Las cuatro de la tarde no es hora para echarse al monte. Y menos a finales de noviembre, un día nublado y en un lugar que no conozco. Lo pienso y pongo remedio «Echaré la linterna por si acaso».
El puerto de Cotos tiene una aparcamiento descomunal, pero hoy es martes y solo hay tres coches. El mío es el único que llega, los otros dos salen dirección Madrid. Nunca antes estuve en la Sierra de Guadarrama, pero hoy estoy de paso por la zona y creo que puedo estirar un poco más el día.
Junto a la carretera veo una señal del sendero a las lagunas de Peñalara que pasa por un control de accesos. Será para otros días porque hoy no hay nadie aquí. Bueno, miento, me cruzo a un veinteañero inglés, rubio y con una parka roja, que baja de las lagunas con ganas de hablar. «Amazing» repite con insistencia y me advierte «Cloudy, cloudy». Después de él nadie más.
La Laguna Grande de Peñalara no debe estar a más de una hora y verla sin gente no debe ser lo habitual. Eso sí, es un "día de perros" de libro. Hay algo en este paisaje de pinos, rebollos y matorrales de altura que me recuerda a partes del Sistema Ibérico riojano. Pero la diferencia la marca aquí la roca granítica.
A partir de los 1950 metros de altitud comienzo a ver el relieve glaciar. Primero la Hoya de la Laguna Grande, con pastos agostados, enebrales rastreros, suelos encharcados y regatos meandriformes entre bloques de roca; y un poco más arriba el circo de la propia laguna. La niebla viene y va y solo momentáneamente logro verla entera. «Cloudy, cloudy» recuerdo mientras espero.
Dadas las horas voy a tener que volver con la linterna frontal. Pero antes de ponerme en camino pienso en darle un uso mejor. Espero a que caiga más la luz y foqueo las aguas rápidas del arroyo. Y allí están, inmóviles en el fondo de las pozas. Hacía mucho que no los veía. Juveniles de salamandra común (Salamandra salamandra), cabezones, negros y amarillos, ¡dragones en miniatura!
No veréis aquí ninguna foto de ellos, porque lo que menos necesitan en tiempos de ranavirus y hongos quitrídios es que los manosee sin motivo. Me queda su imagen en esta visita fugaz a la Sierra de Guadarrama.
Bancos de nubes empiezan a caer sobre las cumbres y pinares del Parque Nacional de Sierra de Guadarrama. Noviembre 2024. Foto: César María Aguilar Gómez. |
Sendero hacia la Laguna Grande de Peñalara entre matorrales y pinares. Noviembre 2024. Foto: César María Aguilar Gómez. |
Pastos, enebros rastreros y pequeños pinos silvestres en la Hoya de la Laguna Grande, un relieve de origen glaciar. Noviembre 2024. Foto: César María Aguilar Gómez. |
Formas de erosión glaciar sobre la roca de granito en la Hoya de la Laguna. Noviembre 2024. Foto: César María Aguilar Gómez. |
Las rocas ácidas se cubren del líguen geográfico (Rhizocarpon sp) cuyo patrón de crecimiento recuerda a curiosas cartografías en miniatura. Noviembre 2024. Foto: César María Aguilar Gómez. |
La niebla oculta la Laguna Grande de Peñalara. Es cuestión de esperar. Noviembre 2024. Foto: César María Aguilar Gómez. |
La Laguna Grande de Peñalara se muestran fugaz. Disfruta de su vista porque en segundos se esfumará. Noviembre 2024. Foto: César María Aguilar Gómez. |
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