadores. También unas cuantas garzas reales, una garceta grande, varias garcetas comunes y hasta un halcón peregrino que nos hizo  varias pasadas de orilla a orilla. Estábamos de suerte. 

Además de las aves que se pueden ver desde un kayak en el Ebro, uno de los atractivos del río es acceder a la tranquilidad de las “madres” y disfrutar de su encanto. Eso siempre está ahí. Las madres son cauces secundarios de poco recorrido que se forman paralelos al río o asociados al reflujo de un meandro.




Orillas del Ebro con bajo nivel. C.M. Aguilar Gómez.
El nivel del agua en verano es muy bajo y a algunos de esos cauces no se puede acceder en esta época. Otros ven reducido su tramo accesible y  funcionan como lagunas temporalmente desconectadas del río. Son los sitios donde se esconden los escasos galápagos autóctonos del Ebro. 

Antes de llegar a la desembocadura del Alhama, accedimos a una madre en la margen derecha. En esos lugares el arbolado te envuelve, se amortiguan los sonidos de fuera y retumban los cantos de las aves. Allí oímos el machacón canto del ruiseñor bastardo, los papamoscas cerrojillos en paso, los risueños verdecillos, el agateador y el seco reclamo de un pico picapinos desde la espesura del soto.



Plataforma-huellero para visones C.M. Aguilar Gómez
El día nos deparó muchos más descubrimientos tanto de fauna y flora autóctona y como de la introducida, que también hay por el Ebro. Aprendimos a identificar las conchas de las 3 náyades autóctonas del Ebro que se ven en La Rioja, las del mejillón cebra y las de la almeja asiática, estas últimas introducidas. 

En las orillas localizamos excrementos de nutrias con restos de cangrejo americano, madrigueras y ramas comidas de los castores introducidos ilegalmente en el Ebro y vimos las plataformas con huelleros para detectar al visón americano. Del visón europeo, la joya de nuestras riberas, solo es posible ver huellas pero no era buena época para detectarlas.




Restos de efímeras Ephoron virgo. C.M. Aguilar Gómez.
En la ribera vimos chopos, álamos blancos, sauces, fresnos, tamarices y olmos. Flotando en las aguas tranquilas Potamogeton sp., Ceratophylum sp., lentejas de agua (Lemna sp) y el helecho neotropical Azolla ficuloides. Y al final del recorrido dimos con restos de efímeras (Ephoron virgo), en las telas de araña, de la irrupción de la última semana de agosto, un espectáculo que se repite todos los años y que ha merecido la atención de National Geographic

El paseo fue buena inmersión en el mundo natural del Ebro. Los asistentes, los organizadores y yo quedamos con buen sabor de boca, así que el próximo verano es probable que la reserva lo oferte de nuevo y yo vuelva a guiarlo.

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