domingo, 16 de octubre de 2022

El Portilla, solo un río. Nada menos que un río.

(Texto y fotos traídos del muro de mi Facebook personal. Publicado el 16 octubre 2022)

Llegar a la cabecera del Portilla no es fácil. Hace algunas semanas estuvimos recorriendo uno de los cordales que lo flanquean, el que llevan al Picacho del Camperón (2101 m). Ese día, los pastos montanos estaban tan agostados que teñían de rubio pajizo el suelo calizo. Solo el rosa pálido de los pétalos de las quitameriendas (Merendera montana) daba un golpe de color al paisaje.

El nacimiento del río discurre en uno de los relieves de origen glaciar más impresionantes de La Rioja. Al lado suyo, su valle hermano el Urbión también luce pedigrí glaciar, pero diferente. El paisaje del Urbión es más conocido y, además, reconocido ya que sus lagunas cuentan con el aval de singularidad que da estar en la Lista Ramsar. Sin embargo el encanto glaciar del Portilla es otro: una coqueta turbera con atrapamoscas (Drosera rotundifolia) en la cabecera y un amplio valle en forma de "U" por cuyo fondo discurren zigzagueando las aguas del río entre espantabrujas (Carlina acanthifolia).

No sé cómo llaman en la zona a este paraje de aguas remolonas pero, para entendernos, Ricardo, Javi, Álvaro y yo, los compañeros del recorrido de hoy, nos referimos a él como “aguas tuertas”.  Este nombre tiene reminiscencias pirenaicas y es que, probablemente, este sea el valle del Sistema Ibérico que más recuerda a esa gran cordillera.

Al aproximarnos a las aguas tuertas vemos, entre las numerosas vacas que pastan, algunos ciervos. En un primer momento, y en la distancia, parece un grupo pequeño, pero enseguida empezamos a ver más y más ejemplares: hembras con crías que siguen al menos a un gran macho. El grupo o grupos dispersos, alcanzan casi los cuarenta ejemplares. Los ciervos están inquietos y enseguida empiezan a subir la empinada ladera y se esfuman hacia un valle contiguo. Aún no es berrea pero no tardará en llegarles la época.

Tanto nos ha gustado el recorrido de hoy que tres de nosotros repetimos en unas semanas y accedemos a la cabecera del Portilla por el propio fondo del río. Álvaro, el hijo de Javi, tiene auténtica devoción por la berrea. Desde que era pequeño todos los años acude a Mansilla con su padre para contemplarla. Ahora es un adolescente, pero su interés no ha mermado.

La cabecera del río está alejada de cualquier población y solo pasando la noche allí podremos disfrutar del espectáculo sin prisas. En las aguas tuertas hay un antiguo refugio de pastores. Alguna vez hemos pensado pernoctar allí, pero el otro día comprobamos que ahora está ocupado por los mastines que cuidan el rebaño de vacas que pastan la zona. La alternativa es otro pequeño refugio que no conocemos, situado un poco más abajo en un viejo hayedo entre afloramientos de roca caliza. Promete.

Solo por el sitio de este segundo refugio ya ha merecido la pena la caminata, aunque va a ser imposible dormir esta noche en él. Justo hoy, un grupo de chavales ha venido a pernoctar y no, no cabemos todos dentro. Afortunadamente traemos una pequeña tienda de campaña en la que duermen Javi y Álvaro. Yo haré noche de vivac. ¡Cuánto tiempo desde la última vez al raso!

La berrea está en su punto álgido.  Al caer la tarde la sierra se “enciende”. Las laderas del valle actúan como una caja de resonancia para los bramidos de los machos que se disputan los grupos de hembras. A algunos de estos ciervos los vemos, a otros solo los oímos. Con la llegada de la noche la actividad se acrecienta. Después de cenar tomamos asiento en una ladera y, en silencio, apagamos las linternas y disfrutamos del latido de lo salvaje.

Alejados de poblaciones urbanas, la bóveda del cielo se ilumina con cientos de estrellas. La noche está despejada y la luna aún no ha hecho acto de presencia. Los ojos se acomodan a la penumbra y, en unos minutos, la Vía Láctea se deja ver con gran nitidez. Agotados nos vamos a dormir y, con cada cambio de postura y el consiguiente abrir y cerrar de ojos, el firmamento estrellado se proyecta en mi retina. Y para que nada falte los bramidos no cesan. Así hasta bien entrada la mañana.

Cabecera del río Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Brezales, pinares dispersos y pastizales agostados acompañan al nacimiento del río. Septiembre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.

El equipo sobre el Picacho del Camperón (2101 m): Ricardo, Javi, Álvaro y yo. Detrás la vista del pico Urbión (2228 m) y las lagunas glaciares de su cabecera. Mansilla de la Sierrra, La Rioja. Septiembre 2022. Foto (drone): Ricardo Zaldívar.

Turbera de la cabecera del río Portilla. Mansilla de la Sierra, La Rioja. Septiembre 2022. Foto (drone): Ricardo Zaldívar.

Atrapamoscas (Drosera rotundifolia), planta carnívora característica de las turberas. Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Septiembre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
"Aguas tuertas": tramo del río Portilla con forma de U, característico del modelado glaciar. Al final de este tramo (donde crece el pinar) se sitúan los depósitos de la gran morrena frontal del glaciar que desde la cabecera a este lugar tenía 3 km de largo. Mansilla de la Sierra, La Rioja. Septiembre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
"Aguas tuertas" del Portilla, la forma de U de este tramo es un modelado glaciar "de libro". Mansilla de la Sierra, La Rioja. Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
Caminando por el fondo del tramo de las "aguas tuertas". Desde aquí a la cabecera del río había un glaciar de 3 km de largo. Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
Otoño es el momento de atiborrarse de los frutos del maguillo (Malus sylvestris). Ácidos, ácidos, pero lo hicimos. Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
A comienzos de octubre la berrea está en su apogeo en el Portilla. Ciervo (Cervus elaphus). Mansilla de la Sierra, La Rioja. Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
Cautivado por su sombra. Ciervo (Cervus elaphus). Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
Se puede decir más claro, pero no más alto: brama que te brama. Ciervo (Cervus elaphus). Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
La caída de la tarde presagia una mayor actividad de los mamíferos. Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
Sentirse observado. Ciervo (Cervus elaphus). Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.
Duelo al atardecer, con reminiscencias de película del Oeste: dos machos de ciervo (Cervus elaphus) se retan con la mirada en lo alto del cordal, mientras las dos hembras de uno de ellos comen despreocupadas. Portilla (Mansilla de la Sierra, La Rioja). Octubre 2022. Foto: César María Aguilar Gómez.

2 comentarios:

  1. Unas fotos impresionantes ¿Las aéreas las habéis hecho con un dron?

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  2. Hola, gracias. Sí, hay un par de fotos aéreas con drone que maneja mi amigo Ricardo. La vista cenital de la turbera del Portilla desde el aire tiene una apariencia que no te imaginas desde el suelo. Un saludo,

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