lunes, 14 de febrero de 2011

Gran Canaria 1 (2010) Buscando bajo el agua

Carlos, Isaac, Javitxu y yo mismo. Foto: Carlos Gutiérrez.
Hace justo un año, en enero de 2010, pase unos días por la isla de Gran Canaria. En la Península se daban algunas de las temperaturas más bajas de todo el invierno, hasta el punto de generar retrasos en los aeropuertos por las persistentes heladas en las pistas de aterrizaje. En esos momentos se agradece tener esas islas tan a mano para escapar en unas minivacaciones de invierno. En realidad no era la primera vez que visitaba el archipiélago, aunque ya habían pasado 11 años desde la vez anterior. Entonces fue con motivo de unas jornadas ornitológicas de la SEO (Sociedad Española de Ornitología) en las que aprovechamos para visitar algunos lugares de Tenerife, La Gomera y Fuerteventura, un poco a la carrera pero sin dejar de ver los pinzones azules del Teide (Fringilla teydea), la hubara canaria (Chlamydotis undulata) o las palomas rabiche (Columba junoniae) y turqué (Columba bollii) entre otras aves. Entonces fuimos Carlos Gutiérrez y yo, y esta vez la compañía fue la misma y además nuestro amigo común Javier Calzada. Guillermo, el hermano de Carlos vive en Las Palmas desde hace tiempo y últimamente lo hace en un pequeño velero en el puerto, así que teníamos donde quedarnos. Aprovechamos esos pocos días para bucear, recorrer algo de la isla y hacer varias salidas al mar, una con el velero de Guillermo y dos más a buscar cetáceos.



Algunas especies identificadas. Fotos de internet.
Mi relación con el buceo es un tanto contradictoria, aunque me gusta y me compensa por lo que veo ahí abajo, como lo hago de ciento en viento me cuesta encontrarme cómodo y recordar toda la técnica cada vez que lo retomo. A parte, siempre ando con problemas de descompresión en uno de los oídos y suelo coger pequeñas infecciones. El caso es que si no tiran de mí me cuesta ir a un club de buceo y hacer una inmersión con otra gente, así que este plan de bucear con amigos era perfecto para mí. Javitxu iba a hacer el curso para sacarse el carné de buceo con unos amigos de Guillermo y nosotros aprovecharíamos también para ir con ellos a bucear. Al final acabe siguiendo con ellos las clases prácticas que no me vino nada mal el repaso. Fueron varias inmersiones en el norte de la isla, en la zona que llaman “Sardina” y al final una a un pecio hundido, el Arona.



Más especies identificadas. Fotos de intenet.
Hablando con gente que bucea, algunos comentan que lo que más les engancha es esa sensación de ingravidez, el silencio y la paz que se respira bajo el agua, al menos eso me dijo una mujer que llevaba ya “tropecientasmil” inmersiones y que vino con nosotros al pecio en la zódiac. Yo creo que no he llegado aún a ese nivel de “confort”, si no viera ahí abajo más diversidad que haciendo snorkel en superficie ni me molestaría en bajar con todo los trastos. Pero abajo ciertamente se ven más especies, más numerosas y ejemplares mayores que en la superficie. Andar debajo del agua si una guía a mano, al principio “aturulla” a cualquier naturalista y da cierta impotencia. Vas viendo montones de peces que crees que luego vas a recordar y afuera resulta que caes en que no te fijaste en tal o cual carácter diagnóstico para poder identificar una especie. Aun así, salvando algunos peces con morfologías muy similares, si que hay otros que se identifican más fácilmente.


Sitios de buceo. Imágenes Buceo Canarias
A parte de algunos lábridos, salmonetes o sargos, similares a los que suelo ver haciendo snorkel, me llamaron la atención algunas especies de familias como los peces payaso o castañuelas (Abudefduf laridus-Fula negra-, Chroris limbata-Fula blanca-), los peces globo (Canthigaster capistrata-Gallinita-) que son una pasada la forma de nadar y aproximarse a ti, o los peces loro (Sparisoma cretense-Vieja-). Con algunos de los que creí identificar correctamente, preparé un pequeño cuaderno de campo con imágenes de internet, son las imágenes que acompañan aquí al texto. A ver si con ello consigo no olvidarlos para la próxima vez que bucee, que yo tengo muy mala memoria para estas cosas. También me alucinaron mucho los peces trompeta (Aulostomus strigosus) y los grupos de barracudas (Sphyraena viridensis) con esos lomos plateados y esa mirada inquietante de depredador. La última de las inmersiones, la del pecio Arona fue la más alucinante, aunque por mi parte tuve que pelear con mi oído reacio a la descompresión en una inmersión que llegaba a los 20 metros lo más abajo que he estado. El esfuerzo valió la pena,  la cantidad de vida que hay alrededor de una estructura así es impresionante. En realidad un barco hundido funciona como un arrecife, en un medio homogéneo como es el mar abierto de repente pones un sustrato sobre el que crecer y todo se llena de vida alrededor.

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